Como los lectores avezados del Hipócrita Lector lo saben, las clases medias en México son especialmente racistas, clasistas, misóginas, homofóbicas, lesbofóbicas, en suma, discriminadoras.
Si uno revisa, la ENADIS 2022, arroja resultados como los siguientes:
“Entre julio de 2021 y septiembre de 2022, las entidades federativas con mayor porcentaje de población de 18 años y más, que manifestó haber sido víctima de discriminación, fueron: Yucatán (32.1 %), Puebla (30.6 %), Querétaro (30.5 %), Ciudad de México (29.6 %) y Jalisco (27.1 %)”.
Puebla destaca como el segundo estado del país, donde alguna persona ha sido discriminada.
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La discriminación no es exclusiva de un partido político.
La discriminación refleja las creencias y las prácticas que soportan a las élites de este país.
La discriminación es la expresión de la profunda desigualdad económica que guarda México.
El colonialismo interno, la blanquitud, el racismo y el clasismo constituyen ese imaginario de las clases medias, que aspiran a comportarse como las élites económicas sin tener los ingresos de las élites económicas.
El crédito hace soñar a la clase media que es un rey. (Un rey de España.)
Y la discriminación, un simple acto discriminador, hace sentir a las clases medias que son la clase alta.
Es más, en la presente campaña electoral, los candidatos al gobierno de Puebla deberían tener como uno de sus proyectos erradicar la discriminación; lo que significa, en el fondo erradicar la desigualdad de ingreso.
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La derecha neoliberal ha construido una narrativa para descalificar tanto a los movimientos populares como a las expresiones políticas de la izquierda.
En el 2006, la derecha mediática y neoliberal le acumuló adjetivos tanto al movimiento popular de la APPO, como al movimiento obradorista.
“Rijosos”, “revoltosos”, “turbas”, “renegados”, “nacos”, “chairos”, etc. Son calificativos para estigmatizar las luchas populares.
No son significantes ingenuos sino significantes del régimen de privilegios, que fueron reproducidos por los medios de comunicación, y que son adoptados en el vocabulario y la ideología.
Hoy de nueva cuenta, la derecha acude a los adjetivos racistas:
- Morenacos se refiere a los militantes o simpatizantes de un partido político que, por defender un programa de soberanía nacional, combate a la corrupción, la defensa de los recursos energéticos, y que está a favor de las becas universales son “nacos” porque no votan por la “gente bien”.
- Morenacos se refiere a las personas de piel morena que por el hecho de ser morenos son también nacos. La fórmula de la blanquitud racista: un moreno es un naco. Una persona de los pueblos originarios es un naco. Alguien que no hable español en el formato standard es un naco. Alguien que no ha viajado a Europa es un naco. Alguien que no ha estudiado en una universidad privada es un naco. Alguien que no tiene un coche lujoso es un naco. Alguien que no tiene casa propia, a sus cincuenta años, es un naco, y así.
- Morenacos se refiere a la población mexicana que no es blanca ni whitexican. Y que jamás podrá acceder a los privilegios de la clase alta.
En México, la riqueza y el éxito se relacionan con la “blancura”.
Porque un régimen de privilegios se conserva sobre los ideales de esta blanquitud que se considera modernizadora, apegada a los principios occidentales o eurocéntricos, y que sostiene que posee atributos especiales para gobernar.
La América colonial y monárquica se definió por la blancura.
Por el contrario, en la República, ya no contaba ni el color de piel ni el origen ni la devoción religiosa.
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Si en la Europa industrializada del siglo XIX, Marx en el Manifiesto Comunista, convocó a la clase obrera, al proletariado, a unirse para la revolución comunista, en el México posmoderno, barroco y posnacionalista del siglo XXI, la clase social revolucionaria es la de los morenacos.
El papel histórico de los morenacos en el Segundo Piso de la Cuarta Transformación es el papel de la clase obrera inglesa o alemana en la Europa del siglo XIX.
Chairos y morenacos, unidos, jamás serán vencidos.
Musiquita de Calle 13 o de la Cuarta Internacional, o un jingle adecuado, please.
El lector exquisito de esta columna atina a decir que faltaron referencias a Mignolo, Bolívar Echeverría y a otros tantos morenacos de América Latina, por ejemplo, a Gabo, Monsiváis y Piglia.
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Nota Bene, pero no demasiado:
Esta columna, fiel a sus creencias textuales, fomenta la crítica y el debate.
Por eso, esta columna se ha abstenido de simplificar la discriminación por ser morenacos a una expresión individual.
Los lectores hipócritas y morenacos de esta columna, hallarán en la misma, el espíritu laico y pacifista que la motiva. La comprensión del mundo textual de los otros, y la del sí mismo que nos habita, es la mejor contribución que se puede hacer en un mundo de simplificaciones y reduccionismos.
Así que vale, un saludo, a todos los lectores morenacos de esta exigua, efímera y relampagueante colaboración textual.