Desde que dejó la Secretaría de Seguridad Pública estatal, Facundo Rosas Rosas entró en una etapa de bajo perfil. Con José Antonio Gali Fayad, por ejemplo, no dijo ni pío sobre la grave condición de inseguridad que heredó y terminó por verse reflejada en el descontrol total del huachicol, un problema generado desde la dependencia que encabezó y porque dos de sus dos hombres más cercanos terminaron en la cárcel. Luego vinieron los tiempos convulsos de Martha Erika Alonso, el interinato de Guillermo Pacheco Pulido, la gestión de Miguel Barbosa Huerta, así como el arribo de Sergio Salomón Céspedes Peregrina. Con todos ellos evitó una confrontación directa, pero intentó jugarle al articulista y desde su pluma intentar hilar dos o tres ideas coherentes sobre seguridad pública. Insistimos: todo lo hizo desde el análisis que intenta decir mucho, pero en realidad está hueco de contenido. Lo que más se supo del hombre de confianza del pillo Genaro García Luna en todo ese tiempo fue su detención por haber atropellado a una mujer en la Ciudad de México y porque fue vinculado al escándalo “Rápido y furioso”, la estrategia de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos de Estados Unidos para sembrar armas en el crimen organizado en México. Tras su liberación, el bajo perfil del policía de barandilla fue la constante. Sorpresivamente, hace unos días a Facundo Rosas le salió lo respondón y el espíritu crítico, de ahí que no tuvo empacho en aventarse la puntada de cuestionar la estrategia de seguridad que impulsa el gobernador Alejandro Armenta Mier y que, entre otras cosas, incluye la incorporación de integrantes de la Marina Armada de México en más de una veintena de municipios que concentran más de 50 por ciento de la población estatal. El arribo de los marinos no fue gratuito sino que está íntimamente ligado a la estrategia de seguridad impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y el secretario de Seguridad Ciudadana federal, Omar García Harfuch, quienes dieron el aval a las tareas en Puebla. ¿Por qué tomar un papel protagónico ahora y no antes? La respuesta podría encontrarse en que García Harfuch conoce muy bien al exsecretario estatal de la época morenovallista como también sabe dónde pegarle a la delincuencia organizada, sus vínculos y tentáculos. Al incorporar a la Marina, los cuerpos policiacos tradicionales en Puebla fueron hechos a un lado para dar paso a una línea de acción que incluye inteligencia, orden, ejecución y, principalmente, cero impunidad. ¿Será que Facundo Rosas se siente afectado por la nueva estrategia de seguridad de alguna forma? ¿Será que anda temeroso que se destape algún escándalo que lo lleve nuevamente a estar en el escrutinio público? ¿Será que una vez que la Marina tomó el control rompió las ligas que Rosas Rosas mantenía en los cuerpos de seguridad pública? ¿Acaso vale la pena una confrontación con el gobernador de Puebla nada más por sentirse especialista, crítico o docto? En la jerga policiaca se sabe que las cosas no pasan sin que alguien lo autorice previamente. ¿Será que Facundo Rosas sigue pensando como el policía que echó a perder su propia carrera? Son preguntas, qué conste. Por lo mientras, Armenta Mier ya le mandó su respuesta puntual y desgarradora a Facundo Rosas: “Tenemos al mejor secretario de seguridad que había tenido un gobierno del estado, lo digo con mucho respeto, porque acaba de venir un delincuente a querer dar una conferencia de prensa. Vergüenza le debería de dar a ese delincuente que protegía a huachicoleros, venir a hablar de seguridad”. Así o más claro el mensaje.