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martes, octubre 15, 2024

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Adiós a la opulencia

El escándalo que enfrenta el auditor Superior del Estado, Francisco Romero Serrano, permitió al gobernador Miguel Barbosa Huerta hacer una punzante, irónica y tajante reflexión sobre un tema que genera mucho escozor en los ciudadanos: la vida de reyes y excesos de los políticos. Se acabaron los tiempos de las francachelas, explicó el mandatario. Pero también de funcionarios asiduos consumidores de los servicios de mujeres en situación de trata (table dance), las borracheras en restaurantes, así como el dispendio en comidas y bebidas. Al escuchar al inquilino de Casa Aguayo es inevitable recordar el pasado marinista. Eso era justo lo que la ciudadanía vio y juzgó. En dicho sexenio era un secreto a voces que la burbuja marinista era dueña de table dances muy populares. Ir a un restaurante significaba encontrarse a uno o varios funcionarios ahogados de borrachos, acompañados de periodistas y escorts. Eran los tiempos en que un reportero iniciaba el sexenio siendo propietario de Chevy azul y terminaba con un BMW a la puerta de su casa, convertido en un empresario constructor y con una fortuna envidiable. Eran los tiempos en que Enrique Torres era el nombre que esa clase política tenía registrado en su celular para consultar la disponibilidad de relojes cuyo precio podía representar el costo de un departamento. Los familiares del entonces gobernador no cantaban mal. Cuando acudían a Angelópolis salían retacados de bolsas con prendas, zapatos, enseres de marca y a precios estratosféricos. Hasta los funcionarios menores vivan en la opulencia. Operadores de medios tenían lo suficiente para comprar carros último modelo y departamentos lujosos. Así era vivir en tiempos de Marín. Luego, llegó el morenovallismo y, entonces, vino el culto a todo lo que oliera, se viera y pareciera un yuppie o un tecnócrata. Esa clase ya no aspiraba a ser alguien, sus cunas de oro les daban ese pedigrí, lo que los llevaba inexorablemente a tener un culto por el dinero y vida dispendiosa. Eran el ícono de aquella frase: “un político pobre es un pobre político” (de hecho, hasta hicieron negocios con ese clan político). La única duda que los morenogallistas generaban era que disfrutaban más: el dinero o el poder. Por lo visto tras los escándalos revelados por la 4T, queda claro que su obsesión por ser asquerosamente ricos era el motor que los llevaba a soportar humillaciones, que les aventaran celulares, los bajaran de la camioneta a medios camino.

 

El Suntuap y el desfase

Después de décadas de disputas jurídicas en tribunales, el Sindicato Unitario de Trabajadores de la Universidad Autónoma de Puebla (Suntuap) logró su toma de nota, por lo que tiene la facultad para signar su contrato colectivo de trabajo con la casa de estudios. El problema es que apenas recibieron la noticia, los líderes del sindicato ultraizquierdista, surgido en la época en que el Partido Comunista controlaba la universidad, encabezados por Guillermo López Mayo, retomaron sus viejos sueños de opio sin que haya un análisis claro de que sus demandas no sólo están fuera de lugar, sino que serían inviables financieramente. Si el Suntuap pretende ser un sindicato medianamente presentable lo primero que necesita es entender que vivimos en un mundo que aspira a la democracia y no a la ideología. A partir de ahí se puede construir lo que sea.

 

Biestro y la reaparición

El exlíder del Congreso local Gabriel Biestro Medinilla estuvo presente en la comida que el gobernador Miguel Barbosa Huerta ofreció a directivos de medios de comunicación y reporteros que cubren las actividades del mandatario. Lo interesante es que la reaparición del también exdirigente estatal de Morena ocurre en dos coyunturas. La primera es producto de la judicialización de la carpeta de investigación que se sigue contra el auditor Francisco Romero Serrano por violencia familiar. Para nadie es desconocido que Biestro nunca tuvo una buena relación con el auditor, por lo que su presencia en la mesa principal del encuentro no es accidental y tiene mucho de fondo. La otra es que Biestro acaba de dar muy buenas cuentas al entregar 25 mil firmas ante Instituto Nacional Electoral con la finalidad de exigir que la consulta para la revocación de mandate se realice. “Es un orgullo participar en estas tareas desde hace 10 años, de puerta en puerta, con el compromiso y convicción de la 4T”, escribió el morenista en sus redes sociales. (Eso de puerta en puerta es literal. Si lo duda ahí tiene el triunfo que el dúo Biestro-Nora Merino obtuvieron el pasado 6 de junio. Arrancaron casi a media campaña y con todo en contra).

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