En estos días cayó en mis manos un libro conmovedor: Dos vidas, de Emanuele Trevi (Sexto piso, 2022).
I. Felicidad
Esta obra inicia con este epígrafe de Cristina Campo: “En cuanto a ser felices, eso es / lo terriblemente difícil, lo extenuante. / Es como llevar en equilibrio / sobre la cabeza una preciosa pagoda, / hecha de vidrio soplado, con campanillas / y débiles llamitas, / y ejecutar hora tras hora tras hora los mil / oscuros y pesados movimientos de la jornada / sin que ninguna lucecita se apague, ni ninguna campanilla desentone”.
II. Amistad
Emanuele Trevi escribe un libro para recordar a sus amigos muertos, también escritores: Rocco Carbone y Pía Pera.
Rocco era temperamental, bipolar, exigente como amigo, un tanto agresivo, pero su amor por la vida era contagioso. Hacía que los demás giraran alrededor de él -también las mujeres-. Era insoportable pero irresistible. Un día había quedado de comer con Emanuele. Le habló en el último momento para cancelarle. Le dijo que había recordado que había hecho compromiso con una amiga y, dada la confianza que tenía con él, le pidió que entendiera que no lo vería ese día. Tomó su moto y, como suele suceder, había un trailer estacionado donde no debía y Rocco se fue a estampar con su motocicleta contra él. ¿Qué hubiera pasado si no hubiera cancelado la cita, si su coche no estuviera descompuesto -por eso fue en moto-? Bueno, así son muchas muertes, nos sorprenden porque llegan cuando no lo esperamos.
La otra amiga es Pía Pera, una mujer rebelde, entusiasta, tierna, amorosa, condenada a que sus amores siempre fueran un fracaso a causa de sus malas decisiones. No se amargaba por eso, lo asumía con una sonrisa estoica. Yo leí hace muchos años una novela que escribió intentando ponerle voz femenina a Lolita, el gran personaje de Vladimir Nabokov. Parece que el libro fue un fracaso y su amigo el propio Rocco se pregunta si esa literatura derivada puede dejar de ser una pálida sombra del original. Curiosamente, Nabokov tradujo del ruso al inglés Eugenio Oneguin de Pushkin, y Pía Pera del ruso al italiano. Cuando apenas daba un pie en la madurez, comenzó con esclerosis múltiple. Uno de los primeros síntomas es que empezó a cojear. Ella escribió, al inicio de su última novela: “Un día de junio de hace unos años, un hombre que decía que me quería, observó, en tono de reproche, que cojeaba”.
III. Flores que caen
Emanuele Trevi escribe este libro sobre sus amigos y los vuelve personajes, a partir de un brillante encuadre: “Escribir sobre una persona real y escribir sobre un personaje imaginario es, a fin de cuentas, lo mismo: hay que sugerir lo máximo posible en la imaginación del lector con lo poco que el lenguaje ofrece. Es encender un gran fuego psicológico con algunas ramitas húmedas recogidas aquí y allá”.
Quizá haya más nostalgia en una amistad perdida que en un amor roto. El amor roto es como la caída del florero de cristal. En cambio, la amistad que es aparentemente interrumpida por la muerte permanece e incluso puede crear una presencia ausente, aún más poderosa.
En Carta de un desterrado, el gran poeta chino Li-Po describe su amistad de toda la vida con su mejor amigo. Cuando su amigo parte para problablemente, por la edad y la distancia, no verse más, escribe: “y si me preguntas cómo siento esta partida: / es como las flores que caen al terminar la primavera / girando embrolladas, confusas. / De qué sirven las palabras, y no tienen fin las palabras, /no tienen fin las cosas que se tienen en el corazón”.
Dos vidas, de Emanuele Trevi es un libro entrañable porque, como nos recuerda la contraportada: “no hay mejor tumba que el corazón de un amigo”.