La elección por la dirigencia estatal del PAN se ha vuelto interesante y competida entre los dos grupos que se disputarán, el 15 de diciembre, la presidencia de dicho partido, su secretaria general y las demás carteras en juego.
Por así decirlo y después del segundo informe del actual gobernador, Sergio Salomón Céspedes Peregrina, la contienda panista, es uno de los eventos políticos que durante estos días ha tomado relevancia en los medios y redes sociales.
Inicialmente, todo indicaba que el expresidente municipal, Eduardo Rivera Pérez y su bloque, que tienen el control partidario, iban solos y sin oponente al frente; sin embargo, poco a poco ha crecido la oposición interna y las criticas hacía la conducción de esta organización política.
Hasta llegar al escenario actual, en donde dos planillas se han registrado para contender por la dirección de un partido muy debilitado y disminuido electoralmente. No solo nacionalmente, sino también en términos locales.
Actualmente el PAN tiene 71 diputados federales, que representan 14.2 por ciento como fuerza parlamentaria en el Congreso de la Unión.
En la pasada legislatura alcanzaron 112 representantes.
De Puebla, solo tienen dos diputaciones de representación proporcional, porque no pudieron ganar ningún distrito en las elecciones de junio pasado.
Su votación en los distritos en donde antes fueron sus nichos electorales, se les cayó. Liliana Ortiz Pérez y Genoveva Huerta Villegas son las dos únicas panistas en la legislatura federal.
En los pasados comicios locales, perdieron y para la gubernatura, con Eduardo Rivera Pérez, solo lograron 683 mil 244 votos como partido.
Para las diputaciones locales, obtuvieron 546 mil
894 votos en los 26 distritos y solo lograron ganar
17 municipios, el más simbólico e importante es
San Andrés Cholula y de los 41 diputados locales,
solo tienen cinco de RP.
Por supuesto que la planilla que gane en diciembre deberá pensar en cómo recuperar su presencia y marca en el estado. Situación nada fácil, porque tendrán que levantar un pesado elefante azul.
Aparte de lo anterior, deberán organizarlo y empezar su afiliación para poder recuperar una membrecía en tierra que les permita reconstruir sus estructuras partidarias en los 217 ayuntamientos.
Los 114 consejeros estatales, decidirán entre las dos planillas blanquiazules, quien deberá dirigirlos, no sin antes, ver si la dirigente actual, Augusta Valentina Diaz de Rivera, cepilla a tres consejeros como lo han denunciado. Su tentación autoritaria y el control patrimonialista que tienen sobre dicho instituto les da amplias posibilidades de hacerlo.
De sus dos aspirantes a la dirigencia panista, Mario Riestra Piña, es caracterizado como morenovallista, mientras que el otro, Felipe Velázquez, lo identifican con el Yunque (grupo de derecha).
Esta contienda interna se da bajo un contexto político adverso para los panistas poblanos, puesto que han dejado de ser una oposición real para convertirse en una pobre opción de papel. Perdieron su identidad partidaria y su trabajo fundamental de ser contrapeso del poder en turno.
Hoy son una broma política para la mayoría morenista, quiénes se burlan de ellos y hasta hacen sátira de su exdirigente nacional, quien jugó un triste papel como su líder nacional.
Los panistas perdieron no solo su carácter de oposición, sino también sus principios y la memoria histórica de quienes lo fundaron. Pasaron del gradualismo al pragmatismo electoral por los puestos y perdieron de vista la realidad del país, al que nunca han entendido.
Desconozco cuanto tiempo pase para que vuelvan a recuperarse como partido político nacional y más, que recobren su presencia como una corriente de pensamiento de la derecha electoral.
Como ejemplo de caso, está Puebla, donde un grupo selecto de panistas y sin mucha inteligencia política, llevan años controlando su estructura partidaria y repartiéndose todo, sacrificando sus causas que les dieron vida como una opción ciudadana y por la democracia.
Han tenido la oportunidad de gobernar y los han hecho mal, como el reciente caso de la capital poblana, que no pudieron retener, por todos sus errores y voracidad económica que siempre los atrapa. Fue simple, los habitantes no volvieron a votar por ellos.
Solo los panistas saben lo que está en disputa en
estos momentos, que sin duda alguna no solo es el
poder, también un conjunto de intereses políticos y
económicos, junto con las candidaturas dentro de
tres años.
En conclusión: El Partido Acción Nacional (PAN), junto con el PRI, son actualmente los dos partidos más viejos del actual sistema de partidos, en donde el blanquiazul, ha venido perdido un buen caudal de votos en las dos últimas elecciones del 2018 y 2024.
En el sur-sureste han dejado de gobernar, Yucatán y Quinta Roo, sus dos bastiones que tenían ahora están bajo el domino de Morena. En Veracruz, perdieron presencia y militantes; en Oaxaca no tienen peso político y se reducen a unas diputaciones y pocos ayuntamientos; en Tabasco están desaparecidos por años y en la puerta del sureste que es Puebla, se han convertido en una fuerza marginal.