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jueves, noviembre 21, 2024

El Gran Adversario

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“No hay nada noble en ser superior a otra persona.  

La verdadera nobleza radica en ser superior a tu antiguo yo” 

Proverbio de los yoguis 

 

Charles Pierre Baudelaire, uno de los “poetas malditos” de la Francia del siglo XIX, esgrimió una frase elocuente, controversial y profundamente reflexiva: 

“El mayor engaño del diablo es convencernos de que no existe”. 

Epígono del romanticismo, Baudelaire se aferra a la figura del diablo.  

Los románticos habían buscado un nuevo héroe para sus experiencias vitales y poéticas.  

Magnificaban a Lucifer hasta verlo convertido en un símbolo. 

Brutalmente asido a ese Romanticismo, que estaba por desaparecer, el poeta francés desmenuza, comprende, y le otorga a Satán una belleza magnífica y sagrada. 

Baudelaire es también – y hasta el extremo- creador de diablos, pues los reinventa y les da vidas nuevas.  

En su obra nos los muestra de formas variadas. De rostros múltiples y caracteres variados. 

¿Pero quién es realmente ese Satanás? 

¿Quién es ese Lucifer?  

Nos los han pintado como un ser maligno de piel rojo escarlata; portador de colmillos vampirescos; ojos que vomitan fuego; cuernos de borrego cimarrón; cola con punta de lanza y un afilado tridente como su arma torturadora y expiadora. 

A lo largo de siglos, filósofos, poetas y escritores han escrito sobre él.  

Pero la mayoría, como lo menciona Yehuda Berg, en su extraordinario libro “Satán, una autobiografía”, lo han entendido mal.  

Y cuando digo extraordinario, me refiero a que la lectura mencionada, ha sido una de las mejores que he hecho en los últimos años.   

Sin duda, muchas de las reflexiones de este escrito, provienen de esa obra literaria. 

Ganador del Premio Nobel, el escritor francés André Gide esboza un presentimiento cuando dice: “Nunca se le sirve tan bien como cuando no se le percibe”. 

Y complementa su sentir cuando menciona: “A él siempre le conviene no dejarse reconocer […] y eso es lo que me molesta: pensar que cuando menos creo en él, más fuerza le doy”. 

Pocos han descubierto las verdades luminosas que se cuelan entre las pequeñas grietas del caparazón humano. 

He aquí una de las claves de nuestra existencia.  

El escepticismo, clavado en nuestra mente racional preserva la incredulidad y alimenta a nuestro gran adversario. El EGO. 

El escepticismo es el atrincheramiento del alma y la lápida de la inteligencia. 

La verdad del Espíritu y la apertura del alma nos pueden llevar a entender el verdadero papel de Satán. 

De entrada, hay que aclarar un gran malentendido. Satán no es un nombre. Es la descripción de un trabajo. Es un papel que se interpreta en el Juego de la Vida. 

Satán es una palabra hebrea. El Antiguo Testamento habla de “HaSatán”, que significa “el adversario” o “aquél que se opone”.  

Un poder que se opone. 

Satán es el antagonista de la película de nuestras vidas. 

Como lo refiere Baudelaire, los rostros múltiples y variados de Satán son la depresión, la ira, los celos, la preocupación, el miedo, el falso orgullo y el comportamiento egoísta. 

Y el ego es la respuesta reactiva al mundo. 

Si nos volvemos vanidosos frente al éxito, es el ego haciendo su trabajo. 

Si nos deprimimos frente al fracaso, ese también es el ego. 

Dejamos que el egoísmo se apodere de nuestro ser… ego. 

Damos caridad y dejamos que todo mundo se entere. Es ego. 

Creamos un conflicto porque alguien tiene una opinión distinta a la propia. Ego por ambas partes. 

Seguimos un creencia ciegamente, sin cuestionarnos. Es igualmente, el ego.  

Nos dicen la verdad y la rechazamos…el ego haciendo su “magnífico” trabajo. 

El ego es finalmente, lo que nos motiva a reaccionar. Es una acción refleja.  

Y de acuerdo al planteamiento de Berg, todos esos pensamientos negativos, son los de Nuestro Gran Adversario, Satán. 

Se ha disfrazado ingeniosamente de nuestro ego, para que pensemos que esa inclinación a la negatividad es nuestra. 

Nada más falso. 

Todos pasamos por situaciones difíciles.  

El tema fundamental, es cómo reaccionamos ante ellas. Qué hacemos con nuestro dolor. 

¿Dejamos que el ego se apodere de nosotros y sufrimos? O lo afrontamos y crecemos. 

Si escondemos la espinosa realidad en el armario, el dolor sigue y se convierte en amargura. 

Hay que confrontar al desafiador, a nuestra propia oposición, a nuestro Adversario. 

 Si el Creador creó este principio negativo denominado satán, no es para que suframos sin razón, sino para fortalecernos en la adversidad. 

Pero solo en la medida que dejemos nuestro papel de víctimas, superaremos los desafíos. 

Entregarnos al proceso espiritual necesario, a pesar de las dificultades, nos llevará a ganar. 

Soltarlo todo. Asumir la responsabilidad total de nuestros pensamientos y acciones, nos conducirá por el camino de la Luz. 

Desear. Anhelar. Poseer la vehemente y humilde actitud de que nada nos pertenece.  

Nada… Todo es prestado. 

El tiempo es lo más valioso que tenemos. Es la moneda de cambio con el Universo. 

Entenderlo es el primer paso hacia el camino de Luz… que a todos nos espera. Depende de nosotros mismos cuanto tiempo nos tardemos en verlo. 

Y la Creación no entiende la negatividad.  

No pienses en una montaña” (acabas de pensar en una montaña). 

Satán quiere que nos hundamos en sentimientos de culpa, desamparo, desesperanza… emociones que la Luz ni siquiera reconoce. 

Pero si corregimos y aceptamos nuestros errores, en ese momento, nos abrimos a que la Luz entre, penetre y envuelva la situación. 

Con la Luz, todo se puede arreglar. 

Siempre hay una salida. Si empezamos a ver la Luz que hay detrás de todo – incluso de las situaciones malas – Satán no tendrá poder. 

Ahora bien, el Universo se rige por un sistema. Existen leyes universales que funcionan hasta en el lugar más recóndito. 

Uno de los principios fundamentales de ese sistema es la Ley de Causa y Efecto 

La tercera Ley de Newton establece: “A toda acción le corresponde una reacción igual en magnitud, pero de sentido contrario”. 

La Ley del karma es una interpretación energética de esa ley, y asegura que cada individuo vive las consecuencias de sus propios actos, ya sean positivos o negativos.  

La palabra karma significa “acción”, y ésta se refiere a nuestras acciones físicas, verbales y mentales. 

La Ley de la Cosecha. “El que siembra vientos, recoge tempestades”. 

Jesús expresa en el Evangelio: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos”. 

Yehuda Berg le llama “Medida por Medida”. 

Es sencillamente, una ley espiritual universal y que es tan simple como las leyes que gobiernan el espacio. 

Así como la Ley de la Gravedad no distingue personas ni cosas. Ni personalidades, ni situación económica ni estatus, ni poder. Una rama le puede caer encima a un mendigo o a un millonario. 

De la misma manera, existe una correlación directa; una proporción de uno a uno entre los pensamientos y acciones de cada ser. 

Es simple. Se trata de energía espiritual. 

En la medida que juzgues a los demás, serás juzgado. 

En la medida que seas egoísta, cosecharás egoísmo. 

En la medida que odies, serás odiado. 

En la medida que ames, serás amado. 

En la medida que cuides de los demás, los demás cuidarán de ti. 

Todo el mundo es puesto a prueba. Todo el mundo está sujeto al principio de “Medida por Medida”.  

Obtenemos exactamente lo que damos. Para bien o para mal. 

Así que la “guerra más santa” que podemos librar es contra nuestro propio ego. Nuestro Gran Adversario. 

Su trabajo es incitar al egoísmo en todas sus manifestaciones:  

Egocentrismo, baja autoestima, depresión, enojo, celos, preocupación, miedo… 

Satán prospera en la necesidad y la decepción. La negatividad, el cinismo y la envidia. 

El gran secreto es entender este juego de la existencia. Darle una patada al egoísmo y saludar a la Vida. 

No importa cuán bajo hayamos caído. Tenemos el poder de cambiarlo.  

Si comprendemos bien, el papel concluyente y último de Satán va acorde con la búsqueda de iluminación.  

Nos obliga a confrontarnos para que vislumbremos el camino hacia la Luz. 

Satán quiere que ascendamos como seres. Que por convencimiento propio, tomemos el camino del Amor. ¿Podría ser un tipo de hierofanía? Tal vez… 

La oscuridad no existe, es simplemente, la ausencia de Luz. 

Por cierto… ¿Y Lucifer 

Resulta que, incidentalmente, su traducción es: “El que brilla” o “Portador de Luz”. 

Y como lo escribiera de manera refulgente Gabriel García Márquez en uno de sus cuentos: 

“La luz es como el agua, uno abre el grifo, y sale”. 

 

Al gran amigo que, en tiempo perfecto, 

me confrontó con la estupenda lectura sobre la autobiografía de Satán.   

Que bajó al infierno. Enfrentó a su satán y dejó que la Luz lo guiara.  

Gracias. 

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