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jueves, noviembre 21, 2024

Sobrerrepresentación o no saber perder

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Hace unos días, el consejero del Instituto Nacional Electoral, Uuc-kib Espadas, pronunció una frase que define por completo el capricho y el doble discurso de la oposición respecto a la distribución de 200 diputados federales por la vía proporcional.

“Esta es la sexta elección en donde este sistema se pone a prueba y es la primera vez que se plantea la posibilidad de no aplicar la Constitución en su literalidad, sino hacer una interpretación de ella”.

Dicho con otras palabras: Han pasado 24 años y en todo ese tiempo, el PRI, el PAN, el PRD y demás zánganos políticos avalaron el sistema por el que se hace efectivo el principio de representación proporcional.

La presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo, hizo ayer una explicación sin mácula de lo que la Constitución establece para cumplir con este principio. Totalmente pedagógica y con datos duros, como toda buena científica, desmontó las falacias de la sobrerrepresentación que tanto denuncian los empleados de Claudio X. González (desde políticos mafiosos hasta periodistas y comentócratas).

Una vez más, la oposición quedó desnudada en su mentira. Se ha tomado de un clavo ardiente porque es el último recurso que les queda ante la masacre electoral en la que los ciudadanos dieron su respaldo al proyecto morenista, con sus propias reglas y alcances. El PRIAN y la senadora Xóchitl Gálvez Ruiz nunca supieron convencer al electorado que su apuesta era mejor y por qué era lo que la democracia moderna necesitaba. Este no saber perder, los llevó a montar una farsa para manchar la ola democrática que los aplastó y, de alguna forma, dejar en el imaginario que siempre sí hubo un fraude, pero fue en la asignación de diputados federales.

Al escuchar a los que denuncian una sobrerrepresentación se puede detectar una coincidencia: aceptan que los ciudadanos eligieron al gobierno que querían, pero ahora dicen que es necesario que haya contrapesos que no ganaron en las urnas. Veamos algunos datos duros que presentó la presidenta electa, con la salvedad de que cada circunscripción tendrá que realizar su propia distribución, pero ella utilizó los datos nacionales que pintan el panorama general.

El pasado 2 de junio, el PAN ganó 34 de los 300 distritos. Sí, leyó bien, 34. El PRI logró solo ¡9! El PRD, bueno, ya sabe que es un cadáver que no sabía que estaba muerto. En la calle, el PRIAN obtuvo 43 diputados de 300 en juego, pero con la fórmula constitucional tendría una bancada conjunta de 103 legisladores, de los cuales 68 serán para Acción Nacional; 33 para el PRI; 1 para el PRD.

Por el contrario, Morena ganó 161 distritos y por la fórmula constitucional que nunca había sido sometida a interpretación, sino que fue aplicada literalmente, tendrá 248. El PT ganó 38 y tendrá 50, mientras que el Verde se alzó con el triunfo en 57 distritos y tendrá 75 legisladores.

Y aquí viene lo bueno: En 2008, el PRIAN fue el encargado de modificar el texto constitucional para eliminar la restricción que había para que las coaliciones no tuvieran una sobrerrepresentación. Esto significa que el PRIAN, tras la derrota de 2006, activó una serie de mecanismos que le ayudara a garantizar una mayoría en San Lázaro. Fue por eso que nunca hicieron alguna crítica ni exigieron que se aplicara una interpretación al artículo 34 constitucional, sino que se aplicara literalmente el reparto.

Ahora que han quedado avasallados exigen que se haga lo que ellos nunca hicieron y se evite la sobrerrepresentación. En el fondo su petición es sencilla y muy cínica: quieren que el INE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le quiten diputados federales a Morena, Verde y PT por la vía plurinominal para repartirlos entre el PRI, PAN
y MC, lo que es una locura.

Las reglas son claras: ningún partido político podrá tener más del 8 por ciento de sobrerrepresentación o 300 diputados. Con los datos duros se comprueba que no se cumple esa restricción en ninguno de los casos.

El PRIAN, junto con el Señor X, han demostrado que no han aprendido nada de la derrota, pero montaron una argucia para arrebatar lo que puedan. A esta locura ya se sumó el Consejo Coordinador Empresarial y demostró que, pese al paso de los años, no han dejado de cumplir con su papel de golpeadores a sueldo del PAN y el PRI, pues
con ellos han tenido los mejores años de bonanza económica a costa de todos los ciudadanos.

La patraña de la sobrerrepresentación ha tomado giros sorprendentes en los que antiguos consejeros electorales pugnaron porque se cumpla lo que demanda el PRI, el PAN, la marea rosa, el Señor X y demás perdedores.

Su lucha, una vez más, está equivocada y continúan siendo los activistas de la élite que fue masacrada el 2 de junio precisamente porque nunca supieron articular un discurso que penetrara entre el electorado.

Cuando ellos hablaban de salvar a la democracia, por ejemplo, el ciudadano pensaba en la necesidad de salvaguardar los apoyos sociales.

Cuando la oposición hablaba de salvar a las instituciones -sobre todo a la Corte-, el ciudadano promedio enfrentaba la impunidad en el nulo acceso a la justicia.

Saber perder también implica respetar la ley y fortalecer a la democracia. No sorprende que la oposición, sus financiadores, sus plumas, sus comentócratas y políticos se ufanen de ser unos próceres de la democracia –“volvieron a colocarse las cadenas que les quitamos”- y en los hechos quieran torcer la ley cuando los electores los convirtieron en la minoría que nunca pensaron ser.

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