Dos caras de una moneda:
La presidenta Sheinbaum haciendo la transición con elegancia y mesura.
El senador Noroña resoplando como un búfalo en contra de sus compañeros.
La presidenta entiende lo que es el poder y para qué sirve.
Noroña enloqueció con el poder y hoy sufre la pérdida de éste.
Empecemos por el final.
Casi a las doce de la noche, la presidenta sube la escalera de la Suprema Corte absolutamente sola.
Y así rinde honores a la bandera e ingresa al salón de plenos.
Noroña, de pie, está a la caza de un saludo.
Ella lo ve de reojo —eso evidenció la transmisión del Canal Judicial— y saluda a todos, menos a él.
¿Cómo actúa el senador?
Se queda rumiando como lo hizo todo el día.
Rumió en el Senado ante la pésima conducción de la Mesa Directiva que hizo Laura Itzel Castillo.
Rumió ante el espléndido discurso de Ricardo Anaya (dardos críticos lanzados con elegancia y mesura).
Y rumió antes, durante su transmisión en YouTube, cuando se les fue encima a Ricardo Monreal, Nacho Mier, Manuel Velasco y Sergio Gutiérrez Luna.
Al primero y al último los acusó de tibios.
Sobre todo, a Gutierritos.
A Monreal también lo acusó de traidor y de traer acuerdos oscuros con Alito Moreno.
La rabia sumada al rencor crea un pésimo cóctel.
Y eso quedó exhibido en su video del lunes.
Sacaba espuma por la boca.
Y su agravio principal tiene que ver con un tema de ego.
Y es que ninguno de los mencionados habló de la “brutal golpiza” que le propinaron ¡seis legisladores! en el Senado.
¡Seis!
(Así lo dijo primero. Luego bajó a tres).
La soberbia hace un pésimo cóctel si se mezcla con el ego.
Noroña se creyó sus mentiras, alimentadas por los aduladores que lo elogian en sus transmisiones.
Hay que decirle que no es el personaje más emblemático de la 4T ni es el heredero de López Obrador.
El suyo es un conflicto de sofá que sólo puede resolverse mediante una buena terapia.
Mal día para Noroña.
Gran día para la presidenta.
Uno, sólo quiere camorra.
La doctora Sheinbaum aspira a la unidad.
Una unidad difícil de lograr (ante la polarización del país), pero desde Palacio Nacional ella persevera en ese tema.
Noroña, en tanto, seguirá siendo Noroña: el paria que se creyó rey y se descubrió mendigo.