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jueves, noviembre 21, 2024

Ciudad Universitaria, el sueño que unió a todos

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Staff HL 

Los paralelismos entre la actual Ciudad Universitaria (CU) y la que está próxima a construirse en el Ecocampus Valsequillo están tejidos de puntos en común que trascienden las épocas y regresan, cual eterno retorno, para ubicarse a la vanguardia en torno a una causa común: la generación del conocimiento como punta de lanza para el desarrollo del estado. 

Ambos proyectos, por ejemplo, son producto de la necesidad de dar respuesta a la demanda social de educación superior, apuestan por una planificación urbana y arquitectónicas de vanguardia; además de que las sedes pretenden convertirse en polos de desarrollo para las regiones. 

De acuerdo con los archivos históricos de la BUAP, la primera CU se construyó entre 1964 y 1969 y fue “la culminación de un proyecto de modernización que rompía con el molde de las viejas universidades –céntricas, claustrales y envejecidas- para crear, en nuevos espacios periféricos, una comunidad de docentes y estudiantes que concretaría los ideales de la autonomía universitaria”. 

Más aún: “Este territorio libre de injerencias políticas y religiosas se expresaría mediante novedosas formas de planificación urbana, arquitectura de vanguardia y acuerdos de largo alcance entre la sociedad civil y el Estado para convertir las ciudades universitarias de América Latina en punta de lanza de la renovación social”. 

Para su edificación se requirieron más de 140 arquitectos que diseñaron las diferentes etapas y proyectos que se desprendían del plan maestro realizado por “Mario Pani y Enrique del Moral, que incluía el trabajo de muralistas, ingenieros y escultores, el conjunto universitario logró condensar los ideales de una época y de un país”.  

En Ciudad Universitaria de Puebla: una utopía de modernización, elaborado por la Vicerrectoría de Extensión y Difusión de la Cultura, este complejo “respondió a las exigencias de un tiempo de planeación, ordenamiento y utopía modernizadora. La idea es que un proyecto de esta envergadura detonaría el crecimiento de Angelópolis y cimentaría tanto su prolongada vocación universitaria como la imbricación de la UAP en el tejido social, industrial y cultural del Estado. 

“La estrategia también respondía a razones de orden público que deben ser mencionadas como el reverso de aquella utopía modernizadora: La edificación de CU hasta los límites de Puebla tenía como meta el alejamiento de los estudiantes del centro de la ciudad, una estrategia similar que fue aplicada a la UNAM en los años 50, al notar que la movilización estudiantil en el centro histórico de la Ciudad de México lograba paralizarlo cerrando sus principales calles, esto ocurría de manera similar en Puebla, al iniciar un brote de descontento estudiantil”.

En ese tiempo, la universidad se enfrentaba a un incremento constante y tirante de la demanda de matrícula que hasta 1962 se mantenía en un promedio inferior a 5 mil alumnos matriculados, todos concentrados en el edificio Carolino, con excepción de la licenciatura de Medicina. Un año después ingresaron 5 mil 228 estudiantes que se rebasó para siempre el límite, sin contar que la presión aumentaría año con año.  

Era tan el hacinamiento que las escuelas “estaban distribuidas en los pisos bajos, las catacumbas y los pisos altos de los tres patios; ninguna escuela tenía la superficie necesaria para cumplir con las condiciones básicas de la enseñanza como para adquirir una formación integral”. 

La necesidad de una nueva sede fue propuesta al gobierno del estado encabezado por Antonio Nava Castillo, quien hizo oficial la solicitud de expropiación de los terrenos del ejido de San Baltasar Campeche que sería pagada por su administración.  

Lo que nadie espera en ese momento fue que el proyecto de Ciudad Universitaria quedó suspendido a causa de un problema político: el movimiento social contra el gobierno de Nava Castillo por su mano dura, persecución contra universitarios, su injerencia en la casa de estudios y, principalmente, por la revuelta social que se desató tras la imposición de la ley de pasteurización de leche en el estado, conocido como el conflicto lechero.  

Entre los principales personajes en la primera línea de la confrontación estaba el rector Manuel Lara y Parra. El 30 de octubre de 1964, Nava Castillo renunció a la gubernatura y fue sustituido por Aarón Merino Fernández. Este enroque y la apertura al diálogo del nuevo gobernador generó el caldo de cultivo suficiente para que Lara y Parra retomara el proyecto para la construcción de una Ciudad Universidad.  

El proyecto, además, fue bien recibido por el presidente Adolfo López Mateos, quien vio la oportunidad de provocar la unidad entre los contrarios políticos en Puebla en un proyecto en común. Para no dejar a dudas su decisión, el mandatario federal visitó la universidad. 

 

A este nuevo ambiente político y social se sumó la Fundación Mary Street Jenkins. El texto de la Vicerrectoría de Extensión y Difusión de la Cultura lo resume de la siguiente manera: 

“Como la universidad estaba imposibilitada para realizar tan magna obra, el rector acudió al gobernador para solicitar participación económica, quien, sin rechazar la petición, a pesar de tener las arcas vacías, tuvo la posibilidad de sumar a la Fundación Mary Street Jenkins y de esa manera conseguir también el respaldo económico que ayudaría a concretar la obra”. 

El decreto expropiatorio fue firmado por el siguiente presidente de la República: Gustavo Díaz Ordaz.

 

 

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CRÉDITOS IMPAGENES

La laguna de San Baltasar Campeche, oasis urbano / Imagen: Oriol Malló 

El rector Lara y Parra (izquierda) con el presidente López Mateos en el Edificio Carolino el 18 de noviembre de 1964 / Imagen: Archivo Histórico Universitario 

La construcción de Ciudad Universitaria, un trabajo que prosiguió en la década de 1970 / Imagen: La Ciudad Universitaria de Puebla, origen y evolución, 1969-2009 

Plano original de la Ciudad Universitaria de Puebla, archivado en la Fundación Jenkins / Imagen: cortesía de fundacionjenkins.org 

Ciudad Universitaria de Puebla a finales de los sesenta / Imagen: La Ciudad Universitaria de Puebla, origen y evolución, 1969-2009 

Alberca del Edificio Carolino: los sueños de modernidad en fase embrionaria / Imagen: Archivo Histórico Universitario 

El presidente López Mateos en su visita al Carolino (1964) / Imagen: Archivo Histórico Universitario 

Maquetas originales de la Ciudad Universitaria de Puebla, tomadas por el arquitecto Miguel Pavón / Imagen:  La Ciudad Universitaria de Puebla, origen y evolución, 1969-2009 

Aarón Merino Fernández, gobernador de Puebla (1964-1969), con el presidente López Mateos / Imagen: cortesía de Intolerancia Diario 

Las obras de ampliación y mejora de la Ciudad Universitaria siguieron durante el rectorado de Luís Rivera Terrazas (1975-1981) / Imagen: Archivo Histórico Universitario 

Autoridades federales, estatales y universitarias en la inauguración de la Ciudad Universitaria de Puebla / Imagen: Archivo Histórico Universitario 

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