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jueves, noviembre 21, 2024

La Tercera Voz 51

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Lunes:

No. No era lo correcto. Así Ella sintiera esa energía-imán o ese poder de atracción. O quizá simplemente el relato imaginario construya y dibuje esa energía y en esa medida se haga factible. Pero no. No es lo correcto. No es lo adecuado. Y Ella sí tiene escrúpulos. Algunos. Así que con esta dulce amiga tiene un pacto que no se enuncia. Un pacto que las hace cómplices. Simplemente se intuyen, se adivinan sin saberse del todo.

Los cuatro extranjeros académicos invitan a cenar a Ella. Aunque es bien consciente de esos poderes de seducción que de pronto la toman por asalto. Ella se comporta más que a la altura. Ahí están todos cenando reunidos en Bodegas del Molino. Y Ella está a la altura en modales, en recato, en ese halo de misterio que de pronto la toma y habita toda. Está tan a la altura que casi levita, tanto que ya de pronto es Ella la Bella en plena ascensión. Toda la mesa está en función de Ella. La pareja de académicos de Nueva Inglaterra, su más reciente adquisición afectiva, la amiga inglesa Fionna y el marido de ésta. Otra K por cierto, K de Kenneth. De mirada también hermosa y mansa. Casi azul. Azul no esperanza. Ni nada. Azul. Simplemente. Azul del NO.

Hay un singular halo que abraza a los cinco integrantes de la mesa y se detiene en Ella, que se ha transformado en la sofisticación per se. Ella escucha a cada uno con esos modales tan distinguidos de los que sabe hacer alarde cuando la ocasión lo amerita. Y todos y cada uno de los reunidos alrededor de la mesa tienen de alguna manera que ver con Ella. K que le pregunta:

−¿Qué tequila tomas? yo pediré el mismo que tú pidas.

Así Ella esté dizque “jurada”, pero no resiste y pide un Don Julio para ella y otro para K. La K de F. El académico geólogo pregunta que ¿qué son los escamoles?. La esposa, especialista en Literatura Colonial, habla de un seminario que imparte en la Universidad de Massachussets sobre “amantes del siglo XIX”. Ahí está Ella a la expectativa, construyendo un relato imaginario a partir de la mirada de todos, allí se aventura y se sumerge, ahí en ese relato, en esa zona franca y permisible se anida y se escapa. Entonces su mirada se encuentra brevemente con la de K, quien dice que el tequila está delicioso y alza la copa. Ella sabe que basta con rozar las copas levemente, que bastaría con un leve gesto, un comentario simple, con otro encuentro de mirada para que Ella haga que esa K se asome en su trama y

Pero no habrá trama, ni esa K será un personaje de la historia de Ella, no habrá de configurarse si quiera en el relato imaginario de Ella. Porque Ella tiene un pacto con F. Entonces la mirada de Ella ni siquiera transita en la mirada sajona de K porque K y F son uno, unidad indisoluble y simplemente…….!NO!

Así que se conforma Ella con atisbarlo con toda la distancia emocional que amerita. En esta etapa de tortuguismo y de retorno a la semilla, a la reconfiguración del SER, Ella no está dispuesta a equivocarse. Hay facturas que nunca acaban de pagarse del todo. Entonces se apuntala bien en el piso. La traición no es una palabra que se lleve bien con Ella. No se asoma en su diccionarios. Todavía. Ella respira despacito.

Toma un sorbo de la copa, la coloca en la mesa. Respira despaciiiiitooooooooooo, exhala. Y mientras inhala se autoconvence que no hay historia, que no hay relato ni siquiera imaginario. Se abandona a la no proxemia, a la no historia, a la no seducción, a la no apuesta, al no deseo. No hay ni habrá nada. Ella sólo quisiera un hombre parecido a este, de mirada cálida. Uno “parecido”, nunca la K de su amiga F.

Nunca se descubrirá en esos ojos.

 

Sábado:

Ella se va con los críos a Yautepec. Parte muy temprano a tan calurosas tierras.

Verde, naturaleza verde. El verde brota por doquier.

Los olores dulces a mamey, mango, piña gota de miel, los cocos.

Los críos nadan en la alberca. Ella los mira desde la terraza del departamento de su amiga Sanchesina, la mujer-macho. Los mira y se alivia invariablemente con su sonrisa. La risa de cada uno de los tres es el mejor remedio. De esas risas se sostiene. Son su soplo, su vitamina. El corazón palpita ante esas risas. A su llegada Sanchesina le dice con ese tono hiper-chilango:

−Ojalá puedas dormir porque aquí hay como 200 gallos en la noche, no al amanecer, al anochecer y creo que son como 200.

Ella baja con los críos a la piscina y se entrega al solecito:

−Tómame solecito

Con la frágil esperanza de que el sol caliente un poco el SER, el alma, la desvida y toda Ella se cargue de energía.

Llega también en la noche como huésped aquel amigo de Tonantzintla asesor de la logística existencial de Ella. Mientras los críos juegan con los niños del fraccionamiento Ella ve con sus amigos la película Inglorious Basterds de Q. Tarantino. Excelente. A las 12:00 se retira a la recámara. Allí duerme el sapodrilo, el más pequeño de los críos que espera a la madre. Ella prende el ventilador. Enciende su teléfono, se coloca los audífonos, Anna Nalick entona “The Wreck of the day”:

Driving away from the wreck of the day
And the light’s always red in the rear-view
Desperately close to a coffin of hope
I’d cheat destiny just to be near you
If this is giving up, then I’m giving up
If this is giving up, then I’m giving up, giving up
On love, On love

Driving away from the wreck of the day
And I’m thinking ‘bout calling on Jesus
‘Cause love doesn’t hurt so I know I’m not falling in love
I’m just falling to pieces

And if this is giving up then I’m giving up
If this is giving up then I’m giving up, giving up
On love, On love

And maybe I’m not up for being a victim of love
When all my resistance will never be distance enough

Driving away from the wreck of the day
And it’s finally quiet in my head
Driving alone, finally on my way home to the comfort of
my bed
And if this is giving up, then I’m giving up
If this is giving up, then I’m giving up, giving up
On love, On love

 

Domingo:

Ella no escucha ni uno solo de los 200 gallos anunciados por la amiga. Entonces cuando puede sueña….sueña con escenas un poco tenebrosas, con tildes de opacidades.

¿Sueña? o ¿es en verdad el pasado que aún la embiste?

Ella se despierta con la voz muy golpeada de la abuela Aura en sus infancias Macondianas:

−Mirá de una vez por todas culi-fruncida que así no se viste uno para ir a la iglesa. ¡Respetáte y respetá a los demás, vagabunda, impúdica!….!¡Sota! Seguida la retahíla de un pellizco debajo del tríceps braquial. Ella despierta sobándose el brazo. Desde entonces, cuando Ella se asoma por la iglesia lo hace con falda larga, esquina con los tobillos. Y también entiende Ella que el pecado no es un guiño, es un pellizco.

Ella se prepara para el eclipse y sus bemoles…

…Hay opacidades como dolores crónicos. Son como gritos que no ensordecen del todo, son como astillas que no desangran del todo, sólo se empeñan en recordarte que acaso respiras. Y. QUE. PERSISTENTES. SE. OBCECAN. EN. ROBARTE. UN. POCO. DE. SANGRE. UN. POCO. CADA. DÍA. DE. SIEMPRE. UN. POCO. DE. SANGRE-CRÓNICA. DE. SIEMPRE. QUE. NO. TE. DESANGRA. DEL. TODO. NO HAY POESÍA.

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