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jueves, abril 25, 2024

Periodismo Ideológico

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Desde el siglo XlX, la prensa en el mundo ha tenido un rol preponderante en las relaciones de poder. Tal ha sido su injerencia que desde esa época se ha denominado a los medios de comunicación como “el cuarto poder”. Definición descriptiva y nada exagerada, acompañada siempre de la justificación en forma de mantra: “el conocimiento es poder”.  

La historia de la política moderna no solamente ha sido escrita por la prensa en prosa narrativa, sino, a manera de guion teatral; dando forma a los eventos futuros desde la programación mediática.  

El anecdotario cuenta que la intención de dar vida al gigantesco Diario Clarín en Argentina nació a partir de la estrategia de Roberto Noble para tener una herramienta que lo catapultara a la presidencia del citado país. Posteriormente su influencia trascendió esos afanes políticos. Roberto Noble comentaba: “Yo ya no puedo ser presidente, puedo hacer presidentes”. Haciendo alusión al poder político que se manifestaba desde su poder periodístico. 

En el pasado reciente de nuestra nación, el ejemplo más grafico de lo determinante que resultan las alianzas políticos-prensa, es el de la campaña del llamado (tele) presidente, Enrique Peña Nieto, en el año 2012. El diario británico The Guardian, dio a conocer en junio de 2012 un reportaje sobre el amasiato entre Televisa y la campaña electoral de Enrique Peña Nieto.  

Estrategia que al menos inició en el año 2009, desacreditando a sus compañeros aspirantes dentro del mismo partido, para eventualmente, posicionarlo como candidato del PRI. Posteriormente, siguiendo la misma ruta de fake news, ahora con sus opositores en la contienda presidencial. Inclusive fabricaron un montaje romántico, creando un matrimonio mediático con una de las actrices de telenovelas más populares en ese momento. En los años 80s Emilio Azcárraga Milmo,
-padre del actual dueño de Televisa- se pronunció enfáticamente como “soldado del PRI y del presidente”, en relación con el expresidente priista Miguel de la Madrid. 

En términos reales hay escases de periodismo imparcial e independiente. 

El atuendo del periodismo independiente suele ser un disfraz de manipulación. Afortunadamente el individuo cada vez tiene más libertad sobre decidir que consume en términos informativos. Estamos lejos de los años donde Televisa era la única opción para entretener –que no informar- a su amplia audiencia. Actualmente la difusión periodística circula a través de internet, curiosamente no en las plataformas oficiales de los medios, se hace la noticia en las redes sociales.  

Con ello el debate público se ha intensificado. Ahora no únicamente la dialéctica ocurre entre los voceros de las ideas, ocurre también entre los simpatizantes. El campo de batalla se realiza en el tablero de la comunicación política. Es ahí donde la desnudez de la absurda imparcialidad se desdibuja. Ya no únicamente la atención se centra en lo que dice el remitente, se presta atención también en porque lo dice, en sus motivaciones para decirlo. El mensaje es el mensajero.  

La brecha se ha acortado y cada vez la hipócrita imparcialidad tiende a disminuir. Las posiciones políticas habitan con mayor apertura en un mundo virtual donde las puertas no existen. La comunicación de los algoritmos fluye con tanta velocidad que la cesura es cada vez más compleja de materializar.  

La influencia histórica de los monopolios informativos ha reducido exponencialmente. Los mensajes ahora llegan a su destinatario sin intervención del medio.  

Eso lo ejemplifica el presidente López Obrador con su ejercicio comunicativo diario: las conferencias mañaneras.  

El adelgazamiento en el gasto público para convenios con medios de comunicación ha dejado raquíticos a muñecos inflables, llenados por mero aire de percepción.  

Son tiempos de comunicación Darwiniana. Sobrevive el que mejor se adapta. Sobrevive el imprescindible.  

¿Dónde está televisa? ¿Le hace falta al pueblo de México? 

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