Once años de lucha, un mar de sangre y un océano de lágrimas fueron el resultado de la consumación de nuestra Independencia por parte de que muchos llaman el verdadero padre de la patria, El Dragón de hierro Agustín Cosme Damián de Iturbide y Arámburo.
Mucho se habla de sus ángeles y demonios, para coronarse emperador de nuestra tierra, pero si algo podemos agradecer los poblanos es que su nombre esta ligado en plenitud a diversos acontecimientos que marcaron a nuestra tierra en las paginas cinceladas de tinta de nuestra libertad.
Fue en Puebla que se imprime el Plan de Iguala por primera vez después de las gestiones fracasadas para obtener de México letra de imprenta y prensas, esto entre las actuales calles 9 y 11 Poniente 110 de la capital poblana, a un costado del templo de San Felipe Neri y junto a la que se denominó como “Casa de ejercicios del Oratorio de los padres filipenses”. El mismo impreso que fue pegado en las esquinas de la capital poblana el 2 de marzo de 1821, gracias a la aparición de dicho plan en el periódico La Abeja Poblana, único periódico donde se logro publicar el plan.
Tras diversas estrategias, Iturbide desde su campamento ubicado en Cholula logra la capitulación de la ciudad, y al darse a conocer dicha la capitulación del día 28 de julio de 1821, el Obispo José Antonio Joaquín Pérez Martínez y Robles se enteró que el caudillo Agustín de Iturbide y el ejército insurgente se dirigían de paso a la ciudad de Puebla.
El Obispo, junto con el Ayuntamiento, decidieron recibir al caudillo de una manera fastuosa, con flores, arcos y una ceremonia en catedral con un sermón dedicado a Iturbide que lleva atinadamente por título Laqueos Contritus est, et nos liberati sumus (quebrantose el lazo y quedamos en libertad).
Puebla, en aquel jueves 2 de agosto de 1821, fue la primera ciudad antes que ninguna otra capital de provincia en la nueva España en ser declarada independiente.
Pero, no solo eso fue lo que a nosotros los poblanos nos dejó Iturbide. A continuación, démosle paso a su majestad ¡el chile en nogada! Platillo del cual Puebla no seria la misma sin este pasaje histórico que dio un renombre al ya famoso platillo barroco por excelencia, “los chiles rellenos bañados en salsa de nuez”, y que hoy conocemos como “chiles en nogada”.
Durante su estancia en Puebla, Iturbide fue notificado del desembarco en San Juan de Ulúa de Juan de O’Donojú. El recién nombrado capitán general y jefe político superior de Nueva España, considerado como como el último virrey de la Nueva España, venía a relevar a Apodaca por lo que Iturbide se ausentó transitoriamente de Puebla para dirigirse a Veracruz y reunirse con O’Donoju y firmar los Tratados de Córdoba, con fecha 24 de agosto de 1821, en el que se acordaría y reconocería la independencia de México.
Es aquí donde hare un breve paréntesis para traer a la memoria un hecho primordial para la historia poblana en cuestión gastronómica y que como muchos datos se ha buscado encontrar la fecha exacta y precisa del primer bocado del chile nogada como lo conocemos hoy en día.
Durante las estancias en Puebla de agosto de 1821, Iturbide fue recibido entre grandes celebraciones, incluyendo Te Deum oficiado por el mismo obispo José Antonio Joaquín Pérez Martínez y Robles en la catedral. Uno de los regresos coincidió quizá acertadamente o muy apropósito con las vísperas del día de san Agustín, por lo que a consideración de quien esto escribe, previamente se encargó a las monjas agustinas recoletas del Convento de Santa Mónica el platillo o postre conocido como “Chiles rellenos bañados en salsa de nuez”, receta que existía ya desde 1714 durante la época del Barroco en las comidas virreinales y que por su preparación, se habían hecho famosas dichas monjas, aprovechando la temporalidad de las cosechas en la región conocida como Sierra Nevada, que conforma los municipios que están a las faldas de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl y que han sido los principales productores de la nuez de castilla, manzana panochera, durazno, pera y chile poblano. Estas monjas aceptaron con gusto la encomienda decidiendo adornar el platillo, haciendo alusión a los
nuevos colores de la bandera trigarante para halagar y festejar así el paso del caudillo por la entidad.
El 27 de septiembre de 1821, Agustín de Iturbide entró triunfalmente en la ciudad de México, donde fue aclamado como un héroe, y al día siguiente proclamó la independencia al frente de una regencia con poderes ejecutivos.
El cumpleaños del caudillo era el 27 de septiembre, fecha elegida para la consumación de nuestra patria.
Algunos meses después, un motín popular logró proclamar a Iturbide con el nombre de Agustín I, el18 de mayo de 1822.
Durante los apenas 10 meses que duró su reinado, la falta de apoyos y las impopulares medidas encaminadas a resolver los graves problemas financieros fueron debilitando la posición del caudillo. Por lo que Iturbide decidió entonces disolver el Congreso nombrando una Junta Nacional Instituyente que actuaba por completo a su servicio.
Para diciembre de 1822, un joven de 28 años fue nombrado Comandante General de la provincia de Veracruz, este joven intentó apoderarse del castillo de San Juan de Ulúa que era el último reducto Español y al no poder lograrlo, Iturbide lo cesó de sus funciones durante los momentos mas tensos de su gobierno, por lo que este joven caudillo y su reacción no se hicieron esperar, pronunciándose en contra del imperio, proclamando un proyecto republicano al que se le unen antiguos combatientes insurgentes apoyando su derrocamiento, ante tal situación Iturbide abdicó. El nombre de aquel joven: Antonio López de Santa Anna.
Mientras tanto, en marzo de 1823, Iturbide se exilió en Europa y un año después volvió al país con la intensión de ofrecer su espada al enterarse en el extranjero de las intenciones de reconquistar México por parte de los españoles, sin embargo, ignorando que el Congreso mexicano lo había declarado traidor es detenido a su llegada, y fusilado a los 41 años de edad. Siendo estas sus ultimas palabras:
“¡Mexicanos!, en el acto mismo de mi muerte, os recomiendo el amor a la patria y observancia de nuestra santa religión; ella es quien os ha de conducir a la gloria. Muero por haber venido a ayudaros, y muero gustoso, porque muero entre vosotros: muero con honor, no como traidor: no quedará a mis hijos y su posteridad esta mancha: no soy traidor, no”.
Los restos de Iturbide se encuentran actualmente en el altar de San Felipe de Jesús en la Catedral Metropolitana de México y en la parte inferior del monumento donde se encuentra la urna se puede leer el siguiente epitafio:
“Agustín de Iturbide, autor de la Independencia mexicana, compatriota, llóralo; pasajero, admíralo.
Este monumento guarda las cenizas de un héroe”.
Ante la muerte de Iturbide existen aun voces que reclaman justicia expresando lo siguiente: “exclamaré siempre que fue la prueba más tristemente celebre de ingratitud que pudo haber dado en aquella época la nación mexicana”.
“El pueblo que pone las manos sobre la cabeza de su libertador, es tan culpable como el hijo que atenta contra la vida de su padre.
“El pueblo que es ingrato con sus grandes hombres, se expone a no tener por servidores, más que a los que buscan en la política un camino para enriquecer y sofocan todas las pasiones nobles y generosas.
“Dios permita que las generaciones venideras perdonen á nuestros antepasados la muerte de Iturbide, ya que la historia no puede borrar de sus fastos esta sangrienta y
negra página”. Frases del libro Rojo de Vicente Riva palacios.
México es el único país en el mundo que ha dado muerte a su libertador…