Las bibliotecas, espacios destinados a albergar el conocimiento en forma de libros, así como algunas construcciones arquitectónicas, que son como libros para quien sea capaz de interpretarlos, han estado siempre amenazadas por el fuego de la destrucción, como si lo atrajeran. Hagamos un repaso.
I. La biblioteca de Alejandría
No hay un incendio de biblioteca más famoso. En la cultura egipcia convergen la asirio-babilónica, la mesopotámica y la persa. Seguramente en ese incendio fue mucho lo que perdimos. No sólo allá: Fray Diego de Landa destruyó con fuego los códices mayas, ouch; los terroristas islámicos han hecho añicos el patrimonio cultural milenario de sus antepasados y un fuego acabó hace unos años con parte de la catedral de Notre Dame, una iglesia-libro.
II. La novela de Ray Bradbury
“Farenheit 451, la temperatura a la que se enciende el papel, y arde…”. En esta obra nos encontramos con que los bomberos, en lugar de apagar el fuego, se dedican a apagar hogueras con todos los libros que se cruzan en su camino. El jefe de bomberos ha descubierto que Montag, su subalterno, ha caído en el vicio de los libros y llega con su equipo de exterminadores pirómanos a prenderle fuego a su casa. Le ordena que sea él mismo quien accione el lanzallamas: “Si no había solución, bueno, entonces no había problema. ¡El fuego era lo mejor para todo!”
III. La campana de Islandia, de Halldor Láxness
Islandia es un mundo aparte y este gran autor el único Premio Nobel islandés. Esta novela nos narra los esfuerzos del erudito Arnas Arneus por acumular en su biblioteca las sagas perdidas y, sobre todo, el Skalda, la joya de su biblioteca. Había emigrado a Copenhague. De repente, comienza el fuego a unas cuadras de su casa. Como le han robado el libro que más quería, no hace nada para impedir el incendio que destruye sus libros. Al final afirma: “Libros como éstos no volverán a verse hasta el día del juicio”.
IV. Auto de Fe, de Elías Canetti
Canetti ganó el Premio Nobel de Literatura en 1981 y sólo escribió esta novela. El evento más importante de la juventud de Canetti fue el incendio del palacio de Justicia en Viena en 1927. Mientras las autoridades masacraban a la gente, un hombre gritaba: “Las actas se queman, todas las actas”. Este clamor enloquecido es lo que veremos después en esta gran novela, donde Peter Kien se inmola junto con su biblioteca. “Se sube al sexto piso, vigila el fuego y aguarda. Cuando por fin las llamas lo alcanzaron, se echó a reír a carcajadas como jamás en su vida había reído”.
V. El nombre de la rosa, de Umberto Eco
“Todo sucedió en pocos instantes: una llamarada se elevó desde los libros. Uno más viejo que los otros ardió casi de golpe, lanzando hacia lo alto una lengua de fuego”. Se ha iniciado el incendio en la biblioteca del convento. Adso de Melk observa cómo Jorge ha arrojado el libro de Aristóteles a las llamas, después de comerse varias de las hojas envenenadas. Adso contempla la hoguera y afirma: “Comprendí que el laberinto todo no era más que una inmensa pira de sacrificio, preparada para arder en la primera chispa”.
Irene Vallejo, en El infinito en un junco, habla de las cinco etapas del libro: la tableta de arcilla, el papiro, el pergamino, el libro y el libro de luz (la tablet, el kindle). Los libros de arcilla -las tabletas babilónicas- no fueron consumidas en el fuego sino cocidas gracias a él. En cambio, papiros, pergaminos y libros han sido pasto de las llamas. Los formatos electrónicos, quizá, estén libres del fuego, que destruye y purifica.