La revelación de las mujeres y hombres que acompañarán a José Chedraui Budib en el Ayuntamiento de Puebla causó sorpresa porque no se incluyó a Rodrigo Abdala Dartigues, quien supuestamente ocuparía la Secretaría de Bienestar municipal. Los adelantados y columnistas despistados sembraron la versión de que su inclusión en el gabinete municipal era una imposición del gobernador electo, Alejandro Armenta Mier, a fin de proyectarlo para la alcaldía con miras al 2027. Ahora se sabe que todo eso no solo es falso sino que cayó por su propio peso. Y no lo decimos para mal, al contrario, queda en evidencia que los tundeteclas locales no dan una y es momento que dejen la bola de cristal y asumirse como pitonisos para dar paso a la realidad. Rodrigo Abdala tiene un camino labrado con su propio esfuerzo, a golpe de tenacidad, brillantez y mucha congruencia. Es de los pocos fundadores de Morena que ha demostrado que la mejor
vía para cambiar las cosas no se halla en el sectarismo o la marginalidad. Y, a diferencia de otros que son fundadores y han ocupado cargos públicos, está libre de sospechas o denuncias de corrupción. Todo indica que el coordinador del equipo de transición del gobernador electo ocupará de nueva cuenta la delegación de la Secretaría del Bienestar federal, un área que conoce como la palma de la mano. Su reincorporación es clave para el mandatario electo debido a que necesita a un hombre de toda su confianza que lo ayude a estructurar una de las áreas más importantes de la 4T: los apoyos sociales. Con todo el bagaje que tiene, Rodrigo Abdala no solo puede ajustar y corregir todo aquello que debe mejorar sino que también es el indicado para expandir los programas que la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo comprometió en campaña. No sobra decir que en este encargo, el exdiputado federal tiene una nueva área de oportunidad legítima para potenciar su carrera política e incluso más allá de la capital poblana. Al tiempo.
El camino de Abdala
