Cómo estará desesperado y preocupado Eduardo Rivera Pérez que se tuvo que tragar su orgullo y recurrir al columnista consentido de la ultraderecha poblana para mandar mensajes sobre la contienda interna del PAN. De entrada, es falso que la semana pasada Genoveva Huerta Villegas se haya comprometido con Felipillo Velázquez Gutiérrez a apoyar su candidatura a cambio del 40 por ciento de posiciones del Comité Directivo Estatal. Lo que sí hubo fue la propuesta del propio Eduardo Rivera de entregar 30 por ciento de los espacios a cambio del apoyo, pero eso fue hace varias semanas cuando todavía estaba en juego la elección por la dirigencia nacional del PAN y todo quedó en eso, en una simple propuesta porque nadie del equipo del exedil, incluido el propio Felipillo, se dignó a dar seguimiento para concretar la alianza. Una cosa es que haya pláticas y otra muy diferente que se signen acuerdos, lo que tampoco es garantía de nada porque si algo caracteriza a Eduardo Rivera es que no cumple lo que pacta. A eso hay que agregar que una vez que el oriundo de Toluca supo de la alianza con Mario
Riestra Piña, de inmediato buscó a un personero para ofrecerle a Genoveva Huerta, ahora sí, el 40 por ciento de los espacios. Demasiado tarde y muestra inequívoca de desesperación. Otro punto que tampoco es cierto es que haya dificultad en los equipos de Riestra o Huerta para afianzar el respaldo de sus consejeros una vez que
concretaron su alianza. De hecho, la propia Genoveva estaba teniendo serios problemas en un principio porque nadie quería apoyar un acuerdo con Eduardo Rivera. Desde la óptica de los reticentes, la alianza con el exedil representaba un retroceso que no
tendría buen final. La preocupación de Rivera Pérez parte del hecho de que por sí solo ya no puede garantizar el respaldo de la mayoría de los integrantes del Consejo Estatal para su candidato Felipillo, por eso es que estaba urgido de su alianza con la diputada federal. Hasta unos días después de la elección constitucional, el grupo contrario a los riveristas había hecho sus cálculos y veían materialmente imposible ganarle al candidato del exedil no sólo porque contaban con los recursos constantes y sonantes del Ayuntamiento de Puebla sino porque podían apretar la tuerca para dar la mayor cantidad de empleo a costillas de las arcas del partido. El problema es que el pésimo resultado obtenido por Rivera Pérez llevó al partido a un escenario de drástica disminución de sus prerrogativas para 2025, además de las millonarias multas que dejará la actual gestión de Augusta Díaz de Rivera Hernández. El grupo del exedil también cometió otro error garrafal: atacar a diestra y siniestra a todos los que considera adversarios, en lugar de buscar algún tipo de acuerdo o negociación. Como lo dijimos en una entrega anterior, Eduardo Rivera se olvidó de hacer lo más importante: política. En su infinita y enfermiza soberbia creyó que no necesitaba de nadie. Hoy está a punto de que él y su grupo reciban una gran patada que los eche, de una vez por todas, del PAN.