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sábado, septiembre 28, 2024

Otra raya más al tigre, en el PAN

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El desaseo financiero en el PAN seguirá dando de qué hablar, pues aún falta que el Instituto Nacional Electoral (INE) —al que, por cierto, tanto defienden los panistas— entregue los informes sobre la fiscalización ahora del gasto ordinario, es decir, de la nómina y compras de artículos, gasolinas, entre otros. Esperemos que esta vez Augusta Valentina Díaz de Rivera sí la libre, o que al menos le exija al despacho especializado en materia fiscal que desquite el monto que les pagó para llevar a cabo estas tareas, las cuales debería estar desempeñando el propio tesorero del Comité, o es que ¿acaso no confían en su trabajo?, conste que es pregunta porque en las próximas semanas estará a un más vigilado el manejo de la dirigencia estatal, cuando se acerque la fecha de renovación del Comité Directivo Estatal. “Otra raya más al tigre”, como bien dijo el experimentado Rafael Micalco.

 

EL SUSTITUTO QUE YA SE VA

En apenas una semana, la Fiscalía de Puebla desmanteló varias bandas de narcomenudeo en Puebla, dejando claro quién realmente está combatiendo el crimen en la ciudad. Y mientras ellos meten las manos para limpiar las calles, el alcalde Adán Domínguez solo mira el reloj, esperando que llegue la hora de dejar su silla, sin importar que la ciudad esté ardiendo. Los operativos de la Fiscalía, con detenciones, decomisos de drogas y armas, son un duro golpe para el narcomenudeo ¿Y el Ayuntamiento? Bien, gracias. Homicidios, robos y el narcomenudeo siguen descontrolados, pero Domínguez está demasiado ocupado pensando en su salida como para ocuparse de los problemas reales de la ciudad. Puebla no necesita un alcalde que se cruce de brazos mientras la delincuencia sigue en aumento. Pero claro, ¿qué se puede esperar de alguien que ya tiene las maletas listas, dejando atrás una ciudad en ruinas?

 

10 AÑOS DE AYOTZINAPA

Han pasado 10 años desde la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y el dolor de sus familias sigue tan profundo como el primer día. A lo largo de estos años, las familias han caminado un camino arduo, enfrentándose no solo a la pérdida de sus hijos, sino también a la falta de respuestas claras. Cada aniversario se convierte en un recordatorio de la deuda que tiene el Estado con ellos, una deuda que no puede saldarse con promesas ni con discursos vacíos. El caso de Ayotzinapa no solo es una herida abierta en la historia de México, sino un llamado a la empatía y a la acción. Las familias de los 43 no buscan venganza, solo anhelan lo que cualquier padre desearía: saber qué ocurrió con sus hijos y, algún día, abrazar la justicia que tanto merecen.

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