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martes, octubre 15, 2024

El secreto en el Charlie Hall

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Los artistas mienten para decir la verdad mientras que los políticos mienten para ocultarla

(Alan Moore, escritor de Watchmen, V de Vendetta, From hell, entre otros)

Qué difícil tarea tiene el alcalde Eduardo Rivera Pérez, pues debe, todos los días, caminar en una cuerda floja con el riesgo de caerse.

Para ser más explícito: imagínenlo con un leotardo azul ajustado, una camiseta pegada la cual deja ver ya sus pequeñas lonjas de cincuentón, calza unos zapatos ligeros como de bailarín, en las manos sostiene una vara larga que dice gubernatura y con un paso lento y dubitativo camina sobre un alambre.

Un funambulista de la política, ¿me explico?, ¿no?

Vamos entonces con su historia:

Un día de mayo, por ejemplo, se le ocurrió la brillante idea de invitar a Claudio X. González, a Gustavo de Hoyos Walther, a Enrique Cárdenas Sánchez y a don Jorge Espina Reyes a un acto público.

A todos ellos les une un sentimiento en común: detestan al presidente López Obrador y a todo (TOOODO) lo que huela al Movimiento de Regeneración Nacional.

Ya una vez que fue electo alcalde, a Rivera se le ocurrió otra brillante idea: convocar a Felipe Calderón Hinojosa a su toma de protesta. La forma es fondo, decía Jesús Reyes Heroles (perdón por el lugar común, pero es necesario).

Posteriormente, un día, ya en funciones, los aliados empresariales del presidente municipal le tendieron una trampa al gobernador Miguel Barbosa Huerta, pues en el conocido rancho de Espina Reyes, los afiliados a la Coparmex le reclamaron a gritos y desde la comodidad del anonimato el conflicto que aún se vive en la UDLAP. Ahí atestiguó el hecho el propio alcalde poblano. Obvio ni se inmutó. Sólo miró el espectáculo.

Más tarde, nos enteramos por una crónica de Álvaro Ramírez y por Mario Alberto Mejía que vino a Puebla de Rey Mago, nada más y nada menos que el líder de “Los Chuchos”, Jesús Zambrano, con quien el gobernador poblano está distanciado, ya que el también ex militante de la Liga Comunista 23 de Septiembre respaldó a Rafael Moreno Valle, cuando este mandó a Luis Maldonado a arrebatarle el control del PRD de Puebla a Barbosa. Zambrano jugó chueco a cambio de un buen plato de lentejas.

Y si bien el mandatario ha tratado bien a Lalo Rivera, pues le ha mandado mensajes para trabajar en conjunto, el alcalde panista vive una dualidad esquizofrénica, se reúne con los adversarios del régimen presidencial y estatal y, por otro, actúa como si nada ocurriera en presencia de su amigo el gobernador poblano.

Sin olvidar que uno de sus principales asesores del panista ha sido Rodolfo Ruiz, a quien seguramente ya lo ha negado tres veces, aunque le cante un gallo. A ellos les une una amistad vieja, complicidad y, ¿por qué no?, hasta jugosos contratos.

Pobre Lalo, en verdad es para compadecerse de él, porque qué difícil posición es irle todos los días a Las Chivas y al América.

Qué terrible es tragar sapos las 24 horas y salir a la calle como si nada. Apenas lleva unos cuántos meses y le toca sopa de sapo, caldo de sapo, arroz con sapo, mole de sapo, agua de sapo y de postre un sapo.

Eso sí, hay que admitir que es un excelente actor, porque pareciera que no le ocurre nada, vaya ni canas le han salido con tanto estrés que lleva encima.

Es vivir una doble vida.

¿Al final a quien le será leal?: ¿al mandatario poblano quien le tendió la mano para trabajar en armonía el estado y el municipio?, ¿a los líderes empresariales en los que está Enrique Cárdenas Sánchez?, ¿a los intereses de Claudio X. González?, ¿a los Chuchos?

Lleva casi tres meses y el clóset de la política ya lo asfixia.

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