Lo que Eduardo Rivera Pérez no ha caído en cuenta con su soberbia y errática actitud en la contienda interna del PAN en Puebla es que solito se desnudó frente al nuevo grupo en el poder en el Comité Ejecutivo Nacional. Primero intentó obligar al dirigente nacional, Jorge Romero Herrera, a que sentara a todos los grupos locales para que se conformara una planilla de unidad en la que el grupo de la cabeza del Yunque burocrático la encabezara y ocupara la mayoría de las posiciones. En la lógica del exedil, el resto debería conformarse con las migajas. Como obviamente no lo consiguió, entonces, buscó a sus poquísimos aliados en el CEN para que, a través del Registro Nacional de Militantes, se manipulara el padrón del Consejo Estatal, echaran a los simpatizantes de Mario Riestra Piña y Genoveva Huerta Villegas y los lugares fueran ocupados por incondicionales. Más tardó el yunquista en operar la maniobra, en que la Comisión Nacional de Procesos Electorales del PAN la desechara por considerarla ilegal y violatoria del principio de certeza. Ya se vio que el único aliado de Eduardo Rivera era el presidente de dicha comisión, Geovanny Jonathan Barajas Galván, quien presentó un voto particular con la finalidad de darle el pretexto a los riveristas para continuar su lucha en los tribunales. Y eso es lo que hicieron. Tras la masacre que sufrió el pasado domingo, al perder por una diferencia de 23 votos, Felipillo Velázquez Gutiérrez anunció la impugnación del proceso, bajo el siguiente argumento: “Hay muchas anomalías, hay votos de más, más votos que consejeros y la comisión nacional permitió que se violara la convocatoria porque consejeros que no tenían la credencial de votar, lo hicieron”. Esto, aunque no lo pareciera, representa un paso muy grave porque prácticamente Eduardo Rivera, a través de Felipillo, comenzó una guerra contra la dirigencia de su propio partido. Jurídicamente, el argumento que plantean los perdedores es el mismo que asentó Barajan Galván en su voto particular: que la Comisión Nacional de Procesos Electorales estaría violentando los derechos políticos-electorales y constitucionales al impedir que hubiera una modificación al padrón del Consejo Electoral para insertar a dos nuevos consejeros que fueron designados como coordinadores de alcaldes y diputados locales. Si bien, Felipillo tiene todo su derecho de recurrir a una impugnación, detrás de esta existe un fin político que tiene como principal orquestador a Eduardo Rivera, quien apenas tiene un mes y una semana en el CEN y ya comenzó una guerra contra la dirigencia nacional. Lo que el exedil no ha caído en cuenta es que ha quedado desnudo frente a Jorge Romero como un berrinchudo, soberbio, falso demócrata y necio por querer hacer su voluntad pese a no tener la capacidad ni la fuerza.