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sábado, noviembre 23, 2024

Reconciliaos, los unos con los otros

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Promotores de la reconciliación, en Morena, ya no hay divisiones ideológicas.  

Lo que en el pasado fueron los neoliberales, hoy, según leemos en distintas notas periodísticas se han fundido en un pulcro abrazo amoroso con los nacionalistas de Morena. 

Como lo ofrecieron los viejos cristianos del siglo primero, los morenistas son hoy un solo pueblo, un solo espíritu. 

Las condiciones ideológicas se han diluido.  

Sólo basta colocarse una casaca guinda.  

Sólo basta lanzar una porra. 

Sólo basta maldecir, un poco a la fantasmal oposición. 

Sólo basta tomarse una fotito con el candidato en turno. 

Sólo basta con ir a una gira y aparecer en la foto. 

** 

 

Temerosos de que la división sea sólo un fantasma ocasional, los morenistas han sorprendido a los ortodoxos de la izquierda y del pensamiento crítico.  

Tan es así que los herejes y los santos, los impíos y los devotos, los persignados de la izquierda y los neoliberales de la Escuela de Chicago, los promotores del libre mercado y los aventureros de los Proyectos de Prestación de Servicios, todas y todos, y todes, se han hermanado en una sola fusión. 

Un Gran Hermano los congrega. 

Los que construyeron megaobras y los que repartieron Regeneración se fusionaron en un ente ideológico: el neomorenista que ganó las elecciones pero que nunca llegó al poder. 

El morenista que ya no amenaza al neoliberalismo, sino que se ha sumergido en el capital.  

Reconciliaos, los unos con los otros, fue el mensaje que vino desde las alturas. 

Con espíritu fraterno y amoroso, la República Amorosa, es hoy el segundo piso de la Cuarta Transformación.  

Morena cumplió la máxima de que todo es hoy una gran “República Amorosa”. 

Llegan los villancicos y se encienden las luces.  

 ** 

 

 Los antiguos incendiarios de Morena quedaron atrás. 

Los antiguos fundadores de Morena sólo sirven de escenografía. 

Una escenografía que materializa el ánimo de triunfo. 

Las consignas de que es “un honor estar con Obrador”, que con orgullo coreaban los obradoristas de cepa, cualquier neomorenista las puede clamar. 

El ADN morenista de quienes lucharon contra la Reforma Energética ya se diluyó. 

Los morenistas se volvieron la clase política dominante. 

Los viejos fundadores de Morena ahora se placean entre las vallas de los actos políticos para tomarse selfies como buenos turistas revolucionarios. 

Se placean en los mítines, y se pelean los primeros lugares para aparecer en la foto. 

(Lo que habría que medir es si los programas de Morena se han cumplido en los estados, o si la vieja clase política del pasado simplemente les ganó las butacas y los cargos de dirección política a los izquierdistas de Morena, tan pronto como pudieron hacerlo, y los morenistas se quedaron aplaudiendo a sus nuevos liderazgos.) 

** 

 

Morena dejó de ser el partido marginal y testimonial.  

Morena dejó de ser el partido de la resistencia antineoliberal. 

(Si es que alguna vez lo fue.) 

Morena dejó de ser el partido que se enfrentó al sistema para, ahora, absorber a sus cuadros, y adquirir algunos de sus tics. 

Morena dejó de ser el partido antisistema. 

En fin. 

El segundo piso de la Cuarta Transformación es algo que ni siquiera en la cúpula de Morena comprenden qué es.  

Y mientras tanto, así, Morena vive la hegemonía de los nuevos tiempos.  

Los días del segundo piso de la Cuarta Transformación, metáfora vial, que resulta incomprensible para quienes viajan en transporte público.  

La reconciliación ha llegado a Morena, así como la llegada de Santa Clos al arbolito de navidad. 

Y nadie quiere quedar fuera del consenso construido por Morena.  

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