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sábado, noviembre 23, 2024

En el PAN no han entendido nada

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Todavía no han terminado de conocerse a cabalidad las consecuencias del tsunami que los aplastó y dejó en peligro de la extinción, y la dirigente estatal del PAN, Augusta Valentina Díaz de Rivera Hernández, ya está pensando en la renovación de su cargo para noviembre y, desde su punto de vista, no hay mejor opción que el candidato perdedor a la gubernatura y responsable de llevar al PRIAN a basurero electoral: Eduardo Rivera Pérez. ¿Tiene el exalcalde el liderazgo para reagrupar al panismo, curar sus heridas y refundarlo ante la nueva realidad política? No y nunca lo ha tenido. Su control del partido surgió de una operación bastante sucia en la que tuvo que dejar de lado la investidura como presidente municipal para convertirse en el principal mapache y así garantizar el triunfo. Tampoco es la mejor opción porque la principal característica de su política es el sectarismo. Todos aquellos que no están dispuestos a someterse a sus designios o, lo que es peor, de sus empleadillos que pululan a su alrededor, son excluidos o perseguidos. De la misma manera, no cuenta con la solvencia de honestidad que requiere el líder de la oposición tras encabezar una administración municipal plagada de corrupción y transas. Las encuestas levantadas por Indicadores SC lo advirtieron muy bien: Casi cinco de cada 10 poblanos consideraba que con el panista al frente del gobierno del estado habría más corrupción en la entidad. Y, tal vez lo que es peor en el ámbito del poder, carga una pesada loza de desconfianza y el estigma de que es “un político que no cumple” su palabra ni los acuerdos. Pensar que Eduardo Rivera es la mejor opción para que dirigir al PAN tras la debacle electoral de la que fue responsable no sólo es un disparate, sino que demuestra que en la burbuja del yunquista no han entendido nada de la lección que los ciudadanos les dieron este 2 de junio. En esta visión es justo donde se resume el fracaso electoral de este domingo: una oposición autista, incapaz de escuchar el reclamo ciudadano, ser empática, sensible y valiente para hacer valer su papel como contrapeso del gobierno en turno. Eduardo Rivera es un timorato que evade cualquier responsabilidad que le corresponde, ya sea política o legal. Ahí está el caso de la seguridad pública: durante dos años navegó de a muertito viendo cómo es que el gobierno del estado hacía el trabajo que le correspondía. El panista ya está siendo candidateado a la dirigente estatal del PAN y ni siquiera se sabe el resultado que tendrán sus cuentas públicas. Y, en estas locuras, no pierda de vista que si no el marido, es la esposa. Al tiempo.

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