No puedo evitar una vez más del caso Noroña.
Su rabia en momentos como éstos refleja el estado de ánimo de un sector de la política mexicana: el de los resentidos que se sienten imprescindibles.
Noroña, ya lo hemos dicho, cree sinceramente que la doctora Claudia Sheinbaum ganó las elecciones gracias a que él estuvo con ella: más firme que un soldado (o guardia nacional) y más leal que un súbdito (o chalán de peluquería).
Alguien le ha hecho creer que después del presidente López Obrador es el morenista más popular del país.
Malas noticias: no es así.
En su protagonismo no ha dudado en lanzarse en contra de compañeros suyos como Marcelo Ebrard, Adán Augusto López y Ricardo Monreal.
Al primero no lo baja de traidor.
Al segundo, de oportunista.
Y al tercero, de perdedor.
Ponerse por arriba de ellos en este momento le ha valido una repulsa pública, expresada en esa clínica de odio llamada Twitter (jamás X).
Y en su delirio, Noroña ha dicho que merece todo: desde la Presidencia de México hasta la coordinación del Senado.
Este miércoles, el presidente López Obrador —que anda de extraordinario buen humor— dijo cosas que van a derrumbar a nuestro rey del barrio.
De entrada, señaló que Noroña no es de Morena sino del PT.
(Nuestro charrito PEMEX ha venido jurando lo contrario desde sus videocharlas).
Y que, al no ser de Morena, no le tocaba premio de consolación alguno.
Tiene razón el presidente.
La reacción de Noroña será de antología.
¿Qué le responderá al ‘compañero presidente’?
¿Impugnará sus dichos?
¿Entrará en depresión?
¿Chantajeará con irse?
Una y otra vez ha dicho que él no está por puestos y que no es un vulgar ambicioso.
La tarde de este miércoles se verá de qué está hecho.
Tiene dos sopas: o traga sapos o traga sapos.
Mi apuesta es previsible.
En otras partes del país les ocurrirá lo mismo a las decenas de Noroñas que se sienten imprescindibles.
En Morena, es claro, no hay nada dicho para nadie, salvo para las naturales excepciones.
Es duro, pero es la ley: la ley del más fuerte frente a los charritos PEMEX o los reyes del barrio.