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jueves, noviembre 21, 2024

Las mentiras de los políticos, las encuestadoras y los analistas

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Todos los políticos son actores.

Y eso incluye a las mujeres que participan en la política.

Lo han dicho desde Arthur Miller —dramaturgo casado con Marilyn Monroe— hasta los analistas más destacados.

La política está ligada a la actuación desde la época de los emperadores romanos.

La trama que culminó con el asesinato de Julio César estuvo llena de simulaciones y traiciones, y muchas mentiras.

Pensemos en otros magnicidios más recientes: el de John F. Kennedy, el de Olof Palme, el de Luis Donaldo Colosio.

Traición, intriga, sí, pero todo bañado por la simulación —la actuación— y la mentira.

Maquiavelo lo supo ver muy bien: “Nunca intentes ganar por la fuerza lo que puede ser ganado por la mentira”.

En estas campañas electorales hemos visto cómo una buena parte de los candidatos recurre a la mentira de manera cotidiana.

Mienten para ganar votos.

Y hay electores que les creen todo.

La mentira está presente sobre todo en los debates.

Los analistas —obtusos, profusos y difusos, y también mentirosos— se entretienen en veleidades en el estilo Genaro Lozano: “Claudia Sheinbaum fue la que más sonrió en el debate”.

La moraleja sería: “Ganó (el debate) porque nunca perdió la sonrisa”.

Otros como Héctor Aguilar Camín se quedaron dormidos.

En el caso de éste, es comprensible.

Su candidata Xóchitl Gálvez lo decepcionó abrumadoramente.

¿Qué quería que le hiciera a Claudia Sheinbaum?

¿Que se le fuera a los golpes?

En ese estado de ánimo —el aburrimiento— se estacionó durante media hora.

Una vez despierto, aseguró que votará por Xóchitl.

No dijo nada nuevo.

Todos lo sabemos desde hace meses.

Sólo Lorena Becerra, exencuestadora de Reforma, habló de las mentiras en el debate.

Y dijo que no le alcanzó el papel para anotarlas.

Todos los candidatos mienten.

(Unos más; otros menos. Mienten también las encuestadoras).

Todos los candidatos actúan.

(Hay quienes son pésimos actores de sus emociones).

Van a ganar quienes digan las mentiras más convincentes.

Y los electores engañados celebraremos en las plazas públicas del país la noche del 2 de junio.

Y no es que la política mienta —parafraseando al poeta Jorge Boccanera—, es que los mentirosos quieren ser políticos a fuerza.

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