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jueves, noviembre 21, 2024

La peste y el PAN

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La grave situación que enfrenta el PAN en Puebla puede compararse cuando la peste toca un organismo vivo. La enfermedad bacteriana tiene su origen en las ratas y salta al
ser humano a través de la picadura de una pulga que previamente tuvo contacto con el roedor del que se alimentaron a placer. El humano infectado entra de inmediato en un proceso de caída libre en su salud. La infección por lo regular se concentra en los ganglios y deriva en neumonía, insuficiencia renal aguda, hemorragias, trombosis, necrosis y múltiples afectaciones en todo el cuerpo. Ante este caso es necesario un tratamiento igual de agresivo de antibióticos y vacunas o el paciente morirá sin remedio después de un largo y angustiante dolor. En otras palabras: Si no se erradica de tajo, a través de los remedios efectivos, lo que sobreviene es la muerte. En el caso del PAN poblano, Eduardo Rivera y su grupo político son las pulgas contaminadas que tras tomar el control del partido se encargaron de propagar las nefastas consecuencias de la bacteria. Con la toma de sus decisiones, inyectaron en el instituto político los microorganismos bacterianos que mutaron en una política de exclusión, abyección, autoritarismo, ocurrencias y mucha corrupción. Acción Nacional poco a poco comenzó a contaminarse y la plaga se trasladó a los principales órganos de gobierno: el Consejo Estatal, la Comisión Permanente y los Comités Municipales. Los únicos glóbulos blancos que decidieron hacer frente a esta política fueron expulsados, perseguidos y se les inventaron falsos cargos. En cada uno de los rincones del partido la bacteria se incrustó y enfermó todo lo que tocaba. Con el cuerpo infestado, el PAN acudió a la que ahora es la elección más importante en su historia, el pasado 2 de junio. Sin capacidad de organización, cooptado por un solo grupo y sometido a los caprichos de la pulga mayor, el partido no pudo hacer nada para evitar una masacre electoral. Tendido en la cama, agonizante, Acción Nacional entró a la sala de emergencias para evitar su muerte. El problema es que las pulgas y su jefe han tomado el control de la situación y se niegan a responder a los tratamientos. Ya se sabe cuál es el remedio: Que se hagan a un lado, asuman su responsabilidad de sumir al partido en la peor crisis de su existencia en la entidad y permitan que otros rescaten al ente más importante para la construcción de una nueva oposición que entienda los nuevos tiempos. En la sala del hospital, las pulgas y su jefe se resisten a la cura e incluso amagan con extenderse a más partes del organismo pues pretenden imponer a la pulga más abyecta para que continúe con el reinado en el partido. Pobre PAN, tan lejos de la cura y tan cerca de Eduardo Rivera.

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