La marea de gente parecía interminable. Cientos de miles se congregaron en el Zócalo de la Ciudad de México, para ver el último Grito de Independencia de Andrés Manuel López Obrador. Una despedida de 21 arengas y cinco minutos de disfrutar el amor que el pueblo reunido en la principal plaza del país le demostró al grito de “¡presidente, presidente!” y “Es un honor estar con Obrador”.
La lucha por cada centímetro del espacio público era brutal. Por cada 10 asistentes que buscaban salir de la Plaza de la Constitución, 30 intentaban ingresar, mientras el personal de vigilancia del Gobierno de la Ciudad de México aseguraba que el cupo estaba completo. A empellones y jalones, apretados como en un vagón del metro Pantitlán a las 7 de la mañana, los mexicanos celebraron las Fiestas Patrias y respondieron “¡Viva!” al mandatario, cuando gritó “¡Viva la Cuarta Transformación!”.
Un par de horas antes, un aguacero puso a prueba la convicción política de los asistentes al Zócalo; muchos se refugian bajo las cornisas. Aun había tiempo. Tláloc y Ehécatl permitieron a los ciudadanos, muchos llegados del interior del país, presenciar el momento histórico: el cierre de un ciclo que López Obrador encabezó con su último acto multitudinario como titular del Ejecutivo Federal.
El mandatario pasó cinco minutos emocionado, despidiéndose de su pueblo. El amor que con amor pagaban los que querían ver por última vez el grito encabezado por López Obrador y la emoción casi hasta la lágrima del político tabasqueño se dejó sentir en la plaza pública. La esperanza aquella que encendió un movimiento se tornó en satisfacción por haber cumplido, por dejar descansar al líder.
“Te vamos a extrañar, cabecita de algodón”, gritó una mujer cuyo grito se perdió entre la mar de rostros felices, animados unos por la presentación de la MS, pero la mayoría, impulsada por atestiguar el momento histórico y despedir al presidente mejor valorado de la historia moderna del país.
“Es uno de los gritos más concurridos a los que he asistido”, comenta Miguel, quien busca refugio bajo la cornisa de una tienda, en 20 de noviembre y República de El Salvador. “El más triste fue cuando gobernaba Calderón, cuando todos se la-mentaban”, dijo mientras se alistaba para intentar acceder a la Plaza de la Constitución.
Tras las arengas sobre los héroes nacionales, López Obrador recordó valores universales: “¡Viva la libertad!, ¡Viva la igualdad!, ¡Viva la justicia!, ¡Viva la democracia!, ¡Viva nuestra soberanía!, ¡Viva la fraternidad universal!”, expresó. Mientras los asistentes levantaban los brazos y los puños para disfrutar lo votado.
Apenas unas horas antes, el presidente de México, acompañado por la presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo, publicó la reforma al Poder Judicial. La presidenta electa estuvo en uno de los balcones como invitada. La próxima vez será la encargada de encabezar la tradicional ceremonia.
Después del Grito, el tradicional espectáculo de fuegos artificiales nubló por momentos la majestuosa catedral metropolitana. López Obrador acompañado por su esposa Beatriz Gutiérrez Müller, presenció el espectáculo de luz y sonido que incluyó unos drones que decían a intervalos “¡Gracias, México!”. En el edificio de enfrente al Palacio Nacional, luces láser dibujaron la leyenda “Gracias presidente”.
A las 22:00 horas, la banda MS puso a bailar y cantar a los asistentes en el Zócalo. La agrupación de Sinaloa de Sergio Lizárraga, hizo una pausa a las 23:00 horas, para dar espacio a la ceremonia del Grito de Independencia. Media hora después la banda reanudó su concierto que concluyó a la medianoche.
Muchos que solo fueron a ver el grito, aprovecharon para salir de la plancha. Por cada 100 entraban 50. El flujo de personas parecía interminable. Sobre Pino Suárez y 20 de noviembre, los vendedores ambulantes ofrecían toda clase de antojitos a los asistentes: esquites, tamales, tacos, pan de fiesta, entre otras cosas se podían adquirir de camino al metro, que amplió su horario para trasladar a la concurrencia. Atrás quedó una época. López Obrador se irá y dejará el paso a una nueva generación de políticos. Como alguna vez quizá soñó. Ha dejado su impronta en la historia de México.