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jueves, septiembre 19, 2024

Antorcha, el enemigo público #1

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Véase por donde sea, Antorcha Campesina es la parásita organización que echa a perder todo lo que toca. Su existencia es producto de décadas de protección que recibieron a manos del priismo, principalmente de Raúl Salinas de Gortari, el hermano del expresidente que los cobijó e impulsó a tales extremos que nunca imaginó que terminarían siendo un cáncer. Para desgracia de los poblanos, la organización tuvo su nacimiento en un pueblo perdido de la Mixteca y de ahí comenzaron su expansión nacional. Como los lixiviados, se metieron por todas partes con una falaz idea del marxismo y la Línea de Masas. En los hechos, terminaron siendo una agrupación corrupta, delictiva e ícono del imperio de la impunidad nada qué ver con los principios revolucionarios que proclamaban. El poder corruptor de los Antorchistas son evidentes, por ejemplo, en el Ayuntamiento de Puebla, en donde la gestión del panista Eduardo Rivera Pérez les entregó todo: obras, cuotas político-electorales, impunidad y un sinnúmero de espacios públicos en colonias y unidades habitacionales en donde instalaron puestos callejeros, vendedores ambulantes y tianguis que solo fomentan la venta ilegal de alcohol y narcomenudeo, eso sin contar con el caos vial y las afectaciones a los colonos que ahí viven, quienes han visto cómo de un plumazo sus espacios de convivencia se convierten en los nidos de comerciantes que no sabes si van a vender honradamente o terminaran asaltándote o apropiándose de tu casa. Los negocios que han derivado en la inmensa fortuna de la familia caciquil Córdova Morán también se extienden a las mafias de las grúas, corralones, gaseras, invasiones, además de la obscena corrupción en los municipios donde gobiernan. Ahora nos enteramos que también son los reyes del caos en el transporte público que opera en el sur de la ciudad. A decir de Omar Álvarez Arronte, titular de la Secretaría de Movilidad y Transporte, a tal grado llega el hampa Antorchista que no se sabe cuántas unidades piratas circulan y tampoco es posible aplicar la revista vehicular o los exámenes para impedir que los choferes operen bajo el influjo de drogas para resistir largas jornada de trabajo. La mano corruptora de la agrupación no sorprende en la Comuna, en donde son sus principales aliados políticos, pero en el caso del gobierno del estado se han dado muestras evidentes que no permitirán un chantaje. Ahí están sendas reformas que envió el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina para romper con las mafias en grúas y corralones. Ahora, la Secretaría de Movilidad deberá aplicar mano dura para meter en orden a este grupo encabezado por presuntos criminales -ahí están las denuncias que presentó la Unidad de Inteligencia Financiera en las que aseguró que los ingresos de varios dirigentes provenían de actividades como la extorsión o el secuestro-. Hasta mientras eso no ocurra es imposible dar marcha al ajuste de la tarifa. Los Antorchistas no pueden ser beneficiarios de una medida de esta naturaleza. Pagarán justos por pecadores, sin duda, pero justo el gremio transportista está en la mejor oportunidad para agruparse y poner fin a imperios de corrupción. Antorcha se hace o finge demencia, pero en realidad se ha convertido en el enemigo público número uno de la ciudadanía.

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