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viernes, noviembre 22, 2024

¿Hasta que la dignidad se haga costumbre?

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Claudia Rivera Vivanco tenía una frase que pretendía convertirla en el mantra de su administración. A la menor provocación la exclamaba y con eso intentaba dar entender que estábamos frente a un nuevo tipo de gobierno. “Hasta la dignidad se haga costumbre”, clamaba Rivera Vivanco y su séquito de empleados. Si era porque había sido exhibida por la incapacidad de su gestión para regular al comercio informal, entonces la gritaba a voz viva. Si era porque era denunciada por actos anticipados de campaña, la volvía a mencionar. Si era porque era criticada por su doble papel de aspirante a la reelección y presidenta municipal, lo decía de nuevo. La cantaleta fue incluso ironizada por la entonces regidora Silvia Tanús Osorio: “No por mucho gritar: ‘Hasta que la dignidad se haga costumbre’ van a ganar en las urnas. La ciudadanía dirá quién tiene la razón: ustedes o nosotros”. Y ya se vio que el electorado le dio la razón a la priista al impedir un segundo periodo de Claudia Rivera en el Ayuntamiento de Puebla. El sábado pasado, la exalcaldesa apareció nuevamente en un acto partidista de Morena y la sorpresa fue que estuvo acompañada por el coordinador de Morena en la Cámara baja del Congreso de la Unión, Moisés Ignacio Mier Velazco. El acto partidista fue, sin duda, un espaldarazo para el alicaído diputado federal que ya no sabe qué hacer ante la cantidad de irregularidades que han surgido por parte de su sobrino Moisés Villaverde Mier y su empresa Mizco Consultores, así como la facturas que adquirió su hijo Carlos Ignacio Mier Bañuelos de las compañías fantasma que están bajo la mira de la Unidad de Inteligencia Financiera. La aparición de Nacho Mier no fue espontánea y ocurrió cinco días después de que enviara un par de mensajes sicilianos al gobernador Miguel Barbosa Huerta en sendas columnas de trascendidos nacionales. No cabe duda que hay un reacomodo de fuerzas y es muy probable que Claudia Rivera haya pactado con Nacho Mier su respaldo político y, por ende, de Bertha Luján Uranga, presidenta del Consejo Nacional de Morena. Sin embargo, este movimiento está más cercano a la pena que a la gloria por un solo punto: Durante los tres años de su administración, Claudia Rivera estuvo sometida al permanente ataque de José Arturo Rueda Sánchez de la Vega, director general de Diario Cambio y socio de Ignacio Mier en la empresa Multisistema de Noticias Cambio. El acoso periodístico llegó a tal extremo que desde el Palacio Municipal se reveló que el columnista pretendía que le entregaran 4 millones de pesos mensuales a cambio de defender a la exalcaldesa e iniciar una campaña en contra del gobernador de Puebla. Luego se supo que Rueda comenzó una andanada contra el municipio porque se negó a recontratar a la empresa Mizco Consultores para el programa de Ventanas Ciudadanas. Los ataques continuaron y Rivera Vivanco denunció en dos ocasiones violencia política de género de parte de Arturo Rueda. Uno de esos procedimientos sigue en firme y el denunciado no ha sido notificado debido a que se encuentra preso en el penal de Tepexi por los delitos de extorsión y uso de recursos de procedencia ilícita. Con todo ese historial de agravios, acoso y violencia, este fin de semana Claudia Rivera acogió al socio de su presunto violentador. Las imágenes y los discursos lo dicen todo. ¿Qué pasó con aquello de que hasta que la dignidad se haga costumbre?

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