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viernes, septiembre 13, 2024

Obras en Barrio de Santiago benefician solo a la UPAEP y afectan a los comerciantes de la zona

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A tan solo 15 días de la fecha estimada para entregar las obras de mejoramiento en el histórico Barrio de Santiago, en Puebla, el balance para muchos habitantes y comerciantes es amargo. Aunque la intervención buscaba “revitalizar” la zona, el camino para lograrlo ha dejado un sabor agridulce, evidenciando que los verdaderos beneficiados no fueron los vecinos, sino la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).

Las obras, que se centraron en el polígono frente a la UPAEP, incluyeron la instalación de áreas de descanso, bancas de concreto, jardineras con arbolado, un pequeño bici estacionamiento, bolardos y adoquinado.

A simple vista, estos cambios podrían parecer positivos; sin embargo, para los vecinos de la zona representan un claro ejemplo de obras que favorecen a unos pocos mientras ignoran las necesidades del resto.

Desde el inicio del proyecto, los comerciantes levantaron la voz para pedir que no se peatonalizara la zona, argumentando que afectaría gravemente su actividad económica e, incluso, presentaron un estudio técnico que demostraba la inviabilidad del proyecto, tanto por la disminución en el flujo de personas como por los problemas logísticos que acarrearía. Sin embargo, sus súplicas fueron ignoradas.

Para Jenny Fuentes, dueña de un restaurante en el Barrio de Santiago, los meses de junio y julio fueron los más críticos, pues los trabajos imposibilitaron el tránsito de personas y, por ende, sus ventas se desplomaron considerablemente.

Hoy solo esperan que, con la entrega de los trabajos, –que ya tienen un avance del 98 por ciento–, las ventas vuelvan a la normalidad a la brevedad, pues de ser una zona de alto valor comercial, ahora apenas pocos estudiantes o administrativos deciden consumir sus alimentos en medio de la polvareda que azota al barrio de Santiago.

“A muchos vecinos les afectó porque tenían que dejar sus coches afuera, los dos meses que pasamos, junio y julio, fueron terribles, lleno de tierra, de barro, de todo”, manifestó.

A la par, Gustavo, comerciante del giro de alimentos, coincidió en que las obras les trajeron afectaciones durante aproximadamente dos meses, situación que fue un golpe para sus bolsillos debido a que su negocio se encuentra frente a la universidad.

“Nos afectó cuando empezaron las obras, hace dos o tres meses, la obra está quedando alrededor de la universidad. Yo solo supe de estos trabajos preguntando al jefe de la obra y hubo vecinos que no querían que fuera peatonal”, expuso.

Mientras en el barrio de Santiago están por concluir los trabajos de rehabilitación que nadie pidió, al recorrer las calles que rodean a la UPAEP, es imposible no notar los profundos baches que salpican la vialidad.

En calles como la 23 Poniente, una de las principales arterias de la zona, los vehículos esquivan a duras penas los hoyos que parecen multiplicarse con cada día que pasa.

Lo que sí ha cambiado en Santiago es la proliferación de bolardos que, según el Ayuntamiento, se instalaron para mejorar la seguridad vial y dar prioridad a los peatones. Sin embargo, las estructuras metálicas solo lucen acompañadas de calles parchadas y abolladas.

En las calles 21 sur, esquina con 13 poniente, así como sobre la 23 sur, la historia que se cuenta no es diferente: los vecinos tienen que lidiar con un asfalto en calles y avenidas deplorable, mientras la inversión de 45 millones de pesos de las arcas municipales para el barrio de Santiago solo fue inyectada en las inmediaciones de la universidad privada.

Pero no es solo Santiago el que sufre. En la Avenida Juárez, una de las vías más transitadas de la ciudad, las obras del Ayuntamiento también han dejado un sabor amargo.

Aquí, la reducción de carriles para dar paso a una sola línea de bicicletas pone en riesgo la seguridad de los ciclistas, además, los esfuerzos por mejorar la estética urbana han tenido un impacto efímero.

Varios puntos de mampostería, recientemente restaurados como parte de un proyecto de embellecimiento, ya han sido destruidos, incluidos los mismos bolardos que se instalaron en Santiago.

Desde que iniciaron los trabajos, los vecinos de Santiago denunciaron que las intervenciones causaron cierres de calles, rupturas de banquetas, interrupciones en el suministro de agua y encharcamientos que dificultaron la vida cotidiana.

Un grupo ciudadano llamado Puebla 500 denunció públicamente al Ayuntamiento de Puebla, a cargo de Adán Domínguez, acusándolo de imponer la peatonalización sin el consenso vecinal y de ignorar sus preocupaciones, lo que generó recurrentes protestas y un amparo para suspender las obras.

Los vecinos denunciaron que la administración municipal ejecutó obras innecesarias que afectaron la movilidad, mientras que ignoraron sus propuestas para mejorar la seguridad, infraestructura y acceso a servicios básicos.

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