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domingo, noviembre 24, 2024

De amigos y maestros. De la generosidad

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I. “El arte de la amistad” (Borges)

Hace un montón de años, para celebrar que salíamos de la prepa, el Centro Universitario México, el CUM, fui con mi mejor amigo Andrés a beber unas “yardas” de cerveza en el bar del mismo nombre que estaba en el hotel Camino Real de la Ciudad de México. Ayer, lo acompañé en la recepción de la prepa del TEC de Monterrey de su hija Valentina, en el Centro Banamex. 

¿Qué mayor muestra de amistad y de cariño? Esos encuentros en el tiempo me hacen preguntarme… ¿qué es la amistad? 

Diría que es una complicidad que permanece en el tiempo. Diría también que el amigo de toda la vida nos permite recordar quiénes fuimos en diversas etapas. Si me quiero conectar con el José Antonio de tal o cual etapa, él me ayuda, como si tuviera un álbum de fotos virtual. 

Pienso en él, en el otro Andrés, que llegó a Embajador, en Alberto, altísimo funcionario de la UNAM, en Sergio, quien dirigió a otra de las mejores instituciones públicas del país, en Mario Alberto, el director de Hipócrita Lector, en Hugo, en Laura Emilia, Blanca, Lucy y un largo etcétera. Las novias o exnovias no cuentan, porque frecuentemente la relación se rompe y deja uno de verse. 

La lista es interminable, para mi fortuna. Les agradezco a todos su cariño cómplice. 

 

II. Los maestros

Los maestros casi siempre terminan por volverse granes amigos. 

Soy también muy afortunado: mis grandes maestros han sido o fueron Juan García Ponce -de quien fui escribano-; Alejandro Rossi, el gran filósofo, Hernán Lara Zavala -estupendo escritor y cómplice garciaponciano-; Luis Lesur (qepd, mi querido maestro de astrología); Martín Hernández Ponzanelli (el hijo del gran escritor Efrén Hernández y mi maestro de taichi). 

Están también los maestros “pares”, donde no hay jerarquías: Armando González Torres, Alberto de la Fuente, Mauricio Carrera, Víctor Toledo, Lucía Álvarez y un larguísimo etcétera. 

Un Maestro o Maestra es quien nos acompaña y nos hace crecer a través del ejemplo o del conocimiento.  

 

III. La generosidad 

Si algo tienen en común la amistad y el discipulado, el tener amigos y maestros, es que la relación está basada en la generosidad. 

El egoísta o el narcicista podrá ser nuestro amigo durante un breve tiempo, pero no nos da, nos pide atención infinita, nos chupa la energía. 

En cambio, el amigo generoso, el Maestro que comparte lo que sabe sin reticencias, genera luz.  

La vida, mis amigos y mis Maestros han sido infinitamente generosos conmigo. Recibo a manos llenas. Siempre ha sido así. Nadie se ha guardado algo en la alforja. Podría llenar páginas y páginas sobre el afecto y cariño que he recibido (también en el amor, pero ese es otro tema). 

Espero haber correspondido, aunque sea un poquito, lo mucho que recibo y he recibido.  

La generosidad trae consigo que uno reciba más de lo que da. Mi amiga Antonieta necesitaba tomar unos cursos que di recientemente. No podía pagarlos. Le dije que no se preocupara, que los tomara gratis. Antes de salir del país, me mandó un cuadro, cuyo valor es mucho mayor que los pesos que me hubiera dado por los cursos. Lo digo para compartirles cómo funciona la generosidad: el que da sin esperar algo a cambio, recibe a carretadas. 

Seamos generosos para que la vida sea generosa con nosotros. Empecemos por nuestros amigos y maestros. Luego, con todos, porque la señora de las quesadillas puede llegar a ser nuestra amiga y nuestra maestra.  

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