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miércoles, julio 3, 2024

Los jefes están enojados

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El ambiente está descompuesto.

La trama electoral se ha vuelto una trama policiaca.

Los que van a ganar están tranquilos, seguros, y son dueños de un aire de cisnes.

Ya se sabe, el cisne muere blanco, pero hay cisnes que por defender a sus polluelos se llenan las alas de la sangre de sus enemigos.

Los que van a perder simulan que ganarán.

Nos les importa en ese viaje llevarse a varios intelectuales respetados todavía.

Creen que en el umbral del silencio está la clave de su victoria.

Ignoran que en ese umbral no habitan los electores que definirán los triunfos.

Ese umbral es un mito genial que no da huevos, pero se aferran a él como algunos periodistas que sufrieron quemaduras de Tercer Grado cuando entrevistaron a Claudia Sheinbaum.

En Puebla, la diferencia que le lleva Alejandro Armenta a Eduardo Rivera es brutal y definitiva.

El panista, hijo del Yunque —aunque ahora lo niegue—, tendría que regresar a sus tiempos de estudiante para recorrer el estado una y otra vez, y lograr, de esta manera, que los poblanos lo conozcan y valoren su cercanía.

Pero eso no se da por contagio.

En consecuencia, Rivera se ha refugiado en la zona metropolitana, donde hay un voto panista fuerte, pero no determinante para lo que quiere: la gubernatura del estado de Puebla.

La última de este personaje tiene que ver con la negación, hermana gemela de la traición.

Una vez que fue evidenciado en su pasión yunquista —organización de ultraderecha manejada por sus jefes—, el candidato del PRIAN ya los negó tres veces y los comparó con el chupacabras.

Imagino las cejas levantadas de los santos varones.

El Empleado del Mes no midió sus palabras.

Negar al Yunque va en contra del juramento de lealtad que hizo cuando fue iniciado.

Si miente en eso, ¿qué otras falsedades no dirá?

Si le es desleal al Yunque, ¿en qué otros ámbitos lo será también?

Él podrá cobijarse en la obligación que tiene de silenciar todo lo relacionado con el Yunque, empezando por negar su existencia y jamás revelar quiénes son sus integrantes ni cuáles son sus actividades y estrategias.

Lo cierto es que negar al Yunque es sinónimo de negar al padre.

Y eso duele.

Ni chupacabras ni mito genial.

El sueño húmedo del Yunque es gobernar el estado como ya lo hizo, en Morelos, Marco Adame, coordinador de la campaña de Eduardo Rivera y santo varón de esa organización ultraderechista.

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