Un podcast de Luis Chaparro —“Cazagringos”— me hizo volver a ver la serie Narcos México.
Es curioso cómo, desde siempre, la relación entre políticos y narcotraficantes ha sido la misma.
Un señor —sinaloense de preferencia— descubre que puede hacer negocios con una plantita —sin semillas—, y de la noche a la mañana encuentra el cobijo —por unas cuantas monedas— de un judicial —hoy, ministerial— solícito e interesado.
Luego, más adelante, esos dos señores encuentran otro cobijo: el de un tercer señor metido a la política, quien, como ya sabemos, posee un cúmulo de influencias y de redes de operación que provoca que la siembra del primer señor —el sinaloense— se convierta en un negocio lucrativo, capaz de competir con el Producto Interno Bruto de un país: en este caso, México.
Lo que narra Narcos México en los años ochenta sigue siendo la historia de este país dominado por las relaciones entre narcos y políticos.
Sin los primeros, no existen los segundos.
Sin los segundos, no existen los primeros.
El sexenio de Felipe Calderón puso la vara muy alta en materia de complicidades, una vez que el encargado de combatir al crimen organizado —Genaro García Luna— era parte del mismo a través de la protección —muy interesada— que le brindaba a un capo que se inició en el hampa como chofer y corre-ve-y-dile: el Chapo Guzmán.
La Operación Enjambre me recordó, de entrada, a otro zar antidrogas: el general Jesús Gutiérrez Rebollo, quien, durante el sexenio de Ernesto Zedillo, combatió al crimen organizado en aras de beneficiar a un hombre que gustaba de coleccionar avioncitos y traficar cocaína colombiana: Amado Carrillo, el Señor de los Cielos.
Si el enjambre no es derrotado en el seno de la colmena, esta operación encabezada por Omar García Harfuch pasará a la historia por evitar, de entrada, que el crimen organizado no penetre con sus zánganos el techo de cristal de la abeja reina.
De lograr ese objetivo, el nuevo zar antidrogas podrá combatir en serio a todos los cárteles sin excepción alguna.
Cosa curiosa: el primer zar antidrogas murió en un hospital mientras purgaba una sentencia de 40 años de cárcel.
El segundo, en tanto, enfrenta en una prisión estadunidense una condena de 38 años.
El tercero, ufff, encabeza la Operación Enjambre con el apoyo de la Abeja Reina y uno que otro zángano.
Si dicho operativo funciona, cosa que esta columna anhela con vehemencia, la serie Narcos México quedará reducida a un recuerdo amarillento de lo que algún día fue este país llamado México.