I. Enfermedad mental
“La esquizofrenia es un trastorno mental grave por el cual las personas interpretan la realidad de manera anormal. Puede provocar una combinación de alucinaciones, delirios y trastornos graves en el pensamiento y el comportamiento, que afecta el funcionamiento diario y puede ser incapacitante”. Así definen los manuales esta enfermedad. Quienes llevan esa interpretación de la realidad a niveles enfermos, sufren un brote psicótico, definido como: “una ruptura de la realidad de forma temporal, que se caracteriza por alucinaciones (percepción de un estímulo sin que éste sea real) delirios (creencia o idea fatal, incorregible y sin coherencia o consonancia con el ámbito cultural). Puede acompañarse también de síntomas catatónicos, discurso desorganizado y conducta extravagante”.
II. El arte y la locura
Para los griegos, la inspiración era la posesión por parte de las Musas del creador. El artista está poseído, sufre un delirio, un ataque de la imaginación que le permite ver lo que no existe y luego plasmarlo en la obra de arte. Los creadores elaboran una realidad alternativa, un mundo irreal, que nos permite, a los lectores, imaginar a Alicia haciéndose pequeña y luego grande en el país de las maravillas o a Scrooge siendo visitado por los espíritus del pasado, del presente y del futuro.
Y, claro, los artistas muestran un grado de locura que les permite crear. En la carta astral de Dickens vemos que tenía la conjunción de la Luna con Neptuno −lo que nos describe una imaginación desbordada y una frontera poco fiable con la realidad−. Leyendo su biografía, me entero de que “hablaba solo” en su estudio, dirigiéndose, quizá, a los fantasmas que visitarían a su personaje, que nos deleita cada Navidad. Muchos autores se han vuelto, literalmente, locos, y han acabado en un manicomio (como Robert Walser), o con graves enfermedades mentales (como Guy de Maupassant).
III. El amor y la ilusión
Ahora bien, en las relaciones amorosos y eróticas hay siempre una dosis de construcción imaginativa, a veces cercana a la realidad, a veces no. “Creer que la pareja tiene atributos fijos es una ilusión, pero una ilusión necesaria si queremos enamorarnos”, se dice en El cuarteto de Alejandría, la maravillosa novela de Lawrence Durrell. Las fantasías eróticas y las fantasías amorosas han alimentado la poesía y el arte en todos los tiempos. Se vale.
IV. Realidades alternativas
Sin embargo, lo que estamos viendo hoy en día no tiene límites. Mucha gente cree que lo que imagina es real: está bien. Las opiniones de cualquiera nos merecen respeto, pero no quiere decir que sean verdad.
En términos eróticos, hay toda una parafernalia de vestimentas para que el amante lleve a la realidad sus fantasías, desde vestidos de enfermera o de niña inocente hasta muñecas de plástico o de materiales más sofisticados (con esqueletos de titanio, para que pesen lo que una mujer en la vida real).
Los japoneses, cultura maravillosa, han ido quizá demasiado lejos. Han pasado de Astroboy a los personajes de “anime”.
El que no tiene límites es el señor Akihiko Kondo, que se casó con el avatar de Hatsune Miku. Resulta que en 2020 la empresa Gatebox la desconectó de sus servidores. El señor Kondo, que amaba incondicionalmente su minifalda de colores turquesa y sus ojos enormes, fue llamado “el primer viudo digital”. Pero él no quiso permanecer allí. Mandó hacer una muñeca de tamaño humano, con la que vive, come, lee y escribe. Interrogado, el señor Kondo dice “Todo pasa dentro de mi mente”, y afirma que tiene muy definidos los límites de su fantasía. Ajá, decimos nosotros. Quizá algunos habitantes de La Castañeda creían también que tenían muy definidos los límites de sus fantasías. Más allá de la salud mental del señor Kondo, lo increíble de esta historia es que no es ciencia ficción. Es una realidad, en este mundo en el que las realidades alternativas −como la enciclopedia Orbis Tertius de Borges− ocupan cada vez más espacio dentro de la “realidad real”.
