Roald Hoffmann
En un par
de espejos unidos
en ángulo recto
tres copias
de ti
miran. Dos
hacia delante, de cara;
pero no son tú,
porque están cambiadas
de izquierda a derecha.
Y en el rincón
donde los espejos se tocan
está un hombre solo
que tiene todo
correcto
en lo que se
refiere a sus costados, excepto
la hendidura
que le afea
en el centro
donde parece que le falta
algo.
Si te movieras,
los dos hombres sin sutura
responderían, más rápidos
que tu vista. Pero
la imagen
en el rincón
se mantiene
allí,
como tú.