Siempre he pensado que el sexo está sobrevaluado, pero hoy más que nunca lo confirmo a través de una nota que circuló en las revistas de corazón.
Se trata de Jennifer López y sus exigencias para dar el sí frente al juez.
Supongamos que, en efecto, cualquier caballero mataría por un polvo con la señora que fue la pionera en enorgullecerse de sus curvas dando paso a una generación que dejó atrás la anorexia y el vómito en aras de imitarla… cosa que acabó por consumarse con las Kardashians.
Hasta ahí todo bien.
El mundo necesita de pronto consumir ese morbo para olvidarse de la inflación y la guerra y las muertes.
El showbuissnes está para eso: para alienar, para que los espectadores nos sintamos como de paseo por un mundo ideal y generalmente irrealizable.
La señora López se ha ganado siempre la medalla de devora hombres. Pero el trono siempre será de Liz Taylor…
J.LO es tan famosa y rica que ningún caballero la ha podido retener por medio del chantaje material, es decir, no le ponen la pata encima ni le aprietan el cogote por tres pesos.
Se ha casado cuando ha querido y ha abdicado de la vida conyugal con las mismas ganas y el mismo presupuesto para volverse siempre una tendencia.
En lo particular no puedo reconocer una sola de sus canciones salvo la que empieza como la Lambada, pero no es Lambada… en cuanto acaba ese estribillo suelo cambiar de track.
Vi apenas también el documental que le hicieron en Netflix sobre las vicisitudes del medio tiempo del superbowl. Un programa palomero para pasar la tarde de domingo sin exabruptos.
En fin… debo decir que la vida y obra de J LO me tiene sin cuidado, sin embargo, la nota citada al principio de este texto me hizo reflexionar.
Resulta que, en el contrato prenupcial, la señora incluyó una cláusula que va de lo sublime a lo ridículo: uno de los requisitos para ser felices por siempre (o hasta que se vuelva a hartar) es Affleck le debe dar sexo placentero sexo mínimo cuatro veces por semanas…
Y uno piensa: ¿quién no va a querer retozar por las mañanas entre las piernas de esa bella dama?
Conozco a más de cien que harían encantados esa tarea, sin embargo, lo que no se toma en cuenta es que el tiempo pasa, la rutina mata, los cuerpos se enfrían, y al que le gusta el caviar de pronto se cansa de comerlo diario y de repente ya lo vemos en el puesto de la esquina atascándose unos tacos de frijol.
¿Acaso J LO no ha vivido lo suficiente en pareja como para saber que el deseo es una flor que no crece en cualquier clima?
¿O es la manera más sádica de postergar el hastío mediante la inminente amenaza de dejar al otro en la bancarrota no sólo física y emocional, sino monetaria?
Todos vimos este fin de semana una foto que se viralizó: Jennifer despertando en una cama blanca con tremenda sonrisa y celular en mano tras la primera noche ya como esposa del actor.
Conociendo el punto del contrato que acabamos de conocer, la foto manda un mensaje siniestro: aquel que nos recuerda que el matrimonio termina siendo una cadena perpetua.
Lo que no piensan aquellos que se relamen los bigotes viendo a la diva retozona es que la belleza cansa, y algo más: olvidan que el matrimonio es la ruta más segura para coger sin ganas.