Hay años en los que nacen artistas fuera de serie y años en que aparecen obras maestras que cambiarán el rumbo del arte. Veamos.
I. 1821
Con una diferencia de un mes nacieron Dostoievsky y Flaubert. El gran escritor ruso nació el 11 de noviembre de 1821. Escribió la novela de la culpa y la redención (Crimen y castigo); la del amor odio filial (Los hermanos Karamázov), la de la mujer que anhela todo y no se satisface al tenerlo (Anna Karenina). Quizá nadie como él pudo retratar las aguas abisales de la psique humana. Flaubert, por su parte, creó a Emma Bovary, quien, como Don Quijote, leía demasiado y eso le provocó la necesidad de satisfacer un mundo ideal que no se correspondía con la mediocridad sorda del universo que la rodeaba. Al final, Anna Karenina y Emma se suicidan.
II. 1857
Fue un año definitivo para la historia de la literatura. Ese año fue publicada Madame Bovary. Antes, teníamos a Victor Hugo, a Stendhal y a Balzac. Lo importante era la trama, lo que le pasaba a los personajes. A partir de Flaubert, lo importante no es la trama sino cómo se escribe. Lo importante es la escritura.
Ese mismo año apareció Las flores del mal, de Charles Baudelaire. Antes de él, la belleza dependía del tema. El gran poeta escribió un poema “Una carroña”, sobre un cuerpo en descomposición, mostrándonos que se puede hacer belleza a partir de algo horrendo.
Flaubert y Baudelaire cambiaron en 1857 la historia de la literatura.
III. 1888
Ese año nacieron cuatro artistas que revolucionaron el arte y la literatura.
El primero es Xul Solar, argentino, muy amigo de Borges, astrólogo, pintor, inventor de juegos y artefactos. Hace años presenté su exposición en el Museo Carrillo Gil de la Ciudad de México.
Ese año nació también T.S. Eliot. Autor de La tierra baldía y de Cuatro cuartetos, ganó el Premio Nobel de Literatura. Estadounidense convertido en ciudadano británico, su poesía fue un ataque frontal a un romanticismo melcochoso, para dar lugar a una nueva mirada y a una nueva escritura poética.
El 13 de junio de 1888, en Lisboa, nació el más grande poeta, quizá, del siglo XX: Fernando Pessoa, quien creó a los heterónimos, otros poetas que escribían diferente a Pessoa, con una biografía y una historia. No eran pseudónimos, eran “otros” escritores. Así, Pessoa nos mostró que en cada uno de nosotros habita una multitud.
Y dos días después, el 15 de junio de 1888, en Jerez, Zacatecas, nació nuestro Pessoa: Ramón López Velarde. Soy de los que opinan que, en lugar de nuestro belicoso himno nacional “un soldado en cada hijo te dio”, nuestro verdadero himno nacional debería ser Suave Patria: “Suave Patria: te amo no cual mito, sino por tu verdad de pan bendito”…
IV. 1922
Hace cien años apareció La tierra baldía de T.S. Eliot, el poema que hizo avanzar a la literatura como no había sucedido desde que Baudelaire escribiera Las flores del mal.
Es el año también en que apareció Ulises, la novela polifónica, genial, obscena, de James Joyce. Tuvo que vencer la censura de su tiempo, como lo tuvieron que hacer también Baudelaire y Flaubert.
Apareció asimismo el poema Trilce, de César Vallejo, una violenta ruptura contra toda imitación o influencia literaria, una liberación audaz del lenguaje: “Hay un lugar que yo me sé / en este mundo, nada menos, / a donde nunca llegaremos”.
1821, 1857, 1888, 1922: los años maravillosos. ¿Qué artistas nacerán, qué obras se escribirán en 2022?