La semana se asoma trajinada, acaso incierta, sudorosa.
Lunes
Mascareño, nuevo habitante del fraccionamiento ha empezado a desarrollar el hábito de someter a los seres que le rodean a sus caprichos. Con aplomado descaro se presenta en casa cuando se le da su felina gana. Sin embargo, su novia “Dorotea” ve con buenos ojos su presencia y se doblega solícita a sus horarios. Aprobado Mascareño hoy se pasea por los nuevos senderos con la seguridad que sólo da la experiencia. Los críos de Ella están felices con la nueva mascota.
Y lo mejor de todo es que espanta a los sapos de la zona. Así se crean SA-PO-E-TAS, Mascareño también los azuza.
Martes
Ella recibe con agrado a esa amiga de Tlaxcala que decide visitarla. Ambas degustan un buen café. Un espresso de “La Isla de Kona” recién tostado que le obsequiara a Ella ese amor en turno días antes en Amatlán de Quetzalcóatl. Tras uno y otro café y uno y otro tequila las amigas hablan. Entonces la amiga en un tono solemne le dice a Ella:
–Te tengo una mala noticia Ella querida. Seguramente a ti habrá de entristecerte, pero a mí me alegra completamente.
La amiga extiende su teléfono celular le muestra la noticia del momento, que en todos los medios nacionales e internacionales es el boom:
“Fue detenido por el FBI “el Sapo” en Texas y es poblano”
Ella se queda presa de un instante de aphnea eterno. El cuerpo de ella se eclipsa todo. Todo en ella es de pronto un anacoluto. Y se marea. Pero una voz certera le grita por dentro “Sapo malo nunca muere y menos SA-PO-E-TA,” y de inmediato, entregada a esa intuición acertiva, Ella toma una bocanada de aire y de vida que palpita. Y continúa ya muy tranquila su conversación con la amiga de Tlaxcala:
–Amiga, si bien estamos rodeadas de sapos de toda índole, SA-PO-E-TA sólo hay uno y tiene más vidas que un gato.
La amiga cambia entonces radicalmmente de tema.
–Hay una marcada crisis de masculinidad, se expande como la influenza– le espeta a Ella y continúa–. He llegado a pensar, de hecho lo escribí en un poema, que el hombre perfecto tiene que ser ciego e impotente. Así y sólo así, estará dispuesto a escucharnos, a adivinarnos. Bien decía mi abuela: “la miel no se hizo para el hocico de los cerdos”.
-¿Estás enamorada?- le pregunta a Ella.
Ella permanece muda, sabe que está atoradísima en libretos de bellas, sapos y bestias. Le producen fascinación y hasta delirio. Pero bien sabe que Dios no da alas a los anfibios. Su amiga insiste:
–Creo que en tu mejor faceta pareces estar enamorada de ti misma.
Fin de la conversación.
Jueves
Ese amor secreto está lejano. Al parecer se ha ido a un viaje sin pronto retorno a Nueva Zelanda. Ella se sume entonces en la nostalgia por tan sólo evocar su recuerdo. Pero Ella tiene muy claro que no hay tiempo para el recuerdo ni para tristezas tibias, ni de ninguna índole. Y entiende también que es en las distancias precisamente cuando los amores mueren por vez primera.
Viernes
Ella recibe en la villa, desde Tepoztlán la muy esperada visita de ese amor en turno. Él arriba a la villa a las 18:00 horas con una canasta cargada de presentes: pérsimos, litchis, fresas e inciensos de copal. Además, en su Spotify trae una selección de sus cantaautores favoritos de salsa: Willie Colón, Jerry Rivera, Oscar D’león, Gilberto Santa Rosa, Rubén Blades y el Grupo Niche, entre otros.
El nuevo amor en puertas, ha deambulado por varias islas caribeñas, de ahí su afición por la salsa y el reggae. En la canasta hay un sobre para Ella en el que se lee:
“Mujer impalpable: debes tener presente que me empeño en ser un hombre cualquiera que se enfrenta a esta vida a la que lo arrojó algún karma y a quien la vida no le pasa así nomás como así, sino que le sucede, es decir, es todo un acontecimiento. Me sumerjo en ti. Tuyo”.
Ella lleva 17 años haciéndolo: los penúltimos sábados de cada mes, baila. No perdona este pacto con ella misma. No importa donde esté. Pero el baile del penúltimo sábado del mes es una promesa inquebrantable. Así que invita a su nuevo amor al Mojito en San Pedro Cholula.
Los amores del pasado de Ella han tenido algo en común entre sí: son pésimos bailadores, es más, los lugares de baile les incomodan al grado de convertirlos en algo así como una tatacoa, que según uno de los buscadores de la red de redes es una serpiente brava y venenosa en lengua indígena yararaca. Ella se sorprende con el nuevo amor en turno. El baila como un dios afrocaribeño y Ella baila a la par. Incluso presentes en la pista de baile les hacen círculo y les aplauden. Así que se entregan, él, al movimiento cadencioso de su esqueleto y Ella, al de sus guitarronas caderas; también se deleitan con refrescantes mojitos. Sudan copiosamente. Él le dice a Ella:
–Nunca imaginé que sudar contigo iba a ser de esta manera. Ella observa como se dibujan en el ambiente las palabras húmedas de este hombre deliciosamente bembón. Y con sus dedos, los dedos de Ella, recorre el contorno carnoso de esa boca, la recorre al estilo Cortázar:
“Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja”.
Se hidrata y se nutre en él, en ese beso, Ella. De pronto, Gilberto Santa Rosa entona La Conciencia y Ella canta a la par. ¡Con qué vigor, con que ímpetu es fuente su voz! Se permite incluso hacer algunos ajustes a la rola. Esta libertad no tiene brújula, bien lo sabe. Ella grita entonces la canción a los amores del pasado aún presentes, a esos amores de minúsculos espíritus y sensibilidades de patos de plástico.
La conciencia me dice que no lo debo querer
y el corazón me grita que si debo!
La conciencia me frena cuando lo voy a querer
y el corazón me empuja hasta el infierno,
al abismo dulce y tierno de sus besos.
Cuando se aferra un querer al corazón
y la conciencia no tiene la razón
no valen los consejos;
cuando se prueba del fruto del querer
cuando se aprende a sentir más de una vez
no queda más remedio
que darle cielo y alas al amor
y hacer de lo difícil lo más bello.
La conciencia me dice que lo debo olvidar
y el corazón me grita que no puedo.
La conciencia no sabe que no se puede hacer más
cuando te vuelves preso de unos besos.
de un te quiero, del deseo.
Me dice el corazón:
dale paso al amor que está tocando a tu puerta
pero me grita la conciencia:
Te va a hacer llorar, te va a hacer sufrir
te hará decepción.
Me dice el corazón:
ríndete que el amor te venció
pero me grita la conciencia:
que no se ponen de acuerdo la conciencia y la razón.
Y Ella quisiera que la noche durara toda la vida. Pero
sabe que la alegría es efímera, ligera, como el aleteo del
colibrí. Todo lo demás permanece. Se instala.
Domingo
Tras un frugal desayuno consistente en dos Alka Seltzers, Ella y el amor en turno son invitados a compartir unas horas en el cuasi Spa ubicado en las inmediaciones de Tonantzintla frente al INAOE. Arturo y Alexandra, los anfitriones, calentaron hasta el rojo vivo las piedras del temazcal. El amor en turno, experto conocedor del rito le indica a Ella cómo introducirse respetuosamente de rodillas y de espaldas, a la cavidad vaporosa, seguida por él.Después la invita al silencio. Ellos sudan copiosamente. Tras la mutua aparente flagelación con los ramos improvisados de frescas hierbas aromáticas ambos se sienten en verdad exhaustos. Él se acerca a Ella y le susurra:
—Sudar contigo dos veces en menos de 24 horas sólo puede catalogarse de celestial.
Acompañados del fabulosoYapo, un gran danés o dogo alemán color miel, y de los xoloescuintles Meztli y Zinacatl, saborean junto a sus anfitriones manjares estrictamente orgánicos preparados a la manera lenta.
Arturo, autodidacta sociólogo trasnochado y visiblemente preocupado por la actual alerta epidémica con tintes de pandemia, comenta: “en circunstancias determinadas, como lo son las situaciones límite, emerge la verdadera naturaleza de las personas, sus auténticos
principios, motivaciones e intenciones. Se trata pues de una coyuntura de la interacción humana en la que es posible que se reflejen los valores morales y éticos imperantes de los miembros de una sociedad”. Todos escuchan. Ella alcanza a hilvanar la idea de que tocan a la puerta tiempos de reflexión.
De regreso a la villa Ella flota, levita. Antes de conciliar
el sueño, lo cual a veces le resultaba casi imposible, Ella
en selecciona a Willie Colón en su Spotify y oprime shuffle:
Se que tú no quieres
que yo a ti te quiera
siempre tú me esquivas
de alguna manera
si te busco por aquí
me sales por allá
lo único que yo quiero
no me hagas sufrir más mujer
oye bien
por tu mal comportamiento
te vas a arrepentir
bien caro tendrás que pagar
todo mi sufrimiento
El amor en turno sólo la mira, la transita con esos intensos ojos azabache. Ella duerme con él y en él.
… Tú me haces SEN-TI