21.8 C
Puebla
viernes, febrero 21, 2025

Dos poemas sobre los cerdos de José Emilio Pacheco

Más leídas

Cerdo ante Dios 

 

Tengo siete años. En la granja observo 

por una ventana a un hombre que se persigna 

y procede matar a un cerdo. 

No quiero ver el espectáculo. 

Casi humanos, escucho 

alaridos premonitorios. 

(Casi humano es, dicen los zoólogos, 

el interior del cerdo inteligente, 

aun más que perros y caballos.) 

Criaturas de Dios, los llama mi abuela. 

Hermano cerdo, hubiera dicho san Francisco. 

Y ahora es el tajo y el gotear de la sangre. 

Y soy un niño pero ya me pregunto: 

¿Dios creó a los cerdos para ser devorados? 

¿A quién responde: a la plegaria del cerdo 

o al que se persignó para degollarlo? 

Si Dios existe ¿por qué sufre este cerdo? 

Bulle la carne en el aceite. 

Dentro de poco, tragaré como un cerdo. 

Pero no voy a persignarme en la mesa. 

 

  

 

PREGUNTAS SOBRE LOS CERDOS  
E IMPRECACIONES DE LOS MISMOS 

 

                                          ¿Existe otro animal que nos dé tanto? 

                                 Jovellanos 

 

 

¿Por qué todos sus nombres son injurias?: 

Puerco marrano cerdo cochino chancho. 

Viven de la inmundicia; comen, tragan 

(porque serán comidos y tragados). 

De bruces y de hinojos roe el desprecio 

por su  aspecto risible, su lujuria, 

sus temores de obsceno propietario. 

Nadie llora al morir más lastimero, 

interminablemente repitiendo: 

y pensar que para esto me cebaron. 

Qué marranos qué cerdos qué cochinos. 

Más artículos

Últimas noticias