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jueves, noviembre 21, 2024

La Tercera Voz 19

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La semana germina incierta.

 

Lunes

No cabe la menor duda, uno se enamora irracionalmente. El ex de Ella y padre de los críos ha enloquecido, dictaminan los que saben –está border–, limítrofe, delirante, obcecado en sabotear cualquier asomo de paz y sosiego que Ella y sus críos tengan. Al grado que Ella no tiene otro remedio que apresurar su salida a un país del sur del continente para poner tierra de por medio en lo que se ha tornado en una historia de “terror”. Compite el hombre por el premio Nóbel a la estulticia y al hedonismo.

Ella recuerda cuando su padre le decía: –Yo te lo resuelvo, no te apures, mientras yo esté vivo yo te resuelvo todo. Tú tranquila– y cómo añora esa voz nutricia. Pero ahora está sola y con la vida a cuestas para dar pasos certeros y definitivos.

 

Martes

Ahí permanecen las cajas vacías en la villa, taciturnas a la espera de que Ella tenga el ímpetu y la decisión de llenarlas. Las cajas. Esos puentes de construcción a una nueva historia. Más digna. Más sosegada. Las cajas de la villa apiladas a la espera del cambio gritan en los rincones: –Ya es hora–. Y Ella las ignora. Pero ahí están. ¡Gritan. Gritan. Griiiiiiiiiiiiiitaaaaaaaaaaaaaan! Y también ladran.

Ella recibe la desafortunada noticia de que su amiga G ha enviudado y está postrada. Ella la abraza a la distancia y en manso silencio. “La vida es una perra que hinca los dientes sin mirar a quien” le recuerda el amigo Charles E. Hay cosas más duras que la muerte. Sin embargo…

 

Miércoles

Tras recoger a los críos en el colegio Ella escucha en el carro Illusion del grupo VNV Nation:

I know it’s hard to tell how mixed up you feel
Hoping what you need is behind every door
Each time you get hurt, I don’t want you to change
Because everyone has hopes, you’re human after all
The feeling sometimes, wishing you were someone else
Feeling as though you never belong
This feeling is not sadness, this feeling is not joy
I truly understand. Please, don’t cry now

La canción raspa la corteza rota de Ella a tal punto que estalla en incontrolable llanto. Llama a su amigo Petrak y le dice: –Creo que estoy enloqueciendo, no puedo ya más–. Los críos la miran, el sapodrilo comenta: –ya no llores que estoy espantado de verte llorar.

Petrak le responde, “tranquila ya va en camino a tus manos mi más reciente libro De lúdicas sombras, ahí te escaparás de tu propia historia”.

 

Jueves

Ella recibe una llamada de su amiga Alexandria. Grata la llamada, sorpresiva. Alexandria la invita a pasar una temporada en las Islas de San Andrés y Providencia. Ella no cierra los ojos. Se sitúa aterrizando en el aeropuerto El Embrujo con los críos y se pierde en ese relato imaginario. Se sumerge en las cándidas aguas del mar caribe y olvida que vivir a veces duele tanto, demasiado. Allí resiste en el abrazo de ese mar. El relato imaginario, ese refugio, esa guarida donde vemos lo invisible y escuchamos lo inaudible. Ese relato donde todo es posible es materia de salvación en la tesitura de la vida.

 

Viernes

Ella parte temprano a Tlaxcala a la finalización de un Diplomado de Periodismo Cultural. Aquel amigo aliado y asesor de logística existencial cotidiana que acompaña a Ella le pregunta:

–¿Va a llegar el Kili?

–Pues eso ha dicho, como siempre– responde Ella.

–No entiendo por qué alimentas esa nube en la que vive el Kili. Nutres su dosis de ego. Pareces una vil groupie infatuada. No olvides la fuerza de la hormona, sólo quiere cogerte.

Ella escucha al amigo atentamente y muy, muy mareada por la carretera y el tráfico le expone:

–Quizá tienes razón, ya le dije alguna vez que era un Tyson cogelón y se ofendió.

–Más bien parece un Tyson de la palabra y ante la palabra caes rendida. No tienes escapatoria. Te llama y te tiene a la expectativa cada vez que anuncia su llegada y siempre acrecienta tu zozobra. Ahí donde lleva coma la historia mejor ponle punto y aparte– espeta seguro el asesor de logística existencial cotidiana.

–Háblame con tu voz suave –musita

Ella –no sea que ante tus verdades despierten mis demonios. Tras el severo tono del diálogo Ella permanece meditabunda y a la espera. Y se transporta nuevamente a las islas, a El Embrujo.

Al finalizar el curso en Tlaxcala después de una larga comida con harto alcohol de por medio Enrique P y Betty Blue ofrecen el aventón de regreso. El Kili viene en la parte de atrás del carro instalado en su ser, gremlin eufórico y sagaz. Sienta cátedra. Para variar. Imposible no escucharlo y no extraviarse en su voz.

“Tus ojos me nacen, en ellos me vivo y respiro”, le escribe Ella al Kili en el vaso de icopor en el que comparten un hiper-dulce y horrible brebaje alcohólico. Él le retorna el comentario con un obsequio, el disco compacto The Best of Bowie. Deciden escuchar Thursday’s Child:

All of my life I’ve tried so hard
Doing my best with what I had
Nothing much happened all the same

Something about me stood apart
A whisper of hope that seemed to fail
Maybe I’m born right out of my time
Breaking my life in two

(Throw me tomorrow, oh oh)
Now that I really got a chance
(Throw me tomorrow, oh oh )
Everything’s falling into place
(Throw me tomorrow, oh oh)
Seeing my past to let it go
(Throw me tomorrow, oh oh)
Only for you I don’t regret

En el trayecto de casi dos horas de diluviante carretera a la Angelópolis el Kili hace mención más de una veintena de veces a la hermosa cabellera de Betty Blue. Solicita incluso de la manera más respetuosa tocarla, la cabellera y le declara:

–El pelo de la mujer es esencial en el juego erótico. El hombre penetra a la mujer y se ase de su cabello o de sus caderas. Un cabello como el tuyo invita a transformar la imaginación. Es francamente hermoso.

B. Blue sonríe agradecida.

El Kili está inquieto. Desnuda el pie derecho de Ella, lo ensaliva y le susurra al oído:

–Recuerdas cuando el Palinuro le dice a su prima Estefanía:

“Comí mandarina, y le ensalivé el pelo, lo olí y le dije:

–Tu pelo huele a mandarina–.

Comí fresas y le ensalivé los pezones. Los olí y le dije:

–Tus pezones huelen a fresas –Comí manzana y le ensalivé el resto de los pechos. Los olí y le dije:

–Tus pechos huelen a manzana–”

–Sí –asiente Ella.

–Cuando lleguemos a la villa quiero ensalivarte toda, de “pies a cabeza” – promete el Kili.

–Sí pero come pérsimos antes –inquiere Ella.

 

Sábado

Tras unas cuantas tazas de café –cinco para ser precisosen el Royalty durante las horas de la mañana frente al zócalo, Ella acompaña a su amiga la “Pelusita” a la tienda deportiva Alcampo. Allí preguntan por balas 22 baby. El gentil caballero que las atiende les indica que ese tipo de municiones ya están descontinuadas y compran entonces siete cajas de 22 corto. Acto seguido se van al campo de tiro y disparan con qué vehemencia ¡Válgame Dios¡ varias horas. La Pelusita tiene el pulso y puntería de toda una cazadora profesional. Ella no tanto, pero brotan de pronto esos rencores inspiradores –que no son pocos– y tiene “anotaciones” de toda una francotiradora digna de Swab Team. Recuerda también que la práctica de tiro era algo recurrente cuando era niña con el papá de Mónica A. que fue incluso director del campo. La Pelusita interrumpe el tiroteo y de la nada mira a Ella y le profiere:

–Ética quiere decir que me importa lo que te pasa. Eso y sólo eso le expresa. Continúa la ráfaga.

 

Domingo

Ella recibe un correo electrónico de su amigo de cuitas Charles E. Él le escribe:

“Oye, ¿te has preguntado por qué eres más cariñosa conmigo en tus correos que personalmente? besos, Charles E”.

Ella responde casi de inmediato:

“Quizá en vivo me da más miedo mostrarte mi amor y mi cariño. La última vez que te vi por más que me empeñé en esconder mi tristeza se asomaba por cualquier rincón. El cuerpo habla. El cuerpo y su testimonio triste. El cuerpo habitado de orfandad. Charles querido te extraño mucho, no me he ido y ya te añoro. Beso tus manos, Ella”

Fin de las epístolas.

Antes de entregarse a un ligero sueño Ella abre un baúl. Del baúl sale una caja. De la caja sale un regalo. Es una Matroshka rusa que alguna vez le regalara su padre traída de sus viajes a la antigua Unión Soviética. Ella la abre. La coloca sobre la mesa. Las cuenta, a las Matroshkas, son once. Las toca. Deleita su mirada y piensa: “la vida sí retoña”.

…Reposa mansa la guerrera, reposa también la pasión. La pasión inevitablemente necesita gritos, el amor se satisface con la palabra. Una voz sin rostro me dice: “En el silencio se conocen las pasiones”. De silencios se saturan los abismos. Construimos santuarios al apego. Malditas palabras. En tu mirada me construyo y me destruyo.

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