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domingo, abril 28, 2024

Caetano Veloso

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Entre fricativas sonoras y terrorismo cultural 

 

Un golpe en el suelo. Con el cetro comienzan los pasos de los revestidos doctores contrastados en colores significativos. El Rector da la orden y avanzan. 

Las chirimías abren el camino, acompañados de heraldos y maceros. Un nuevo guiño del rector para frenar el cortejo. Detrás están las autoridades de la Universidad. 

Caetano Veloso se encuentra en el Aula Fray Luis de León para ser llamado. 

Los invitados lo esperan con los móviles, las cámaras y redes sociales listas. 

Más golpes en el suelo, esta vez desde Paraninfo dan la señal para el momento esperado. Callan las chirimías. Inicia la ceremonia solemne de investidura como doctor honoris causa del Excmo., Sr. D, Caetano Veloso. 

Vuelan por el recinto las vocales del Coro Universitario. Da la apariencia de que está a punto de iniciar la ceremonia. 

Después de una serie de rituales de iniciación, el padrino pronuncia la alocución como elogio al doctorando. 

“Peto gradum doctoris in Philologia domino Caetano Veloso”, se pide el cargo. 

El rector otorga. 

Se recibe el birrete con borla azul celeste para que, con él, no solo sobresalga en dignidad, sino “como el yelmo de Minerva, estés protegido para la lucha”. 

Un eco en el paraninfo recita la siguiente frase: 

“La sabiduría, con este anillo, se te ofrece voluntariamente como esposa en perpetua alianza: muéstrate digno esposo de tal esposa”. 

Casi al final, un libro abierto para abrir los secretos de la sabiduría. 

La sala se llena de abrazos a la vista de diplomáticos invitados y espectadores. 

Después del protocolario juramento, el Rector de la Universidad entrega la medalla al nuevo doctor. 

De repente aparece una guitarra en la sala, el Doctor se sienta y comienza a cantar. La voz era más impecable que la apariencia. Pareciera que los años se guardaron en el perfecto tono. Como si de tanto hablar de lingüística cada fonema se colocara en el perfecto punto de articulación, era casi matemático su acierto acústico. El mensaje, ni se diga. 

La gente retenía los recuerdos en las pupilas con brillos sonrojados. Parecía casi imposible que esté completo artista e intelectual nos estuviese regalando un concierto privado. Los brasileños articularon todas sus fricativas sonoras, sus vocales nasalizadas. Homenajeando su origen: Brasil. 

Aquel país que, como a Caetano, les regaló algún tipo de abandono, ya sea migratorio o intelectual. 

Uno de los grandes cantautores del siglo. Cineasta, poeta, activista político, cantante y escritor. 

El Rector de la Universidad aclaró con notable admiración el hecho de que en 1969 Caetano vino a Europa como exiliado de la Dictadura. Y hoy, quién imaginaría que después de haber sido acusado como terrorista cultural sería homenajeado con uno de los máximos reconocimientos de la universidad más antigua de Iberoamérica. 

Grabó con Fito Paez, Gilberto Gil, Nelly Furtado. Ha ganado cinco premios Grammy. 

Caetano no dudó en confesar que preparó el discurso una noche antes e improvisando metaforizó el concepto Luna del castellano y Lua del portugués. Para darnos una lección de humildad. 

Más semiótica que sintaxis tiene su fanatismo lingüístico cuando trata de dar explicaciones sociales a partir de la lengua. También es cierto que es uno de los autores de cajón en la sociología americana. 

Terminó el día. Entre bermejos y rufete blanco de la sierra Salmantina. Los doctorandos e invitados presentes, degustamos los emblemáticos mazapanes cocinados para los Doctorados Honoris Causa. 

Entre caipiriñas, fonemas y emociones, la Luna y su esqueleto gramatical nos iluminó aquella zona del cerebro donde durarán los recuerdos más que las instituciones. 

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