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jueves, mayo 16, 2024

Tony Gali Fayad, el ejidatario de las tierras millonarias

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El ejidatario Tony Gali Fayad adquirió muchos terrenos en la zona de Angelópolis en el pasado reciente.

¿Cómo le hizo?

Obteniendo información privilegiada desde los cargos burocráticos que detentó con diferentes gobernadores.

No fue un tema de olfato.

Fue un tema de información.

Sabía desde sus escritorios burocráticos dónde se detonaría la nueva zona metropolitana.

Por eso, hábil como es, compró a diestra y siniestra dichos terrenos en la naciente Angelópolis.

Uno de ésos se lo rentó con el tiempo al empresario Pepe Layón, titular de Fórmula Angelópolis, Sociedad Anónima de Capital Variable.

Eran amigos cuando hicieron el trato, por lo que la confianza fue un factor en esa operación mercantil que dio paso a una empresa dedicada a la compra, venta y servicios en general del ramo automotriz.

Pero el ejidatario Gali quiso romper el acuerdo con el tiempo, cuando Pepe Layón decidió cerrar dicha empresa y construir una plaza comercial.

Y aunque el contrato firmado entre él y Gali no establecía impedimento alguno para cambiarle el giro al terreno, el ejidatario montó en cólera y quiso romper el trato.

A su manera.

Entre gritos y sombrerazos (de ejidatario).

Tras un litigio que inició en 2021 (plagado de trampas, amenazas e influyentismo de parte de los Gali), la justicia federal acaba de concederle la razón a Pepe Layon.

No le alcanzó al ejidatario —así aparece en diversos documentos oficiales— presionar a las autoridades judiciales para ganar un juicio a modo, una vez que al acudir a la justicia federal y realizar ésta una revisión exhaustiva del procedimiento, dicha autoridad determinó que existían vicios en la notificación inicial.

Por tal motivo, la resolución a favor de Pepe Layon fue contundente.

Y lo es en el sentido de que se determinó anular todo el procedimiento en aras de notificar debidamente al interesado.

Así, pues, la Justicia de la Unión ampara y protege a Fórmula Angelópolis, Sociedad Anónima de Capital Variable, por conducto de su administradora única, respecto del emplazamiento al recurso de inconformidad 15/2021.

Así lo resolvió el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Sexto Circuito por unanimidad de votos de la Magistrada Presidenta María Leonor Pacheco Figueroa y de los Magistrados Enrique Cabañas Rodríguez y Alfredo Aragón Jiménez Castro.

En ese contexto, cómo olvidarlo, el hijo del ejidatario Gali —hoy candidato a diputado federal— amenazó a Pepe Layón con una frase que se ha vuelto no sólo célebre sino clásica: “¡Acuérdate de que mi papá aprieta botones para que sucedan las cosas!”.

Una comida con los Gali. En los últimos días, los bots de los ejidatarios me han estado amenazando en Twitter (nunca, jamás, X).

Mire el hipócrita lector este tuit del usuario SandyEagle: “Deberías de alcanzar al cojo, al sapo, al tuerto, normalmente los perros se mueren tras la muerte de sus dueños! De paso te llevas a la sarapes, dan asco”.

Suena a botones apretados.

Ufff.

El sello de la casa.

Otros tuits ofensivos han estado circulando.

En varios, faltaba más, me mientan la madre.

Uno de ésos me reprocha que recientemente me topé a Tony Gali en un restaurante y que temblé al verlo.

Falso.

Narro la historia:

Hace aproximadamente un mes fui a comer a La Boquería con un amigo de altos vuelos intelectuales.

Estando ahí —yo de espaldas a la puerta de acceso—, mi amigo me dijo que habían llegado Gali y su esposa.

(Desde mi posición no podía seguir sus movimientos).

Seguimos comiendo.

De pronto, don Guillermo Pacheco y su hijo Javier ingresaron al lugar, y saludaron al matrimonio Gali —sentado a unos metros de mí— y a quien esto escribe.

(Técnicamente, Gali y yo estábamos espalda con espalda).

¿Qué debí haber dicho al decir del porro tuitero de los Gali: pasearme en las narices del ejidatario, provocar una reacción, elevar la voz con ánimo pendenciero?

Nada de eso hice.

Soy columnista, no pandillero.

No suelo dar espectáculos públicos.

Qué pena que la civilidad sea tan mal vista en un ambiente enrarecido por la violencia verbal y otras lindezas a las que son tan adictos los porros tuiteros de los Gali, mismos que me desean la muerte, por cierto.

Un sentido pésame. Doña Raquel Carrión, madre del entrañable Rafael Cañedo Carrión, falleció este sábado.

Perder a una madre —una madre amorosa— es uno de los hechos más duros que hay en la vida.

Un largo abrazo para mi amigo Rafa en este difícil trance por el que pasa.

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