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martes, noviembre 5, 2024

Rueda y Zavala: Vidas paralelas

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Cuando Nacho Juárez y yo coincidimos en que Hipócrita Lector tuviese como lema “los tiempos de la novela poblana” no imaginábamos lo que vendría a partir del sábado 21 de mayo, cuando la abogada y activista Ceci Monzón fue asesinada y Arturo Rueda, director de Cambio, fue detenido y enviado a prisión. 

Desde sus dos campañas a la gubernatura de Puebla, Miguel Barbosa Huerta se refería a la trama política local como “novela poblana”. 

Y eso es en esencia lo que vemos en el día a día, pero agudizado extraordinariamente a partir de ese 21 de mayo. 

No fue cualquier cosa que una abogada valiente que defendía como pocas a las mujeres violentadas haya sido víctima de un tirador contratado expresamente para ese fin. 

Tampoco lo fue que a las pocas horas, pero en la Ciudad de México, un columnista egresado de la Maestría en periodismo del CIDE cayese en la cárcel por presuntos delitos ligados a la extorsión y al uso de recursos de procedencia ilícita. 

Desde que leí Vidas paralelas, de Plutarco, me cautivó la manera en la que el filósofo e historiador contraponía a los personajes elegidos en aras de extraer su carácter moral. 

Buscaba, en síntesis, revelar la naturaleza de dichos personajes. 

En su explicación, Plutarco plantea que “un lance fútil, una palabra, algún juego, aclara más las cosas sobre las disposiciones naturales de los hombres que las grandes batallas ganadas, donde pueden haber caído diez mil soldados”. 

En efecto: lo primero dice más sobre la naturaleza humana que lo segundo. 

Regresemos al 21 de mayo: 

Rueda, ya en la Ciudad de México, vive horas complicadas. 

Una vez que los periodistas Víctor Hugo Arteaga y Néstor Ojeda revelaron en un reportaje crucial la trama nacida de una denuncia de la Unidad de Inteligencia Financiera sobre operaciones ilícitas ejecutadas por el director de Cambio, éste se apresuró a cancelar su boda vía Twitter. 

Una boda en la que había invertido tiempo —dos meses cuando menos— y dinero. 

Mucho dinero. 

La mejor semana de su vida se volvió la peor. 

Su naturaleza humana lo llevó a cometer un error tras otro. 

Lejos de guardar cordura, se metió en polémicas encendidas, y subió la temperatura de un horno que no estaba para bollos. 

Desafió a todos con palabras titubeantes, y le exigió a la Fiscalía General del Estado que lo citaran a comparecer. 

El día negro que mataron a Ceci, Rueda hizo varias cosas: lucrar con el asesinato, ponerse como víctima, señalar a Jorge Estefan Chidiac como probable responsable y exculpar a Javier López Zavala. 

Un tuit suyo lo dice todo: 

“Una gran amiga de Cecilia Monzón me dice: Zavala y ella tenían en pleito desde hace años. 

“No había razón para que la mandara a matar ahorita. 

“Queda”. 

Pero las investigaciones de la Fiscalía terminaron por imputar a Zavala. 

De esto se enteró Rueda hallándose en la prisión de mediana seguridad de Tepexi de Rodríguez. 

Sus últimas horas en libertad fueron un infierno. 

Y eso se nota por la cantidad y la naturaleza de los tuits y retuits que envió tras el asesinato de Ceci. 

En uno de los últimos que soltó dijo que se sentía en peligro y que recurriría al mecanismo en defensa de los periodistas de la Secretaría de Gobernación federal. 

Ya no le dio tiempo de hacerlo. 

Una hora después, aproximadamente, fue detenido. 

Una foto circuló una semana después vía WhatsApp. 

En ésta se ve a Rueda desencajado, ya con las manos esposadas. 

Viste una playera rosa y un pantalón de mezclilla. 

El gesto —de indescriptible horror — habla más de su naturaleza humana que todos los tuits que escribió en las horas previas. 

Casi a la misma hora en que Rueda estaba siendo detenido, López Zavala bailaba en una boda en Chignahuapan. 

Bailaba y se dejaba fotografiar por sus amigos. 

Decenas de selfies se tomaron con él quienes ignoraban que un mes antes había empezado a fraguar algo que se consumó ese día: la ejecución de Ceci Monzón. 

Quienes después se enteraron de los hechos que lo involucraron, todavía se preguntan cómo pudo haber estado tan sonriente. 

No daba muestras de nerviosismo alguno. 

Se veía festivo, alegre y bailador. 

“Parecía que estaba en campaña”, me dijo alguien. 

Su naturaleza humana lo hizo todavía pedir que su felicidad fuese subida a las redes sociales. 

La prudencia de alguien lo frenó. 

Para entonces había recibido mensajes contundentes de que sus órdenes habían sido cumplidas y que el asesino material ya viajaba a Veracruz. 

¿Qué nos dice la sonrisa de Zavala? 

Nos habla simplemente de su verdadero carácter moral. 

De su naturaleza. 

Vidas paralelas… 

Como Plutarco. 

 

Alejandra Gómez Macchia en la Feria del Libro de Madrid. En medio del júbilo y del cariño, don Miguel Sáenz recibió dos regalos el día en que llegó a los 90 años de edad: un brutal homenaje en la Feria del Libro de Madrid y la presentación de Lisura y tez del envés (Oportet editores, Madrid, 2022), volumen en el que colaboraron “algunos de sus amigos”. 

Una de esas amigas que escribieron para ese libro de colección fue Alejandra Gómez Macchia, quien acudió a la presentación con la felicidad en el rostro, previa parada indispensable en Casa Lucio. 

Ya dedicaremos un suplemento especial sobre ese libro en Hipócrita Lector y compartiremos el texto de Alejandra. 

Ella misma hará la crónica en estas páginas próximamente. 

Siempre es bueno que entre tanta tristeza y sangre fría, haya filos maravillosos de eso que se llama felicidad. 

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