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jueves, septiembre 19, 2024

Los lloriqueos de la mafia antorchista

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La familia de caciques de Antorcha Campesina, los Córdova Morán, que durante décadas se han enriquecido a costa de la pobreza y el chantaje, andan muy bravucones porque una vez más han sido exhibidos en su intento por mantener sus ilegales cotos de poder en el sur de la ciudad de Puebla.

El clan de burgueses de la pobreza envió a uno de sus cachorritos para justificar su decisión de inundar las colonias de esa zona del municipio con unidades piratas del transporte público, que se niegan a ajustarse a la legalidad e incluso han impedido a la fuerza y con amagos de enfrentamientos cualquier tipo de revisión por parte de la Secretaría de Movilidad y Transporte.

Ovidio Celis Córdova, el cachorrito de los caciques y responsable de usufructuar el negocio denominado Antorcha en el Transporte, salió a lloriquear que los difaman y lanzan falsas acusaciones para dañarlos.

(Risas grabadas). El problema de los propietarios de dicha organización, que en el pasado reciente fue bautizada como “el brazo armado del PRI”, es que la terrible fama que se cargan los convierte en unos cínicos.

Ahí está el caso de Juan Celis Aguirre, padre de Ovidio y dirigente estatal de Antorcha, o el tío Aquiles Córdova Morán y otros líderes de la agrupación prianista que son investigados por la Unidad de Inteligencia Financiera.

Para recordar ese importante momento cuando la 4T desnudó a los antorchistas, permítanos recordar unas líneas publicadas en este espacio el pasado 25 de enero de 2023:

“El 25 de agosto de 2020 es una fecha que Juan Celis Aguirre y Soraya Córdova Morán no olvidarán, pues fue el día en que la Unidad de Inteligencia Financiera anunció el congelamiento de sus cuentas bancarias, así como de tres empresas vinculadas a Antorcha Campesina.

“El comunicado emitido por el organismo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público fue demoledor: ‘El líder de la organización’, es decir, Celis Aguirre, recibió entre 2010 y 2020 la cantidad de 658 millones de pesos en efectivo. Sí leyó bien: en cash. A eso se le sumaron, transferencias bancarias por 128 millones provenientes de razones sociales ligadas a la construcción.

“La UIF no abundó en el tema, pero uno de los negocios más lucrativos de Antorcha Campesina son los ayuntamientos. Desde los municipios concentran amplios recursos y/o pactan apoyos con otras fuerzas políticas a cambio de que les entreguen la Dirección de Obra Pública.

¿Podría ese ser el origen de las transferencias ligadas al sector de la construcción?

“Santiago Nieto Castillo, entonces titular del organismo, abundó que ‘se enviaron, vía transferencias bancarias, 18 millones de pesos, a empresas fachadas, de las cuales destacan tres a las cuales se les envió 3.6 millones de pesos’.

“Todos los recursos fueron ‘obtenidos de manera ilícita’, según la UIF, por lo que se presentaron denuncias penales ante la Fiscalía General de la República, en tanto que la Fiscalía General del Estado tomó cartas en el asunto y procedió en consecuencia”.

Hasta aquí la cita.

Poco tiempo después nos enteramos que los líderes de la organización habrían obtenido esos recursos a través de un presunto lavado de dinero mediante el uso del Sindicato Libertad.

El origen de esos recursos era escandaloso: las ganancias producto de delitos como secuestro, extorsiones, despojo, robo y homicidios.

“La investigación fue resultado de un trabajo en conjunto con las Fiscalías del Estado de México, Oaxaca y Ciudad de México, en donde se detectó que se extorsionaba a los gobiernos y empresas privadas para llevar fletes de construcción de obra pública a varios estados”, reportó el portal Regeneración.

Ahora se sabe que a esos “negocios” hay que sumar otro igual de lucrativo: unidades piratas del transporte público en cuatro derroteros de la capital poblana: Ruta 25 Nueva Visión, Ruta 77-A, Ruta 100 y Ruta Azumiatla.

Con estos antecedentes, el cachorrito Ovidio Celis pretende victimizar a su organización, pero principalmente a sus los líderes del movimiento que, además, ¡son sus parientes!
Que Raúl Salinas de Gortari los redima.

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