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jueves, noviembre 21, 2024

Ciudad Gótica

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Batman es una buena película que, por su ánimo cinematográfico, quizás en el futuro pueda ser confundida con un documental. El super héroe idealizado descubre la historia de sus padres en la estructura corrupta de Ciudad Gótica. Una ciudad destruida por malos gobernantes, por la alianza delincuencia-políticos y la desigualdad social. 

El Batman de Matt Reeves más bien parece un documental filmado en cualquiera de los centros urbanos contemporáneos y posee el sentimentalismo apocalíptico del cine hollywoodense que no deja de recordar la ubicuidad del fin del mundo, y la oscuridad que solamente puede ser resuelta a través de una respuesta divina o mágica.  

En el mundo mediático y tecnológico del siglo XXI, prevalecen los mitos y las salidas mágicas; si cruje el sistema democrático por la corrupción, este apocalipsis ideológico-político sólo puede ser enfrentado por la intuición solitaria del huérfano millonario Bruce Wayne, disfrazado del tenebroso hombre-murciélago vengador, que se identifica con el nombre de “venganza”.  

Desde las primeras escenas de la película, los espectadores se van depurando.  

Quienes prefieren los fármacos dopamínicos del cine de efectos especiales y de semidioses de Marvel que rescatan en cada película al capitalismo de su crisis permanente, seguramente sentirán agobio y hasta aburrimiento. 

Lo contrario de lo que se espera en el cine fast track. 

Otros espectadores, ante la falta de una recepción estética, hallarán en la monotonía de la película la narrativa del fracaso de la democracia y la incapacidad humana para crear felices sueños de opio.   

La película lleva como guía desenmascarar la verdad de las familias políticas de Ciudad Gótica y revelar las historias sepultadas de la corrupción de una sociedad cínica. 

El ritual del caos que es Ciudad Gótica es la suma de todos los leviatanes posibles en un ambiente postdemocrático. 

¿Qué verdad oculta la clase política de ciudad Gótica? ¿Cuáles son las verdades que Alfred le ha ocultado a Bruce Wayne? ¿Cuáles son las verdades políticas que se enmascaran cuando el sistema de representación democrático falla? 

*** 

Mad Max se presentaba, o calificaba como una película distópica en el siglo pasado. Los romances idealizados o las utopías buena onda inundaron hace algunos años la cartelera. El Batman de Matt Reeves comprende que vivimos ya en la distopía y que el descrédito de la clase política es permanente. 

La democracia representativa que ha fallado en resolver la desigualdad y la pobreza en las ciudades conduce a la aparición de caminos populistas o extremistas.  

Cuando la clase política profesional ya no puede ilusionar a nadie, entonces surgen las opciones extremistas.  

Que cada vez que un político anuncia la “renovación”, en realidad se trata de un acto fallido.  

Se trata de una acción propagandística. De un conjunto de promesas que, de antemano, el político conoce que no va a poder cumplir y que solamente lo realiza como parte de la lógica electoral.  

Batman dice: “Soy la venganza”. 

El enunciado del héroe enmascarado debe leerse obligadamente bajo coordenadas políticas del fracaso de la representación popular y de la democracia en una sociedad corrompida, porque los políticos antisistema son aquellos que reemplazan a los políticos de la democracia para imponer su criterio personal, sus sentimientos y su cosmovisión, al entramado del poder.  

Ese es el verdadero cambio de régimen, el pasar de un modelo de contrapesos hasta hacer realidad la promesa del hombre murciélago, para quien su mejor aliado es generar el miedo para controlar a la delincuencia callejera de Ciudad Gótica.   

¿Acaso no es esta la lógica discursiva de quienes llegan el poder? 

¿Acaso no es este el ánimo reivindicatorio de los políticos antisistema?  

¿Acaso no es este el estado de ánimo de los gobernantes cuando consideran que gobernar es destruir el pasado porque intrínsecamente el pasado es malo?  

El alter ego de Batman en la película es el Acertijo.  

Un huérfano como Batman que intenta desquiciar a Ciudad Gótica, vengándose de la corrupción de la clase política que les ha mentido a los ciudadanos de Ciudad Gótica. 

El Acertijo y Bruce Wayne comparten un pasado en común. 

Ambos son huérfanos, y comparten también sus tendencias sociópatas. Sólo que Wayne es Batman, el héroe privilegiado que ha sublimado su pasado gracias a su ánimo justiciero. 

Pero no es lo mismo ser un huérfano de la clase trabajadora que ser un huérfano de la dinastía Wayne.  

Las diferencias de clase aparecen en la película como un producto de la desigualdad social.  

Batman no comprende a su sociedad.  

El Acertijo la comprende mejor y así describe a la sociedad de Ciudad Gótica:  

“Esto es un barril de pólvora y el Acertijo es un fósforo”. 

*** 

Las películas distópicas de finales de los años noventa son ahora tímidos documentales.  

Los viejos sueños de sociedades igualitarias y anodinas, donde las personas pueden lograr sus sueños clasemedieros y aspiracionistas, ahora se encuentran con las descripciones sórdidas y expresionistas de Ciudad Gótica.  

Ciudad Gótica es la anti-utopía. Es la figura desencarnada de cualquier centro urbano asfixiado por la corrupción de la clase política y de la policía. 

El Batman de Matt Reeves y Robert Pattinson, es también una reflexión idealizada sobre la política que rodea a los centros urbanos, y sobre los riesgos que, al fallar la política, no queda más que recurrir a los superhéroes sociópatas que buscan sublimarse a través del significante de la justicia. Es una manera de recordarnos que cuando las instituciones fallan ya no hay otro camino que recorrer que el de la violencia, una violencia que crea sus propios mitos.  

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