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sábado, noviembre 23, 2024

La Tercera Voz 29

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La semana llega con una cascada de:

K
KK
KKK
KKKK
KKKKK

Lunes:

Ella llegó hace tres meses a Frisco rota y con la mirada
perdida.
¿Quién dice que la primera letra del alfabeto es la A?
De ninguna manera y bajo ninguna circunstancia, las iniciales en los mapas amorosos se someten invariablemente a los temperamentos de los amantes, abdican ante los
recreos del indisciplinado e irreverente deseo. En el caso
de Ella es ahora la K la primerísima letra de su alfabeto
y el nuevo punto de partida de los trazos de los nuevos
mapas amorosos. Al menos eso piensa Ella, ciclotímica,
eufórica y soñadora que es.
Cuando el amor hace sus incipientes guiños en la trama personal de Ella inevitablemente se acompaña de no
certezas, ansia, y dudas, pobres dudas, pobres, pobres
dudas. La K, sin embargo, se ha presentado de una manera inusual. Sus apariciones son cada vez más frecuentes y se acompañan de certezas. De tranquilidad. Como
un guante de perfecto ajuste a la mano desprotegida en
invierno. Exacto. Como una pantufla, suave, abrigadora
para el pie desnudo y frío. Así pasa con K, todo es afable:
no hay espacio para la perversa zozobra, para el ansia,
para el desasosiego para el “que tal si…y si piensa qué…
etc… etc… etc.” toda esa corriente amenazadora de ansiedades, de vacilaciones y desgastantes especulaciones
para la no confianza. Y es que esa mirada azul no se esgrime la prisa. Él es agua.
Martes:
Misión Cumplida.
Ella recibe un correo electrónico de su amiga Giraffe.
Le indica que ha hecho entrega al destinatario el disco
que Ella le enviara:
–Ella estoy ocupadísima, te escribo con premura. Misión cumplida, acabo de entregar el disco que le enviaste. Aterrorizado. No preguntó por tí, ni cómo estabas, no
dijo gracias, no dijo nada, nada. Le comenté que te había
ido a ver y traje cosas para varias personas incluyéndolo
a él. No abrió la conversación para nada. Fue en el estacionamiento, ni siquiera adentro de Starbucks. No es
antisocial, no sabe socializar, sólo observa y reporta pero
no interactúa, quizá sean sólo las deformaciones profesionales de su oficio, pero así me pareció. Te quiero G.
Sin comentarios.
Ella recibe un correo electrónico del amigo librero Jiménez Brito:
–Ella querida no entiendo qué pasa, tu Hércules o K o
como sea que lo llames ¡qué lento es! O su tortuguismo
refiere a otras razones o intereses no manifestados. Pero
mejor no le hago al psiquiatra y echa al vuelo tus deseos
amorosos, dispérsalos por los aires al modo del colibrí;
verás que cosechas así nuevos perfumes. Un abrazo y besos para críos y criadora, J.J.B.

Martes:

Misión Cumplida.
Ella recibe un correo electrónico de su amiga Giraffe.
Le indica que ha hecho entrega al destinatario el disco
que Ella le enviara:
–Ella estoy ocupadísima, te escribo con premura. Misión cumplida, acabo de entregar el disco que le enviaste. Aterrorizado. No preguntó por tí, ni cómo estabas, no
dijo gracias, no dijo nada, nada. Le comenté que te había
ido a ver y traje cosas para varias personas incluyéndolo
a él. No abrió la conversación para nada. Fue en el estacionamiento, ni siquiera adentro de Starbucks. No es
antisocial, no sabe socializar, sólo observa y reporta pero
no interactúa, quizá sean sólo las deformaciones profesionales de su oficio, pero así me pareció. Te quiero G.
Sin comentarios.
Ella recibe un correo electrónico del amigo librero Jiménez Brito:
–Ella querida no entiendo qué pasa, tu Hércules o K o
como sea que lo llames ¡qué lento es! O su tortuguismo
refiere a otras razones o intereses no manifestados. Pero
mejor no le hago al psiquiatra y echa al vuelo tus deseos
amorosos, dispérsalos por los aires al modo del colibrí;
verás que cosechas así nuevos perfumes. Un abrazo y besos para críos y criadora, J.J.B.

Miércoles:

Tras la ausencia de K. al dichoso cursito Ella le envía a él un
correo electrónico:
–Espero hayas tenido un buen viaje en Nueva York.
Tomé notas de toda la clase. Difícil compartirlas por correo electrónico. Estuvo interesante e intensa.
Casi de inmediato obtiene respuesta:
–Me encantará ponerme al tanto de todo lo que sucedió
en mi ausencia. Te parece que nos veamos. Tengo desde
hoy en la tarde hasta el sábado libre después de las 8:30
p.m., excepto el viernes.
–Perfecto, que sea entonces mañana hoy tengo cursos
en la noche con los críos. Imposible hoy. Tú sugiere opciones y yo busco en google maps cómo llegar –escribe Ella.
–Tengo varias opciones, todo depende de la disponibilidad de tu tiempo y de tus intereses: Una cena tarde en un
restaurante italiano que tiene excelentes vinos, se llama
Isabela. Un café en el Café Java, y una tercera opción sería
un café en la librería Barnes And Noble.
–Me late más el italiano con todo y traguito de por medio. El café podrá ser en otra ocasión.
Fin de los textos. Se acrecienta la emoción ante el encuentro.

Jueves:

En vista de que la dirección del acordado punto de encuentro está complicadísima Ella le propone a K Mayúscula verse en el estacionamiento de la iglesia y de ahí
partir juntos. Llegan los dos al sitio puntuales. Ella, con
un nerviosismo que la corroe toda, pero buena actriz que
es, se muestra con el temple seguro y tranquilo. Y parten
juntos en el auto de Ella hacia el restaurante italiano. Si
algo hacen los nervios en la corporeidad de Ella es precisamente espantar cualquier mínimo asomo de hambre.
Así que Ella ha ayunado todo el día y está a punto de tomarse una botellita de vino con Majestuosa K. Pero la voz
del recato “Rafael” aparece atinada, en el momento justo
y le susurra: “pide al menos una ensalada de tomates con
queso mozzarella y albahaca y así se amansa un poco ese
tu cuerpo ante la llegada del Dios Baco”. Ella asiente. El
lugar es tranquilo. Hay poca gente y la música invita a la
conversación. Así que brindan y conversan, conversan y
conversan. Al grado que cierran la cocina, el restaurante
y ellos sólo conversan, hasta que se aproxima el mesero
y les indica de la manera más propia que tienen que retirarse. Entonces parten para seguir con el vino y la deliciosa conversación al CRÚ, aquel lugar que Ella visitara
recientemente con sus amigas M y M. El frío es intenso en
la terraza. K pide una última copa de vino del mismo que
tomaran en el restaurante y……… conversan… conversan
y conversan………. hasta que cierran también la localidad
a la 1:30 am de la mañana.
–Francamente qué limitados en sus horarios son en estas tierras. De todos modos ya es hora de irnos tengo que
levantarme temprano para arreglar la rutina del día con
los críos –espeta Ella.
Y parten aún sedientos de conversar. Así que queda
todo el universo pendiente de ser narrado en las mutuas
y futuros encuentros. Sedientos siguen por escuchar la
historia del otro, tan terrible siempre como la propia,
tan marcada por el dolor y el desengaño. Conversar de
lo que conversan dos seres que se encuentran deshidratados de oir la voz de la otredad y transitar así los otros
tiempos ignotos del ser de enfrente, ajeno, insondable,
perderse en su relato y olvidar el propio o hermanarlo.
Simplemente. Así conversaron de esto, de lo otro y también de lo otro. Del pasado mustio pasado. Del desamor
y la ausencia de “esperanza” en la mirada.
De regreso al estacionamiento K le pregunta a Ella si
le puede dar un abrazo. El anacoluto. Se bañaron juntos
alguna ocasión y ahora le pregunta si le puede dar un
abrazo. Así que se abrazan. Así como la gente se abraza.
Así, simplemente sin el asomo de nada más que del abrazo mutuo. Así como si se abrazaran K y Ella se abrazan.
Ella parte rumbo a casa y, obviamente no duerme. Delira en esos ojos azules en los que se ha anidado desde
que lo descubrió en el “dichoso cursito”, ojos que no invitan más que a extraviarse y abandonarse en esa inmensidad turquesa.

Viernes:

Ella le envía un mail al amigo librero Jiménez Brito:
–No hice más que conversar con este hombre. Nada
más gratificante que una buena conversación. No hice
más que conversar y adentrarme en su mirada azul infinita.
El amigo no pierde tiempo para la respuesta:
–Ella extrañada: La charla, o más bien ciertas charlas,
son altamente satisfactorias. Uno se refleja en el otro
y viceversa con-versando. Pero ¡cuidado! Ferenczi escribió en 1909:“Ante una mirada intensa, o una canción
misteriosa, nuestras vidas pueden perderse para siempre.” Vuela entre nubes violeta,querida amiga porque,
dijo Leopardi: “Los mejores momentos del amor son los
de una melancolía dulce y serena, en los que lloras sin
saber por qué y con calma te resignas a una desventura desconocida. En ese reposo tu alma se siente menos
agitada, casi plena, y casi disfruta la felicidad” (Sobre el
amor, Leopardi, 1820-1827). Un abrazo, con los saludos
de Ferenczi y Leopardi. Tu amigo J.J.B
Fin de las epístolas.
Valga Dios ¡Cuánto cultismo y cuánta sustancia del amigo librero! Ella imprime el correo y lo pega en su diario.

Sábado:

El sábado de Halloween.
Los tres críos se han puesto de acuerdo para disfrazarse
de HULK sí , el hombre increíble. Ella los mira con que
gozo y piensa. “No hay hombre creíble, cuán ajenos están
los críos a este concepto”. Ella porta una peluca gris, un
gorro de bruja con dos largas trenzas moradas y una máscara con la cumbamba puntiaguda, lunares varios, una
descomunal nariz y dos apenas sobresalientes cuernos. Y
recorren el fraccionamiento pidiendo dulces. Dos horas
de caminata tratando Ella de lidiar con los tres insubordinados críos: “No yo quiero ir a esta casa primero”, “No yo
a esa no voy”, “Si van a esa entonces yo ya no pido dulces”.
Y para Ella, que el tributo de la paciencia no es precisamente un compañero fiel, está cerca de terminar ya con
todo el numerito. Así que suavemente les dice a los niños:
–Agradezco su compañía ya me voy de regreso a la casa–.
A lo que el más pequeño de todos, el sapodrilo responde:
–Oye mami tú no entiendes de qué se trata el Halloween es sólo un disfraz, un juego, no se trata de que
te conviertas en tu disfraz y te estás convirtiendo en la
bruja que traes puesta. Hasta me estás dando miedo.

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