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lunes, mayo 6, 2024

Un faro llamado Ale Macchia

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I

Puebla tiene un escritora que no forma parte de ningún grupúsculo literario, tampoco es considerada por el Seminario de Cultura–capítulo Puebla.

Una escritora que en libertad y rebeldía ha logrado escribir líneas maravillosas que han sido exportadas a la Madre Patria.

Una mujer que ha puesto a la ficción al servicio de la realidad.

Alejandra Gómez Macchia se ha enfrentado a uno de los monstruos apocalípticos del siglo XX–XXI: el Cáncer.

 

II

Su travesía, su lucha, su camino iniciático, su descenso a la oscuridad fue narrado de primera mano; por tanto, sufrido de primera mano.

Debo decir que para alguien que se sabe cliente frecuente de la ansiedad/depresión nunca es buena idea ser testigo de este tipo de acontecimientos.

Soy esa persona que sufre al entrar a un hospital, que padece el sufrimiento del ser querido y se autoflagela enunciando: ojalá me estuviera pasando a mí y no a ti.

Antes de escribir esto, me animé a leerla; porqué muchas notificaciones me avisaban que todo sería positivo.

¿Si ella no salía avante, qué esperanzas hay para personajes como yo, que seguido sentimos el peso de la montaña encima?

 

III

Leerla y comprender su lucha (aquí viene mi autoflagelación), me hace sentirme absurdo ante mi pequeño episodio que tuve el martes pasado.

Aunque no fue tan oscura, la noche me visitó y me paralizó.

La incertidumbre de saberme víctima de una burocracia que es inhumana, poco empática y nada realista; me provocó una crisis, donde de pronto me vi llorando sin causa aparente.

Y al siguiente día, somaticé con una migraña terrible y una leve sensación de vértigo: un viaje al inframundo sin el patrocinio de algún producto psicodélico.

 

IV

De pronto, escucho las voces, diciéndome: ¿para qué tanta espiritualidad, para qué tanto leer si no puedes salir avante de algo así? O tal vez: ¿por qué sigues sin ser racional y cauto como cualquier persona normal? ¿cuándo vas a aprender a tener el control de tu vida?

Ironías de la vida, muchas de estas crisis son por creer que tenemos el poder de controlar las cosas.

El camino iniciático y espiritual te aconsejan que lo primero que debes dejar de hacer es: querer controlar las cosas.

 

V

Escribo esto para, de una u otra forma, asegurarme que me llegue el mensaje.

Está bien estar mal y es necesario tocar fondo.

Me pregunto: ¿ya toqué fondo o aún me falta?

Debería de no hacerme esa pregunta, porqué es otra forma de querer tener el control.

Tampoco debo compararme con la lucha de otras personas, ni menospreciar la propia; pero -casi siempre- es inevitable.

Toca respirar, soltar, confiar y dejar de buscar el por qué; pues lo importante es para qué.

 

VI

Todo esto, para decirte, querida Alejandra: me alegra saber que a partir de hoy tu vida se leerá, sonará y sentirá distinta. Que tus letras me dan energías y esperanza. Gracias.

Espero pronto invitarte un trago y escuchar de viva voz, la forma en que ahora miras la vida.

Fuera de lugar

Aún no sé, si la vida me va a permitir cumplir el gran sueño de dirigir los destinos culturales de Puebla tanto a nivel capital como a nivel estatal.

Pues lo vivido en los últimos años, pareciera que busca decirme: eso ya no es para mí o está probando qué tanto lo quiero y cuánto estoy dispuesto a aguantar.

En caso, de que la vida me lo permita; hay algo que estoy seguro debe modificarse: los procedimientos burocráticos existentes para que una persona reciba su salario o su pago por una actividad.

Ninguna institución gubernamental debería jugar con la economía y el hambre de las personas.

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