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martes, julio 2, 2024

El (des)coordinador del Yunque, ¿qué se fizo?

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Entre sus cartas credenciales esta la jefatura política nacional del Yunque, es decir, el responsable de decidir el rumbo que tomaría la organización en la elección de este año. Su cercanía con el Señor X, alias Claudio X. González, lo colocaba en una posición envidiable, ya que fue uno de los primeros que lo ayudó a construir la vía “ciudadana” en la oposición que, al final, terminó siendo un burdo remedo de Frankenstein.  

Antes de que el PAN, PRI y PRD decidieran a su candidato presidencial se subió al tren de aquellos que impulsaron el Frente Amplio por México y, después, se decantó -obviamente por instrucciones del Señor X- por Xóchitl Gálvez Ruiz. 

Cuando pisó la tierra poblana, Marco Antonio Adame Castillo fue presumido como el refuerzo de lujo que necesitaba Eduardo Rivera Pérez en su campaña, por eso lo designó como su coordinador de campaña.  

Hoy, todos hemos constatado que el peso político, la estrategia y oficio que tanto presumía el político yunquista es, al igual que la cofradía, un lastre del pasado que no sirve para nada, pide mucho y generar muchas broncas.  

Antes de comenzar la campaña ya había señales del poco peso de Adame Castillo, luego de que no pudo siquiera conseguir que su esposa fuera ungida como candidata a la gubernatura de Morelos o, mínimo, la primera fórmula al Senado por la coalición PAN-PRI-PRD. Por el contrario, su cónyuge decidió lanzarse por Movimiento Ciudadano y el resultado ahí está: una derrota mayúscula. 

Al igual que el Yunque, el exgobernador de Morelos vive de sus viejas glorias políticas y está a la espera de que se abra la oportunidad para exigir la cabeza del dirigente nacional del PAN, Marko Cortés Mendoza, con la falaz idea de que se harán del Comité Ejecutivo Nacional.  

Fiel a su muchachito toluqueño, Marco Antonio Adame quiso convertir a la entidad poblana como su feudo. Cómo olvidar aquella vez en que, por auspicio de Augusta Valentina Díaz de Rivera Hernández, quisieron dar un albazo en la oposición y entregarle al Yunque el 60 por ciento de las candidaturas para entregárselas a supuestos ciudadanos que apestan más vieja política que ha miembros de la sociedad civil. 

Y si hablamos de la campaña del candidato a la gubernatura del PRIAN, el resultado fue sumir al PAN en su peor crisis electoral. Sabemos que su candidato toluqueño es muy difícil de tratar, pero se suponía que tenía la experiencia necesaria para manejar los hilos de tal forma que, a pesar de las ocurrencias del abanderado, el proyecto seguía su curso. 

Eduardo Rivera solo gano dos de 26 distritos en la entidad, lo que supone la ausencia total de trabajo del coordinador de campaña que no tuvo el mínimo cuidado de fortalecer las estructuras en el interior y, sobre todo, la capital y zona conurbada.  

En esta campaña, una cosa fueron las torpezas cometidas por Rivera Pérez y otra más grave la ausencia de un político que llevara el barco a buen puerto. Marco Adame cogió el timón, pensó que navegaba en aguas conocidas y terminó estrellando la nave contra los arrecifes.  

¿Cuál es el peso real de Marco Antonio Adame? El membrete. Ya se vio que no ata ni desata, ah, pero eso sí: ¡Cómo chupa recursos! 

 

LA TRISTEZA DE CARLOS NAVARRO 

Qué difícil han ser los días de Carlos Navarro Corro, el dirigente estatal de Pacto Social de Integración, luego de que sumó un nuevo descalabro electoral justo en el momento más importante de la entidad debido a que la elección del 2 de junio llevó a la consolidación del cambio de régimen en Puebla.  

Una vez más, Carlos Navarro peleará con uñas y dientes el registro que está a punto de perder. No es la primera vez, pero es patético que sume tres elecciones salvando el pellejo. 

Pero la verdadera tragedia del dirigente de PSI es saber que la derrota de este 2024 -la cual pudo evitarse sin problema- fue a consecuencia de permitir que Nadia Navarro Acevedo, expriista, expriista, nuevamente priista y la lideresa de ese partido, construyera la política de alianzas. 

¿Qué ganó PSI en esta elección? Una diputación federal del PRI y seis municipios. Nada más. Por el contrario, confirmó que necesita de los presuntos vínculos con el crimen organizado para retener algunas alcaldías.  

La debacle de PSI tiene nombre y apellido. Esa es la tragedia de Carlos Navarro. Saber que no puede cobrar facturas porque la responsable es la niña de sus ojos. Es lo que hay. 

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