I. María Kodama y las viudas
Acaba de fallecer María Kodama, la viuda de Jorge Luis Borges. No la conocí, pero honro su presencia en la vida del gran escritor argentino porque le dio, sino la felicidad, de la que él desconfiaba, cuando menos la serenidad, lo que no es poca cosa si vemos que antes de ella tuvo malogrados y espantosos enlaces.
Estamos acostumbrados (mal) a hablar de las mujeres de…
Platicaba con una amiga hace unos días y me decía que algunas personas lo único que saben de Elena Garro es que fue mujer de Paz y amante de Bioy Casares. ¿Se merece una mujer que su identidad se construya solamente a partir de quién fue su marido o su amante? Por supuesto que no.
Ahora bien, cuando se trata de viudas literarias o artísticas, surgen otras dificultades. ¿Es adecuada la defensa que hacen del legado literario?
Viene a la mente el caso de Yoko Ono, para muchos, incluso, la destructora de Los Beatles. (por cierto, Kodama y Ono, quizá por su ascendencia japonesa, ya de adultas mayores, “tienen un aire” como decimos).
El legado de Paz, administrado por Marie José Trimini, ha terminado en un fideicomiso que acaba de dar lugar a un nuevo espacio del Inbal y de la Cdmx para resguardar el patrimonio artístico que dejó el Premio Nobel. Ojalá sea preservado adecuadamente.
No nos desviemos. Lo importante es visibilizar a las mujeres que sólo tienen crédito a partir de sus hombres o, en el mejor de los casos, en relación con sus amores. Artemisia Gentileschi, la gran pintora del Renacimiento y su maestro y violador Agostino Tassi; Mary W. Shelley, la autora de Frankenstein, y el poeta Percy Shelley, de quien toma el apellido. O parejas más equilibradas: Frida Kahlo y Diego Rivera, por ejemplo, cuya calidad pictórica es desigual pero que tienen fama similar o incluso ella mayor que la de él.
II. Hombres de mujeres
Menos comunes son los casos de hombres que están a la sombra de sus mujeres. ¿Alguno de los amigos de Hipócrita Lector puede decir cómo se llama la pareja de Ángela Merkel, la excanciller alemana? No me sabía su nombre, pero lo investigué. Es Joachim Sauer, químico teórico. En una cumbre del G-7 aparece en una estupenda foto con las mujeres de los hombres más poderosos del mundo. O el caso de Pierre Curie, famoso él, pero no tanto como Madame Curie.
Otros casos menos afortunados son el del esposo de la reina Isabel de Inglaterra, que cada vez que abría la boca ponía a temblar a todos porque afloraban su racismo, su clasismo y su aburrimiento indiferente ante los demás.
III. Mujeres constelaciones
Ahora bien, hay mujeres constelaciones, alrededor de quienes giran hombres que viven el privilegio de estar cerca y de amar a mujeres imán, mujeres sol.
Vienen a mi mente tres casos: Alma Mahler, casada con Walter Gropious, el arquitecto fundador de la Bauhaus, con Gustav, el genial compositor y luego con Franz Werfel, con quien emigró a los Estados Unidos, además de haber sido amante de Oscar Kokochka.
Pienso en Gala, quien fue amante de Paul Éluard, de Max Ernest, y luego de Salvador Dalí.
En México, pienso en Michelle Alban, quien vivió con Juan García Ponce y tuvo hijos con Tomás Segovia y Salvador Elizondo.
Mujeres excepcionales cuya inteligencia y belleza atrajo a los mejores artistas de su época.
Ojalá que en un futuro cercano las mujeres no vuelvan a ser etiquetadas como las esposas o las amantes de alguien -sea quien fuere-. Que las elecciones eróticas de una mujer -cualquier mujer- no determinen la manera en que son percibidas, sino que se les defina por su talento, por sus acciones, por ser, simplemente, ellas.
