El eclipse solar del pasado 8 de abril de 2024 que tuvo como punto de referencia y enfoque principal: México, Estados Unidos y Canadá, estuvo pronosticado desde hace 30 años o incluso más.
A pesar de que sólo se pudo apreciar de forma total en una parte de América, la influencia que tienen los eclipses solares desde las cosmovisiones indígenas es muy distinta a lo que actualmente se nos enseña desde la filosofía occidental.
Según los pueblos originarios: Un eclipse tiene influencia en todo el mundo y en varios niveles. A pesar de que mucha gente es escéptica cuando se tratan estos temas.
La influencia que tienen los fenómenos telúricos o de la naturaleza, son la base de la filosofía americana, incluso desde tiempos remotos.
Comenzaré relatando lo que he vivido en los pueblos originarios, lo escuchado y lo leído sobre los fenómenos astronómicos que acontecen en el mundo. Principalmente el sentido que da un pueblo desde la época prehispánica hasta la actualidad.
Los eclipses en general, son acontecimientos de la naturaleza que en algún sentido influyen e influyeron al hombre. Esto se sabe gracias a los diferentes registros históricos que a lo lago de la evolución humana se han transmitido, postergado y predicho.
¿Cómo es posible que los acontecimientos de la naturaleza influyan de manera profunda a los hombres? Precisamente, ante estos cuestionamientos e incertidumbres se han creado mitos, leyendas, cuentos y poesía: Todo tipo de expresiones literarias, justamente para explicar lo que sucede en el cielo.
Antiguamente, en nuestros pueblos mesoamericanos, se creía que todo evento celestial tiene una relación con los dioses. Actualmente no se ve de la misma forma como se veía antes de la intervención evangélica. Pues según la fe cristiana la relación entre los fenómenos naturales con los dioses, era una forma arcaica de concebir la realidad.
Pero evidentemente, en los pueblos iberoamericanos aún se tiene una relación directa entre los hombres, los animales y el alimento con respecto a eventos celestes.
Un ejemplo es el tema de la siembra de café en la sierra norte de Puebla. Recuerdo haber estado en una comunidad nahua donde la encomienda era la siembra de café para la temporada. Al paso de las horas, en espera de sembrar los primeros granos, la comunidad desistió.
El motivo: la ausencia de la Luna llena. Tiene que haber una Luna específica para que se dé una buena cosecha. El cielo no puede estar borregueado. Se puede dejar ofrenda o no, depende la comunidad.
Esas entidades anímicas: Llamadas así por López Austin, son altamente deificadas por las comunidades indígenas en pleno siglo XXI. Si no se dejan ofrendas o si no se consideran los astros, satélites, clima. Sol, Luna, Venus, entre otros elementos, no se tendrán mejores cosechas y frutos.
Como podemos observar, existe una relación entre el Cielo y la Tierra. Los dioses eran representados con figuras o íconos que representaban el Sol, la Luna, los eclipses, los truenos, erupciones volcánicas, la influencia de Venus y las constelaciones.
En la cosmovisión andina, la constelación que actualmente se reconoce como Aries, es representada con un árbol con la rama rota. Y los pueblos andinos sabían que, si esta constelación aparecía, auguraba situaciones familiares por resolver.
En la actualidad estas deidades ya no se nombran de manera directa, pero de manera indirecta existe su influencia.
Para los antiguos pueblos mesoamericanos, un eclipse era una manifestación celeste que se relacionaba con cuestiones no tan benéficas, pero tampoco malignas.
Porque es un fenómeno natural que visualmente es contundente. Simplemente: El día se muere por minutos y la noche cae de un momento a otro. De acuerdo con el pensamiento indígena, este fenómeno contiene cambios energéticamente visibles en la Tierra. Además, el fenómeno se relaciona con ciclos.
Con base en la lectura que hacen los especialistas sobre los códices prehispánicos, ya para nuestras fechas, se cree que un eclipse estaba relacionado con el fin del mundo, pero realmente eso es una descripción sesgada y asumida desde una cultura que no entiende la profundidad de pensamiento prehispánico. Por eso se asocia más con el mal. Como si los pueblos prehispánicos fueran lo suficientemente supersticiosos para desconocer en lo absoluto la influencia energética de los ciclos solares y lunares.
Realmente lo que los pueblos indígenas nos están diciendo, es que habrá cambios y réplicas en la humanidad y en lo que existe sobre la Tierra. Principalmente porque es un ciclo solar más.
En lengua náhuatl, maya, purépecha y en la lengua mazahua expresan al eclipse de Sol como “el Sol es comido” o “mordida de Sol”. Por otra parte, el ñahñü, el mixe, ixcateco y el zapoteco lo expresan como: “el Sol muere”.
Entonces, si el Sol tiene la capacidad de morir, también tiene la capacidad de volver a nacer. Y justamente es el mensaje que los pueblos dan en la actualidad sobre la interpretación de un eclipse de Sol.
Pero, ¿qué dicen los pueblos que trae consigo esta muerte-nacimiento?
Trae un nuevo ciclo. Los pueblos mayas puntualizan que son herederos de una civilización milenaria, los cuales pudieron interpretar y medir los ciclos del tiempo a partir de la observación. Dejaron plasmado en el códice de Dresde que cada 177 o 178 días, se repiten los eclipses. El 14 de octubre del año pasado se había registrado el último eclipse solar, coincidiendo con el que aconteció el pasado 8 de abril de 2024.
Los pueblos mayas relacionan los eclipses con un evento de trascendencia espiritual, el cual replica en la Tierra con sequías y enfermedades. Pero para poder llevar en armonía estos eventos, se debe ofrendar y canalizar los cambios y los nuevos fenómenos naturales.
No es casualidad que un eclipse solar, según los registros mexicas, indicara la gran migración que hicieron desde el Sur de Estados Unidos hasta México y que otro eclipse solar indicara el momento del asentamiento que hicieron en la gran Tenochtitlán (Ciudad de México) desde donde se formó la gran civilización que aún mantiene influencia continental.
Un sociólogo no puede ser supersticioso, pero un matemático o un físico, puede entender todo lo que tiene que ver con energía. Porque somos más energía que materia.
Lo que mueve los átomos y las moléculas es energía.
A partir de la lectura de los astros se desarrollaron las ciencias de la matemática, la física, la astronomía, incluso la arquitectura que ahora podemos apreciar en México y Guatemala, e incluso en Egipto.