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miércoles, diciembre 18, 2024

Eduardo Rivera, la hora de pagar

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Seguramente Eduardo Rivera Pérez se acogerá a un discurso victimista, acusará persecución política e inventará toda clase de pretextos sobre las acusaciones por los graves problemas de corrupción hallados en el Ayuntamiento de Puebla, pero la realidad es que con el boquete financiero suma dos gestiones en que las autoridades hallan todo un cochinero por el que el exedil ya debería estar en la cárcel. En su primera administración, la Auditoría Superior del Estado halló, en 2017, un quebranto de 411 millones de pesos, por lo que la Comisión Inspectora del Congreso del Estado le impuso una inhabilitación de 12 años y una multa de 25.5 millones. Si ese castigo no se cumplió fue porque el morenovallismo decidió liberar de la correa al panista a cambio de que fuera el candidato del PAN a la alcaldía de Puebla en 2018. El método fue sencillo: En la Secretaría de Finanzas y el Congreso del estado dejaron de controvertir el amparo promovido por Rivera Pérez, es decir, el exedil nunca ganó el juicio que demostrara su inocencia. En su segunda gestión, el oriundo de Toluca tiene pendiente un pliego de observaciones emitido por la ASE al encontrar irregularidades en el manejo de más de 400 millones de pesos del ejercicio fiscal 2022, es decir, el primer año de gobierno. Todavía falta por conocer los resultados de la revisión de la cuenta pública 2023, pero el descontrol financiero, las sospechas de corrupción y gasto injustificado fueron la constante. Y, si eso no fuera suficiente, Eduardo Rivera y su empleado, el velador más caro del Ayuntamiento, Adán Domínguez Sánchez, deberán explicar ante la Fiscalía Anticorrupción el boquete financiero de 527 millones de pesos que heredaron al morenista José Chedraui Budib. El caudal de irregularidades terminará por cobrar factura. En su soberbia infinita, Eduardo Rivera pensó que no pasaría ante obsceno ejercicio financiero en la Comuna y que nadie le exigiría rendir cuentas. Es por eso que la pérdida del Comité Directivo Estatal del PAN supuso un golpe de consecuencias mayúsculas, pues en su estrategia estaba el utilizar al partido como su trinchera para defenderse de todas las investigaciones y denuncias que se iniciaran. Pepe Chedraui confirmó que ya existen denuncias penales por el boquete financiero. Hoy por hoy, Adán Domínguez y Eduardo Rivera tienen la soga en el cuello y dudamos mucho que estén enterados porque sus actuaciones confirman que creen que no pasa nada. Con todo este contexto, ahora el yunquista pretende iniciar una guerra contra el Comité Ejecutivo Nacional de su partido con el inicio de una impugnación por la elección interna en Puebla. No ha entendido que ha llegado la hora que pague por sus excesos. No ha entendido que es ahora cuando necesita fortalecer a sus aliados en la dirigencia nacional. Eduardo Rivera será el único responsable de su caída y de los damnificados que eso genere, incluida su esposa, la diputada federal Liliana Ortiz Pérez, quien ha quedado fuera de cualquier aspiración política a menos de que entienda la necesidad de desmarcarse de su pareja, algo que suena casi imposible.

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