Fue una mañana emotiva en el salón de Plenos de la Cámara de Diputados. Claudia Sheinbaum Pardo, al tomar posesión como la primera mujer presidenta en la historia de México, dejó claro que no estaba allí solo como una líder política, sino como una representante de las mujeres, de aquellas que durante siglos habían sido silenciadas y apartadas de los grandes momentos históricos.
“Dije que el pueblo fue muy claro al decir este 2 de junio: es tiempo de transformación y es tiempo de mujeres”, inició su discurso, en medio de un estruendo de aplausos que resonó por todo el recinto.
No fue un día cualquiera, sino uno que quedaría grabado en la historia de México, porque, por primera vez, una mujer, asumió la presidencia de la nación, luego de 65 varones que la habían antecedido en ese lugar.
Junto a Claudia Sheinbaum se encontraba Ifigenia Martínez, presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, quien fue la encargada de entregarle la banda presidencial y que fue, tanto para la morenista como para muchas, quien abrió brecha para que otras mujeres tuvieran participación en la vida política del país.
Los ojos del país estaban puestos en Sheinbaum, cuando sus palabras pronto hicieron eco de aquellas historias que habían sido ignoradas por demasiado tiempo: “Durante mucho tiempo, las mujeres fuimos anuladas”, recordó, al evocar memorias de abuelas, madres y hermanas que no pudieron estudiar, que no fueron escuchadas o que, simplemente, nunca tuvieron la oportunidad de soñar en grande.
La morenista continuó su discurso con un reconocimiento profundo a las heroínas invisibles, aquellas que con su esfuerzo cotidiano habían allanado el camino para que ese momento fuera posible.
“Hoy sabemos que las mujeres participaron en las grandes hazañas de la historia de México desde diferentes trincheras y también sabemos que las mujeres podemos ser presidentas, y con ello hago una respetuosa invitación a que nombremos presidenta con ‘A’ al final, al igual que abogada, científica, soldada, bombera, doctora, maestra, ingeniera, con ‘A’, porque como nos han enseñado, sólo lo que se nombra, existe”, apuntó.
Cada frase de Sheinbaum trajo consigo una oleada de emoción: reconoció a las mujeres indígenas, a las que tuvieron que callar, las trabajadoras del hogar y a quienes, pese a su esfuerzo, las desigualdades les privaron de tener oportunidades para aprender a leer o escribir por el simple hecho de ser mujeres.
“Llegan nuestras tías que encontraron en su soledad la manera de ser fuertes, a las mujeres anónimas, las heroínas anónimas que, desde su hogar, las calles, o sus lugares de trabajo lucharon por ver este momento, llegan nuestras madres que nos dieron la vida y después volvieron a dárnoslo todo”, recordó la presidenta.
Y con esa evocación, llegaron también las lágrimas de muchas mujeres que sintieron que, finalmente, esa deuda histórica estaba siendo saldada. Ejemplo de ello fue Ernestina Godoy, próxima consejera Jurídica de Presidencia, quien se desarmó cuando las palabras de Sheinbaum soltaron: “Llegan las que han tenido que callar y luego gritaron a solas”.
LLEGAN TODAS ELLAS QUE NOS PENSARON LIBRES Y FELICES
Uno de los momentos clímax de la toma de protesta fue cuando Sheinbaum se presentó más allá de su trayectoria política: “Soy madre, abuela, científica y mujer de fe”, que, a partir de este 1 de octubre, pasó a ser “por voluntad del pueblo de México, la presidenta constitucional de los Estados Unidos Mexicanos”.
“Llegan nuestras amigas y compañeras, llegan nuestras hijas hermosas y valientes y llegan nuestras nietas, llegan ellas, las que soñaron con la posibilidad de que algún día no importaría si nacimos siendo mujeres u hombres, podemos realizar nuestros sueños y deseos, sin que nuestro sexo determine nuestro destino, llegan ellas, todas ellas que nos pensaron libres y felices”, manifestó.
Otros reconocimientos incluyeron a Josefa Ortiz de Domínguez, de quien recordó, no sólo dio el “taconazo” para iniciar la Independencia, sino que dejó en la memoria colectiva una frase icónica: “no se debe premiar a quien sirve a la Patria, sino castigar a quien se sirve de ella”.
También recordó a figuras como Leona Vicario, Madre de la Patria, periodista y luchadora por la Independencia, que hace 200 años supo defender a la mujer por su pensamiento.
El pase de lista continuó con Margarita Maza, Adela Velarde, quien comandó a las “Adelitas” en la Revolución, Dolores Jiménez y Muro, Elvia Carrillo Puerto, la pintora Frida Kahlo, así como Enriqueta González Baz, primera mujer matemática, entre muchas otras que empoderaron a la mujer a través de los años.
El compromiso de Claudia Sheinbaum no quedó en el discurso, pues anunció proyectos que beneficiarán a las mujeres. Uno de estos es que todas las mujeres de 60 a 64 años tendrán un apoyo bimestral, como un reconocimiento al trabajo de las mujeres mexicanas.
Tras el discurso feminista propio de la primera mujer presidenta en el país, Sheinbaum prometió gobernar para todos, con un compromiso que dijo, sería inquebrantable: “No les voy a defraudar”.