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domingo, noviembre 24, 2024

Aforismos para el Sol

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(Fragmento) 

 

Andamos toda la noche.  

El oscuro manto resguardó los pensamientos para suspenderlos en el cielo.  

Solíamos confundir con estrellas casi todo.  

Por las noches en espera del suspenso, leíamos más que rostros nativos. 

Conectamos el viento con las constelaciones. 

La Vía Láctea en las montañas caucanas era un cobijo que guiaba. 

Las noches se movían con la marea. También la cama, la choza, los sueños cortejados por alguna fuerza externa que emergía del lago.  

Por la mañana todo calmo, desde el primer rayo, la sonrisa traviesa de un niño con mejillas chamuscadas.  

Un té de coca y los chasquidos de cada barco en la marea.  

Caminar en la isla de totora se confundía con el nado calmo. 

Como cuando navegas por horas y no concibes la tierra firme en las plantas. 

Describo el mareo zigzagueante de pieles serpentinas desde la estadía en los islotes de paja que construyeron hace años las historias milenarias.  

Ahí, donde nacieron mitos. 

Las pieles cambiaban como la superficie de la isla. Eran artificiales como casi todo lo que el hombre toca. 

Trotamos en recorridos subterráneos entre montañas y desiertos, donde el ñandú guarda su gran secreto. 

Pensamientos callejeros con cabalgatas en la cima del monte. 

Llegamos a la cueva. La casa del cóndor. 

Una de sus plumas cayendo al suelo selló el pacto. 

Aquel día, cuando conocí las entrañas de un mundo que era el mío.  

Un mundo que no conocía.

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